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Boletin 32. Noviembre 12, 2020

Viñeta Número 32

por Luis Carrillos

Flores, escenas y sonidos de octubre a noviembre

Muy buenas amigas y amigos. Octubre vino y nos dejó sus recuerdos. Dos lunas llenas: la de la “Cosecha” el día 1, y la “Azul” el día 31. Lo de “Azul” significa dos lunas llenas en un mes.  Ahora llegó noviembre, con sus fechas especiales: El día de los fieles difuntos “o de los muertos”, como se le llama allá por mi tierra. Otra de las efemérides importantes es el Primer Grito de Independencia en Centroamérica. (
1)

Otra cosa, es que acá en Toronto el clima se está lentamente helando más.  Como enfatizándolo, el mes llegó con una muestra de nieve, viento y frío. En el ‘check-in’ de la reunión del lunes 2, con mis colegas de Línea Uno, les cuento que como había dormido como ‘un lirón’, no me di ni cuenta del cambio del clima durante la noche, con una nevada, para mí inesperada. Y ¡qué sorpresa me llevé cuando salí a caminar en zapatos de verano! Como la nieve en la acera se había convertido en escarcha congelada, tuve que caminar a lo pingüino, deslizando los pies para no resbalarme y evitar, como decimos en mi país, “medir mi pedazo de acera.”

El Marigold (o flor de muerto) se salva de un final, final seguro…

A propósito de imágenes del mes, Doña Mary necesitaba ‘limpiar’ su jardín, rastrillar las hojas secas acumuladas en el césped y arrancar la maleza, que era en lo que se habían convertido sus plantas y flores anuales. Al mismo tiempo, también quería deshacerse de las macetas de flores que adornaban las gradas de la entrada a su casa. Esto y el trabajo del jardín requerirían ayuda de otras personas. Rastrear hojas, arrancar las plantas secas y levantar macetas no era trabajo para una sola persona. En concreto, una mujer mayor. En su búsqueda de apoyo entre su red de contactos, llamó a don Lucho para que le diera una ‘manita’. El susodicho, como siempre que hay algún trabajo físico que hacer con relación a plantas y flores, ya sea en el jardín o en el interior del apartamento, oficina, o casa, saltó a la oportunidad y llegó pronto a la tarea.

En el proceso de limpieza, Doña Mary dirigía a don Lucho a que sin distinción alguna pusiera todo el ‘desperdicio’ del jardín y macetas en las bolsas especiales para la ‘composta’. 

De pronto don Lucho nota que una planta de color amarillo naranja en una de las macetas aún mostraba señales de vida y le dice a Doña Mary que debería darle más tiempo de vida a las ‘florcitas.’ “Está bien, pero quítela de las gradas y póngalas por allí en el jardín”, dice ella. Don Lucho las mueve de las gradas al jardín y continúa con el trabajo hasta concluir la tarea. Momentos más tarde, después de un café, se retira satisfecho de la faena concluida. 

Un día después, Doña Mary le dice por teléfono que el Marigold “está agradecido” con él y que se ha puesto como con vida nueva. Don Lucho, en ese momento se entera que ese era el nombre de la flor. El, que la conoce como flor de muerto le pregunta que si la nevada de la noche anterior no la había destruido. “No. Está lindo y colorido. Mucha gente me lo ha admirado. La administración me lo elogia y me felicita por mi jardín, que es el único en la cooperativa (de vivienda)”, responde ella enfáticamente.                                                                                                  

Don Lucho, en tono de satisfacción, le agrega: “Unas flores más que le van a alegrar la vista a mucha gente¨. El jardín mira hacia la acera de la intersección de dos calles principales, donde transitan cientos de personas diariamente.  Ah, ¡el poder de las flores!, especialmente del Marigold, con sus propiedades
curativas.  En mi país y en muchos de la región lo conocemos como la Flor de Muerto. (2)   
                                                                                                                          

El sonido de las hojas rozando contra el pavimento, el viento las va empujando con su soplido leve como caricia.

Esperando a mi clienta en la oficina del parque, era en una mañana otoñal fresca y el leve viento ponía más frio el ambiente. Sin embargo, éste no era tanto para suspender la sesión de consejería. Y mientras esperaba, leía con interés mi libro “Field notes from an unintentional birder” (Notas de campo de una pajarera involuntaria).

