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Consejo de Desarrollo Hispano.
Boletin 14. Julio 9, 2020

Viñetas 14

El verano, con sus largos y soleados días, cuando el sol se oculta tarde haciendo calurosas las noches; con ello invita a algunos adultos a las “bebidas refrescantes” a “remojar el gaznate” o ‘ to wet one's whistle’ como se dice por estos lares. Aunque en nuestras cortas historias no hubo “remojes” o “wettings” pero “diluvios” o “deluges.”                                                         
Veamos:

NOCHE DE FARRA 
                                                                                                                                     
Serían las 4:40 de la mañana del segundo domingo de verano que salí a caminar, en el termómetro se leía 25 centígrados de calor. A poca distancia del edificio donde vivo me encontré con una pareja entre sus 30 y 40 años paseando más que caminando. Ella llevaba un perrito en brazos; el hombre, a unos pasos atrás tomando o mejor dicho sorbiendo de una lata grande de cerveza. La respuesta de ella a mis “Buenos Días” fue amable, clara, y jovial; la de él en cambio fue en tono cantarín un poco burlón y lengua lenta; su caminar un  poco tembleque como cuando uno ha estado “empinando el codo toda la noche” – como decimos por allá. 
Unos minutos más tarde en mi camino escuché unas voces detrás de un vehículo tipo Van a la salida de una cochera. Voces, que aunque en cuchicheo, su nivel excitado dejaba claro que allí también se habían consumido en abundancia las “Chelas” –como les llamaban los muchachos en el parque de Christie allá por los 90s.                                                                      
Nuestra pareja con el perro venia de esta reunión. El “Misil,” como me dijo ‘Caballo’ que les llamaban ellos a las latas de cerveza de 16 onzas. Estas, en la propaganda comercial, eran conocidas como “Tall Boys” Caballo es otro de mis maestros en mi trabajo con ‘gang-bangers’ De todas, o cualquier forma que se le llame, la lata que el hombre sorbía a juzgar por las que sostenían los hombres, provenían de las mismas cajas que podían verse junto al grupo que festejaba, haciendo caso omiso al olor a cerveza que permeaba el ambiente.

Juerguistas Nocturnos      
                                                                                                             
Cerca de Finch, bajo el árbol de cerezas mencionado en viñetas anteriores, se encontraba un hombre sentado en una silla que estaba en medio de otras dos vacías. Al acercarme y observar con atención este se mecía y por momentos cabeceaba como quedándose dormido. En su mano derecha sostenía una lata de cerveza la cual se llevaba a la boca al despertar de su momentáneo cabeceo.  
Las muestras de trasnoche continuaron en la plaza de Jane and Finch; un grupo de personas hombres y mujeres juerguistas por lo visto, comían piza y seguida por algo que se llevaban a la boca cubierto en bolsas de papel color café.  Minutos después encontré a un hombre que se tambaleaba como lo hacen los borrachos.                                                          
Por último, y pareciera que el dios Baco estuvo, o mejor dicho aún estaba haciendo de las suyas más de una hora después, cerca de las 6:00 am. Ya a corta distancia de donde vivo, detrás de una cerca alta de madera se escuchaba la algarabía de voces de hombres y mujeres mezcladas con el sonido de botellas y/o vasos de vidrio.                  
La gente estuvo de farra. Como decimos allá abajo: “Que se les haga sangre fiesteros.”

BIEN HECHO ADULTOS MAYORES!!!

Los adultos mayores como parte activa de la comunidad están presentes en la vida social de la vecindad en mi burbuja, en el área de Jane y Finch. Se les ve caminando en las calles o los parques; se les ve trabajando en sus jardines, se les ve haciendo compras; se les ve en actividades familiares; etc. He acá algunas historias cortas:

CLANG-CLANG ♪… CLANG-CLANG♪ --- EL AFILADOR DE CUCHILLOS 

Como hemos mencionado en historias anteriores, la pandemia nos ha hecho cambiar mucho; entre esto, nuestros puestos de trabajo. La siguiente anécdota se origina en ello:                                                                                                                                       
Cierto día como a las tres de la tarde, estando yo entregado a una sesión de ‘consejería de apoyo’ a una persona sentados frente a frente en una mesa de pic-nic a la entrada del Derry Downs Park al costado del Northwood Community Centre. Por el momento esta mesa al aire libre hace el papel de la mesa redonda en mi oficina. De pronto, en lo profundo del trabajo unos altos y repetidos y “clang-clang♪ … clang-clang♪” interrumpieron la concentración que mi cliente (me molesta este término) y yo teníamos dándole tratamiento a una importante situación. Esperando a que el sonido se disipara decidimos tomar un descanso y escuchar la campanilla con su alternado y penetrante ritmo como anunciando algo, que en mi niñez era la aproximación de el vendedor de sorbetes, “helados” les llaman mis colegas sudamericanos.                                                          
“Es la campanita que un señor ya mayor va sonando todas las tardes cuando pasa por el vecindario con su aparato manual de afilar cuchillos anunciando su presencia,” me dice mi acompañante. “Y viera cuanta clientela tiene, las señoras lo esperan en las puertas de sus casas con los cuchillos listos para que se los afile.” Con los “clang- clang♪” alejándose entre las calles del área, reiniciamos la sesión. Debo decir que fue una interrupción agradable, pues se trataba de un adulto mayor activo, prestando un servicio a la comunidad; y practicando una labor cultural tradicional.

