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Boletin 22. Septiembre 3, 2020

Raza y deporte en norteamérica

por Alejandro A. Morales

Este verano del año 2020 nos ha traído numerosas situaciones, algunas de ellas completamente nuevas debido a su amplitud e impacto y otras, ya conocidas a través de décadas por su naturaleza sistémica, lo que afecta y continúa afectando a toda la sociedad de Estados Unidos y en parte también Canadá.

 

En los últimos días del mes de agosto se han acumulados actos de brutalidad policial, especialmente en Estados Unidos, lo que generado numerosas protestas y ante las cuales el presidente de la nación ha reaccionado enviando agentes federales a restringir por la fuerza cualquier acto calificado, en sus propios términos, como disturbio, caos o terrorismo, lo que le ayuda en establecer su campaña electoral.

 

Sin embargo, además de las protestas en diferentes centros urbanos, ha surgido casi inesperadamente un movimiento que proviene de los sectores del deporte profesional, los que actualmente se juegan y televisan sin espectadores. Inicialmente hubo reacciones de algunos jugadores en los deportes más emblemáticos de Norteamérica, quienes rehusaron jugar a partir del 26 de agosto.

 

El básquetbol, donde existe un alto porcentaje de jugadores afrodescendientes fue el primero en reaccionar. Fueron seguidos por algunos equipos de baseball, a los cuales se unieron muchos más, siendo este un deporte con un número significativo de jugadores latino-hispanos y también afrodescendientes. Además, todos los jugadores decidieron denominar un día como el Día de Jackie Robinson usando cada uno de ellos el número 42 de Robinson en sus espaldas.

 

Finalmente, el último en plegarse a la respuesta del deporte frente al racismo fue el Hockey. Suspendieron sus partidos por un par de días. Viniendo de un deporte conocido como aquel del “hombre blanco” esto causó cierta sorpresa, pero de alguna manera enfatiza cual ha sido el impacto que el racismo está creando en el continente. A esto se une una ardua y efectiva campaña basada en el eslogan “Black Lives Matter” (Las Vidas Negras Importan).

 

En el año 1947 un jugador de raza negra llamado Jackie Robinson cambió profundamente la historia del deporte en Norteamérica. El baseball es uno de los deportes en los cuales el racismo históricamente ha dejado una profunda huella. Desde los comienzos del siglo 20, en el “pasatiempo favorito de América”, se impidió a los afrodescendientes jugar en las ligas profesionales del deporte, por lo que se tuvieron que crear las llamadas “Negro Leagues” y solamente esta barrera se vino a romper cuando Robinson comenzó su carrera al nivel de las ligas mayores jugando por los Brooklyn Dodgers.

 

Lo de Robinson fue un proceso cuidadosamente coordinado por el presidente de los Dodgers Branch Rickey, quien escogió a Jackie en virtud de su temple, su personalidad y su calidad humana. Se sabía, casi a ciencia cierta, que iban a surgir provocaciones una vez que entrara al diamante de juego. Esto fue así y hubo incluso múltiples amenazas de muerte. Por otra parte, algunos jugadores rivales efectuaron jugadas altamente peligrosas al deslizarse con los toperoles metálicos en alto buscando dañarlo en su labor defensiva de segunda base, o peor aún, los pitchers (lanzadores) rivales podrían lanzar las duras pelotas de baseball a 90 millas por hora más cerca de su cabeza o el resto del cuerpo creando posiblemente una seria herida.

 

La idea de la directiva de los Dodgers era que Robinson no respondiera con encono u otro tipo de acción para evitar una diatriba en su contra tipificándolo como un “negro con instintos primitivos”. Antes de la temporada habitual, los equipos normalmente tienen una temporada de “primavera”, especialmente en Florida un estado reconocido como racista e implementador de las famosas leyes Jim Crowe (racismo extremo). Jackie no podía entrar a un hotel y se le ubicó casas de otros afrodescendientes para alojarse.

La otra idea genial de los Dodgers fue enviar a Robinson un año a jugar en un “farm team” de los Dodgers. Estos son equipos de las ligas menores, donde jóvenes y prospectos futuros juegan antes de ser llamados a la liga mayor. Ese fue el “Royals de Montreal, Canadá”, donde Jackie fue recibido cálidamente y seguido por muchedumbres donde fuera debido a su popularidad y gran calidad de juego.

 

Jackie Robinson se convirtió en uno de los mejores jugadores del baseball profesional de esos años (Debutante del Año, 1947; El Jugador Más Valioso del Año en 1949 y en 1962 fue inducido en el Salón de la Fama, en el cual entran solo grandes jugadores) y su participación creó la primera brecha que trajo lentamente otros jugadores profesionales afrodescendientes a las ligas mayores, donde hoy día es común ver a muchos de ellos brillando en el deporte, no solo en baseball pero también en básquetbol, futbol americano, fútbol canadiense, soccer, tenis, etc.

 

Existe abundante documentación acerca del racismo en el deporte en Norteamérica. Indudablemente, es la historia de cómo ciertas minorías étnicas han sabido pacientemente llegar a niveles que incluso incluyen posiciones a niveles de mando, las que fueron las más difíciles de escalar.

 

Por tal razón, es muy significativo que jugadores hoy día participen en protestas del nivel observado, simplemente porque existe una conciencia que logra movilizar quienes podrían fácilmente ignorar la hirviente situación social con los baleos de George Floyd y Jacob Blade. Volviendo a Robinson no podemos ignorar su temprano apoyo a Martin Luther King Jr., su compromiso con el movimiento de los derechos civiles, aunque también su controversial asociación con Eisenhower, Kennedy, Nixon, Humphrey, Goldwater, Nelson Rockefeller y Malcolm X.

 

Sin embargo, en 1947 una enorme barrera había sido derribada después de décadas de prejuicio y humillación. De alguna manera ese ejemplo sigue latente inspirando no solo a deportistas, sino que también una multitud de ciudadanos que no están dispuestos a soportar este racismo entronizado sistémicamente en las estructuras de nuestra sociedad.