De pronto una brisa con más fuerza comienza a soplar y, con ello, a empujar las hojas secas en el pavimento del sendero, emitiendo un sonido que, aunque carrasposo, era relajante, pues sólo se escucha en estos tiempos del año. En ese preciso momento, llegó mi primera cita de la mañana. Y, como en mi oficio, cualquier acontecimiento es tema para abrir la sesión, mi clienta y yo, al ritmo calmante del tenue soplo y sonido en la hojarasca hicimos una reflexión de atención plena. Algo así, como lo que en inglés le llaman “mindfulness.” Este ejercicio mental le trajo la serenidad y relajamiento a Sofía –no su nombre- para tener una sesión productiva y de “cargado de pilas”, como dice ella.

La ardilla llevando ramitas con hojas secas

Siempre que finalizo una sesión de consejería, como cierre, le hago una corta serie de preguntas a mi cliente para saber si hay más que decir, preguntar y/o comentar y anotar la fecha para la próxima cita. En eso estábamos, cuando una ardilla pasó al trote por nuestra mesa, llevando unas ramitas con hojas secas en su hociquito.  Eso hizo que tomáramos una breve pausa para seguir con la vista al escurridizo y oficioso bichito. Lo que pudimos observar fue que el animalito, sin aminorar sus rápidos saltitos, ascendió rápidamente el amplio tronco hasta la copa de un gigantesco roble. Enseguida esparció su carga sobre su nido, como acolchonándolo para dormir en el invierno, como lo hemos discutido en viñetas anteriores.

Los cientos de pájaros asentándose en el pino 

Eso no fue lo único que nos regaló la madre naturaleza ese día. Cuando nos disponíamos a tomar camino, después del rito de conclusión, pudimos observar literalmente cientos y cientos de pájaros emergiendo de lo profundo del bosque, volando al unísono. Esa novedad nos hizo volver a la mesa y observar asombrados como todos volaban en la misma dirección y de pronto todos, pero todos, desaparecieron en lo verde de un pino como para guarecerse del viento.

Cierre    

Comenzando a escribir sobre flores como primer tema, lejos estaba de pensar de la conexión del “Marigold” con el 2 de noviembre. Este enlace se fue estableciendo más y más, hasta la curiosidad de investigar, a medida que iba avanzando la historia de Doña Mary, su jardín y sus macetas, con esas flores vistosas, pero de olor fuerte. No quiero cerrar sin traer a cuenta los otros retazos relativos a noviembre y sus sonidos y escenas. Gracias y hasta la próxima. 

Notas:


( 1 )   Primer Grito de Independencia en Centroamérica
   
( 2 )   Flor de Muerto www.parks.ca.gov

Dec 4, 2019 — The Marigold, or Cempasúchil (Pronunciation: sem-pa-soo-cheel) is known as the flor de muerto or flower of the dead in Mexico. (Amy Lew)

Varias culturas suramericanas han utilizado Marigolds como una cura para los dolores de estómago, parásitos, enfermedades del hígado, vomito, y dolores de dientes, entre otras enfermedades. Las flores aún están siendo utilizadas en muchas áreas para tratar estas y otras enfermedades. Las opciones de tratamiento incluyen llevar estas en saquitos colgados del cuello, comiéndolas, o haciéndolas en té. Es conocido que los Aztecas recogían esta planta silvestre, y que también la cultivaban para medicina ceremonial, y propósitos decorativos. Marigolds han sido cultivados e hibridados globalmente para su uso en jardines decorativos en estos tiempos contemporáneos. 

El folklore alrededor de Cempasúchitl (Flor de Muerto) es encantador. Domesticada por los habitantes de México y Guatemala, mucho antes que los conquistadores trajeran las semillas a Europa, Marigolds eran las flores de la muerte. Los Aztecas las utilizaron en rituales de sacrificio humano. Los descendientes de los Mayas, que vivían en las montañas de Guatemala, dejaban caminos de pétalos de Marigold del cementerio a sus casas. Aunque las flores son atractivas, las glándulas de las hojas les dan a las plantas de Marigold un desagradable olor, tal vez un olor sepulcral.