ABUELA DANDO DE COMER A NIÑO DE BRAZOS AL RITMO DE UN SON…

Yo siempre he sostenido que los adultos mayores somos los guardianes de la cultura ancestral pasada a nosotros por nuestros mayores. O en otros casos aprendida de ellos escuchándoles, observándoles y/o emulándoles. Por otro lado, al ritmo que avanza la humanidad, es casi seguro que los nietos de nuestro afilador de cuchillos no hagan lo que él hace, pero sí seguramente será tema de conversación.
De regreso de compras un día cerca de las once de la mañana en el balcón del segundo piso de una casa se escuchaba una voz tarareando amorosamente un son. La curiosidad tomo lo mejor de mí y quise ver cerca sin ser invasivo. Lo que pude observar es que se trataba de una señora mayor vestida en un Sari, lo que me hizo deducir que era hindú.  El motivo de su tarareo era un bebe de unos tres o cuatro meses recostado sobre todo el largo del brazo izquierdo y en la mano derecha sosteniendo una cuchara con la que en ese momento tomaba algo de un plato y lo llevaba a la boca del bebe, lo que dejaba ver es que el enternecido son, era para animar al infante a que abriera la boca. La vistosa vestimenta de la señora y la canción que de seguro era en su lengua nativa estoy seguro se repetirá y quedará en la memoria del pequeño; y que en años venideros el dirá: “Cuando mi abuela me cantaba…”

SEÑORA Y SU JARDIN EN EDIFICIO A PESAR DE LAS OBJECIONES DE LA ADMINISTRACION…

Cuando llegamos a los años dorados, muchos de nosotros los adultos nos ‘retiramos’ y nos jubila el sistema, ya sea total o parcialmente, pero… ¿de retirarnos por completo? No.
Muchos continuamos activos en lo que hacemos desde hace años y años; otros aprendemos a tocar un instrumento y entretenemos a otros adultos mayores; otros participamos en programas como los de la Asociación de Seniors de Habla Hispana del Gran Toronto, (ASHTOR);  Family Service Toronto; y el Consejo de Desarrollo Hispano por citar los que conozco a nivel personal. Y por último, un buen número se dedica a pasatiempos personales como el adulto mayor que afila cuchillos; o la mujer mayor cuidando del bebe, que presumiblemente era su nieto que yo puedo calificar de auto-entretenimiento que puede resultar de auto-cuidado personal como sospecho es el caso de la señora y su jardín.
Cada verano en un costado de la entrada principal del edificio donde vivo, hay lindo y colorido pequeño jardín que le da vida a lo que, sin él sería otro frente aburrido de un edificio más.  Ahora que la pandemia nos tiene trabajando desde casa, tengo lo oportunidad de ver a la señora, que sé que su país de origen es Viet Nam; su hija vive en el mismo piso que yo y somos conocidos casuales de ¿“Hola como esta?” Un día antes de la directiva de “quedarse en casa” digamos… a comienzos de marzo, el saludo pasó más allá del acostumbrado; ella mostraba preocupación. “¿Qué pasa?” Le pregunto. “Estoy preocupada por mi mama” me dice. “La Administración mando una nota que no quiere que ella plante el jardín este año. Y eso la ha deprimido, sus flores la entretienen desde que vinimos de Viet Nam hace mucho tiempo.” Después de mis “que lastimas”, le deseé buen día y me fui a la oficina, estábamos en plena preparación de la actividad del Día Internacional de la Mujer.
Ahora, la existencia del jardín comprueba los rumores escuchados de otros residentes. La Administración tuvo cambio de opinión y el jardín está floreciendo como lo describí anteriormente. A la señora se le ve a diario atendiendo de sus flores y… un momento… ¿legumbres? Veo unas lechugas romanas, y otras matitas con hojas verde oscuro. ¿Será que a eso se oponía la Administración? ¿Hortalizas?                                                            
De todos modos, el jardín y hortalizas adornan el ambiente; una adulta mayor practicando su autocuidado personal y con ello alegrando a los demás; y yo tomando fotos de las flores para compartir con mis hermanas, y otros seres queridos en mis diarios Buenos Días hacia ese mi universo personal.
Espero les haya entretenido.

Gocemos del buen clima; y hasta la próxima.

Luis Carrillos