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Consejo de Desarrollo Hispano.
Boletin 32. Noviembre 12, 2020

El Covid-19 avanza si lo dejamos

por Edna Amador

La segunda ola de casos de Covid-19 está en Canadá.  A diario, la provincia de Ontario y la ciudad de Toronto en particular registran cientos de nuevos contagios y es algo que a todos nos debe preocupar y preguntarnos en qué podemos colaborar para reducir la curva de crecimiento del coronavirus.

 

Hace unas semanas cuando los nuevos casos de Covid 19 reportaban números cerca de los mil por día, la solución de las autoridades municipales y provinciales fue limitar la operación de ciertos negocios, como restaurantes y gimnasios.

 

Pero los casos de Covid-19 siguen en crecimiento y me parece que en Canadá existe la falsa seguridad de que, aunque los contagios aumentan, el país no enfrenta los alarmantes números que se experimentan en Estados Unidos y, que de alguna manera, en nuestras comunidades el virus no está arraigado.

 

Ese falso sentimiento de seguridad es todo lo que el virus necesita para avanzar.

Cuando salimos de nuestras casas, todos (o casi todos) nos cuidamos mucho y nos cubrirnos la boca y nariz con una incómoda mascarilla, somos cuidadosos y si vamos al supermercado, el banco o cualquier otro negocio, guardamos los dos metros de distancia ante desconocidos y, además, nos limpiamos las manos constantemente con agua y jabón o gel desinfectante, y al regresar a casa, nos sentimos seguros que cumplimos con todas las medidas de bio seguridad. Pero luego en nuestros hogares esas medidas son olvidadas.  La mayoría de nuestros familiares, hijos, nietos han regresado casi a la normalidad de sus labores, y aunque muchas personas siguen trabajando desde casa, muchísimos han regresado a sus puestos de trabajo fuera del hogar, y desde el verano, tanto adultos como jóvenes han expandido su burbuja familiar.

 

Familias que dejaron de verse en abril, comenzaron a visitarse en el verano y hasta a compartir celebraciones, pero con la seguridad de que en la presencia de extraños aún se guardan todas las precauciones.

 

Hace unas semanas, uno de mis hermanos que reside en Florida, y que está aún lejos de ser considerado un adulto mayor, cayó enfermo con Covid-19 y tuvo que ser hospitalizado porque el virus le afectó los pulmones. Gracias a la buena atención médica a la que tiene acceso, mi hermano ya está en su casa y fuera de peligro, pero él me dice que el diagnóstico fue una sorpresa para él porque “siempre fui muy cuidadoso con el virus”.

Yo sí creo que mi hermano guardó cuidado en su trabajo y en la presencia de extraños, pero tal vez no junto a amistades o conocidos con la apariencia de estar saludables.  Al caer enfermo, la preocupación mayor de mi hermano fue que había expuesto a otros miembros de la familia dentro y fuera de su casa. De hecho, una semana después, su esposa y suegra también resultaron contagiadas y, afortunadamente, ahora se recuperan sin haber requerido hospitalización.

 

Tenemos que hacer un alto y retomar nuestra actitud ante el coronavirus. El virus afecta sin distinción, pero cuando afecta a uno de nuestros seres queridos es cuando comprendemos lo cerca que puede llegar y lo duro que nos puede pegar. 

 

Nadie es inmune, nuestra familia no es inmune al virus.  En nuestras casas y con nuestros amigos, sigamos las medidas de seguridad, mantengamos la distancia de dos metros al conversar y, sobre todo, en la presencia de nuestros seres queridos más vulnerables, adultos mayores o con salud comprometida, usemos una mascarilla. Sobre todo, debemos seguir quedándonos en nuestra casa, sigamos evitando reuniones sociales o familiares, hay que seguir en nuestras pequeñas burbujas y aceptar que es nuestra nueva normalidad.