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Consejo de Desarrollo Hispano.
Boletin 13. Julio 2, 2020

Fallecimientos e infección por COVID-19 de
trabajadores temporales en Ontario

Comentario por Duberlis Ramos

Han existido momentos en nuestras vidas en que las disparidades e inclemencias del sistema económico nos hacen cuestionar sus nociones éticas o su racionalidad. Esto es aún más duro cuando las personas más vulnerables de este sistema y en la base de la pirámide de producción son nuestros propios compatriotas que vienen a producir los alimentos que nos nutren a quienes vivimos en las ciudades canadienses. Obviamente nos estamos refiriendo a los trabajadores temporales, los "braceros",  que son quienes con su labor simple y dura mantienen, plantan y cosechan vegetales y verduras para nuestro beneficio y también para la exportación a otros países.

El Marco institucional e internacional de esta realidad definido por la ley de inmigración permite que personas vengan a trabajar a Canada del Caribe y América Latina debido a que aquí  existe la falta de trabajadores para esta actividad o “no hay personas disponibles para hacer este trabajo”. Lo que es más importante aún durante la pandemia actual es que las regulaciones migratorias indican claramente responsabilidades en cuanto a las normas que regulan el trabajo durante esta condición “(Employer compliance inspections: COVID-19 program delivery, policy, procedures and guidance used by Immigration, Refugees and Citizenship Canada, new paragraphs R209.5 (d) and (e)”. En otras palabras, y de acuerdo a la legislación actual vigente extraordinaria, existen normas y estipulaciones que definen como se han de practicar las normativas de acuerdo a los principios de derecho en tal materia de forma de prevenir “uso y abuso” de esta importante mano de obra.  En la realidad y a través de los diferentes medios de prensa nos hemos enterado de por lo menos 300 trabajadores contagiados por COVID-19 con dos fallecidos. El propio Premier de Ontario Doug Ford hizo eco de esta situación en una de sus rondas informativas refiriéndose a ellos como “buenos trabajadores, trabajan duro y son buenas personas”. (Toronto Star, Junio 16, 2020, p. A2)
Al cierre de la edición la CBC informa que el número de trabajadores infectados alcanzaría mil personas.

¿Qué es lo que nos preocupa, o debería preocuparnos de esta situación? Desde algunas millas de distancia, por lo que leemos, escuchamos anecdóticamente de esta realidad es que tenemos un grupo social en nuestro país llamado “trabajadores extranjeros” a quienes cuya “extranjería” les desprotege de facto o por falta de aplicación de derechos tan importantes como el derecho a la salud y por ende a la vida por razón de su trabajo.

Al final del día, y obviamente este es un tema de muchas complejidades, dependiendo de la perspectiva del observador, este tema puede ser analizado de universos diferentes, pero si lo pusiéramos frente a una realidad crítica universal simplificada, trasciende el hecho por su esencia ética y moral.  Y atención, esto no es porqué el trabajo que llevan a la práctica sea intrínsecamente peligroso, lo peligroso es que en medio de la pandemia deban de trabajar y vivir en condiciones que disparan a su nivel más alto los riesgos de contagio por COVID-19  lo cual es rematado por una falta brutal de atención en muchos casos… Esto desafortunadamente no es novedad, y como ya lo hemos repetido muchas veces “ya no nos sorprende el no sorprendernos.” Dentro de los discursos culturales estamos más o menos acostumbrados a despreocuparnos “del otro” del “extranjero” del “migrante” y esto ocurre hasta en nuestros propios países de origen pues es un condicionamiento que viene y nos pesa a la luz de nuestra propia historia cuando no hemos visto el sacrificio de otros por otros cuando mujeres, hombres, niños sufren frente a la caída constante del valor del trabajo humano como unidad de intercambio y la caída constantes en las relaciones económicas de los términos de intercambio internacional que hoy la pandemia nos permite ver con más claridad como impactan a los problemas del desarrollo vis a vis la pobreza micro y macro.

Nuestro gran riesgo al no preocuparnos de estos hechos está en permanecer indiferentes e inmovilizados frente a estas situaciones. En un país como Canadá es importante para la salud de la sociedad civil frente a sus instituciones el criticar y clarificar injusticias y abusos de hecho o por inacción u omisión. Tal crítica restaura cuando es respetuosa y tiene una fundación moral y ética. Es el ver reflejado en nuestros acuerdos fundamentales de nación como la Constitución y la Carta de Derechos a los cuales nos suscribimos cuando nos referimos a nuestra ciudadanía.

Como Latinoamericanos e inmigrantes esta temática nos golpea pues está muy cerca de cada uno de nosotros aunque en oportunidades sentimos que esto no nos compete. Pero, dentro de un sistema como el canadiense el que reclamamos también como nuestro, en oportunidades este tiene sus obligaciones que vienen juntas con los derechos. En este caso es el pronunciarnos por la defensa de los derechos y la salud como cimientos en la vida de todos quienes residimos en Canada y de acuerdo a nuestras obligaciones mínimas como miembros de la comunidad internacional. Esto se hace aún más visible cuando nos referimos a personas que vienen a trabajar bajo condiciones precarias en medio de la pandemia a un país en el cual aspiramos aun hoy que la salud sea un derecho universal sin discriminación ni prejuicios.