Línea Uno CDH

Covid-19 Info

Consejo de Desarrollo Hispano.
Boletin 10. Junio 9, 2020

¿Una futura renovada solidaridad?

Por Alejandro A. Morales


Una de las características de la actual pandemia es el ser un fenómeno global. Comenzó en China, pero en semanas comenzó a propagarse por todo el mundo. Es, por lo tanto, un fenómeno que afecta a todo el planeta. Este carácter de universalidad nos hace pensar que la crisis provocada por el virus requerirá, como lo ha hecho parcialmente hasta ahora, una solución que considere las necesidades de todo el planeta para impedir que retorne en una segunda ola que sería devastadora para la humanidad en general.
Estas pandemias no son una ocurrencia nueva. Al contrario, nuestras naciones y continentes han sido en el pasado afectados cruelmente por epidemias continentales, como lo fue la peste bubónica en la Europa del siglo XIV matando más de un tercio de la población. O la mal llamada “fiebre española” que entre 1918 y 1919 comenzó en Francia durante de la Primera Guerra Mundial y que trajo como consecuencia la muerte de entre 50 y 100 millones de personas, superando así el número de víctimas ocasionado por la guerra.
Ha habido, como es por todos conocido, otros brotes como los del SARS en el año 2003, o la del Ébola principalmente en el África occidental en los años 2014. Y no menos letal el SIDA-VIH que a través de los años ha sumado 35 millones de víctimas. Aquellas ocurridas durante el medioevo encontraban una humanidad desprovista de los medios sanitarios y de una precaria o ausente capacidad científica para investigar y crear las defensas médicas necesarias para paliar las terribles consecuencias de aquellas pestes. La gente en general quedaba indefensa ante la furiosa embestida de estos males que traían un mensaje de muerte. Solo quedaba, con suerte, un humanismo fatalista de ayudar a los contagiados a “morir sin miedo ni dolor”.
Afortunadamente, los tiempos han cambiado y no tan ligeramente como algunos pesimistas quisieran pensar. Pero, también han evolucionado estos nuevos virus cuya duración y resiliencias son mayores de lo que todos esperábamos. Es por eso que nuestra capacidad sanitaria ha sido constantemente desafiada en todos los niveles, lo que hace apreciar el intenso trabajo de nuestros trabajadores de primera línea, sin cuya dedicación estaríamos en una situación mucho más nociva que la actual. Esto incluye al personal médico y de laboratorio que exhaustivamente trabajan en crear una vacuna que nos ayude en el proceso.
Volviendo a la universalidad del fenómeno, vale la pena revisar los esfuerzos realizados por nuestros predecesores, especialmente aquellos poseídos de un idealismo motivador que tenía como objetivo realizar esfuerzos con fines unitarios para neutralizar intenciones belicistas, controlar epidemias, o desarrollar una hermandad internacional que se veía muy difícil de materializar, a través de la educación y la unidad lingüística, entre otras iniciativas. Increíble, se proponía por algunos intelectuales un idioma universal como el esperanto que recogía lo mejor de las lenguas más habladas del planeta.
El saldo que dejó el siglo XX, sin embargo, no fue muy halagüeño. Dos guerras mundiales con millones de víctimas, una fútil guerra en Corea, Vietnam, Las Malvinas, atrocidades como los campos de exterminio en Europa y otros lugares, revoluciones y anti revoluciones, uso por primera vez – ojalá la última – de devastadoras armas nucleares sobre la población civil, además de otras tragedias naturales como terremotos, tsunamis, huracanes, incendios forestales casi incontrolables, para mencionar solo parte de lo sucedido, que algo hicieron para que funcionara la solidaridad internacional, la que de cualquier manera vendría a paliar parcialmente los sufrimientos ocasionados por la agresividad y la adversidad todavía latentes en todas las latitudes.
El lado positivo del siglo XX, no obstante, fue testigo del esfuerzo por crear y mantener una Liga de las Naciones y, finalmente, al cesar la segunda guerra mundial, la creación de la Organización de las Naciones Unidas cuyos esfuerzos no siempre han sido materializados, pero al menos dio lugar a entidades como la Organización Mundial de la Salud y otras similares, hoy día muy necesarias, a pesar de las amenazas existentes de suspender o eliminar las contribuciones que permiten su funcionamiento y la unificación de esfuerzos para erradicar la actual crisis.
Nuestro siglo XXI, por otra parte, ha presenciado el incremento del terrorismo, la guerra de Siria que pareciera no tener fin, el derribamiento de las torres gemelas en Nueva York, la destrucción del ambiente y muchos otros eventos largos de detallar. Es esta pandemia, sin embargo, la que nos desafía cada día que pasa y que, al ser global, nos obliga a encontrar soluciones que afecten a todo nuestro sufrido planeta. ¿Lograremos hacerlo? He ahí el desafío para proponer soluciones globales y ayudarnos solidariamente para enfrentar un futuro incierto y amenazador, pero también la oportunidad de realizar verdaderos cambios y rechazar el oportunismo mercantilista que nos sigue amenazando.