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Consejo de Desarrollo Hispano.
Boletin 34. Noviembre 26, 2020

Tiempo de vacunas (Primera Parte)

por Sandra Farias

Durante el fin de semana, al salir a comprar comida fui testigo de un accidente. Una mujer inmigrante, madre de dos hijos fue atropellada por una camioneta, cuyo conductor resbaló su pie en el pedal al doblar en la primera tormenta de nieve de la temporada.  El incidente me dejó pensando no sólo en lo efímera que puede ser la existencia. Nunca pensamos hasta que nos pasa o con alguien cercano. Lo importante es seguir con nuestras vidas tal como siempre ha sido. Siempre ha sido igual, sólo se trata de vivir.

Con el Covid-19 ya nos pasa lo mismo ahora que pensamos que habrá una vacuna, dejamos que avance, como esa camioneta, si total siempre hubo gente atropellada en las calles. No por eso vamos a dejar de andar en auto en zonas de peatones o ciclistas, y así se creó el millonario negocio de los seguros de accidentes y ni que hablar de los seguros de vida o de muerte, según como se quiera apreciarlos. 

Algo parecido está pasando ahora mismo con esto de la vacuna. Es una gran oportunidad de poder hacer un excelente negocio multimillonario a nivel global y además recibir el merecido reconocimiento, ya que nos devuelve la tranquilidad y la rutina.  Lo que muchos pensamos será el final de esta historia de aislamientos forzados, mascarillas y miedo colectivo al virus, tendrá un final feliz con la vacuna, que ya viene, que de pronto apareció como por arte de magia y nos devuelve nuestra ansiada normalidad. Si todo fuera tan sencillo.

Tras las elecciones de Estados Unidos del 3 de noviembre entramos en una nueva campaña. Las distintas vacunas comenzaron a ser presentadas por las compañías farmacéuticas que están en plena carrera para conseguir contratos y mercados, o sea población dispuesta a vacunarse. Como en toda campaña, ha habido cambios de último momento. Por problemas de credibilidad, ya vimos que Donald Trump no pudo lograr el puesto de presidente para liderar vacunaciones masivas, previstas para el 2021.
“Introducir nuevas vacunas no es fácil durante una emergencia sanitaria mundial y un debate político nacional avivado por un presidente conocido por distorsionar, desacreditar y hacer afirmaciones falsas sobre la ciencia con frecuencia”, según nos explicó con vehemencia el Washington Post (1).

Dos historias, la misma ciencia

Las dos empresas que más han apostado en esta masiva oferta de vacunas tienen historias muy distintas, aunque la ciencia detrás sea la misma. La compañía, de 171 años, Pfizer y la joven empresa de sólo 10 años de existencia, Moderna. Pfizer llega a la pantalla con la historia de amor y perseverancia de dos científicos, la doctora
Özlem Türeci y el Dr. Uğur Şahin, ambos hijos de inmigrantes turcos que llegaron a vivir a Alemania en los 60 propietarios de BioNTech. Son coronados por la prensa como el “dream team” (2), la pareja de científicos que, desde su laboratorio de 1,300 empleados, tuvieron una idea que ahora puede proteger a la humanidad de un virus que ha matado a más de un millón de personas y así ponerle fin a una pandemia que ha destruido a las economías sin precedentes. 

La historia de Moderna es contundente también y hasta nos trae un personaje cercano. El canadiense nacido en Toronto, Derrick Rossi, amante de los Maple Leafs, de 39 años, doctorado en biología en la Universidad de Stanford, quién trabajó en la fundación de Moderna en Massachusetts, investigando en la tesis de los dos científicos que coronaron el triunfo de la vacuna: la médica y química húngara Katalin Karikó que trabajó en esta tecnología desde los 90, siendo completamente rechazada por gobiernos, universidades y corporaciones para continuar con su trabajo de investigación. Gracias a su perseverancia, después de una década de ensayo y error, Karikó llegó junto a su colaborador, el médico inmunólogo Drew Weissman, a descubrir el Talón de Aquiles del protagonista de esta historia: mRNA en inglés o ARN mensajero, en español. (
3)

No maten al mensajero

Ahora viene la polvareda científica de la película, en donde se nos explican conceptos de biología molecular. Para leer lo que sigue le aconsejo acompañarlo con algo que le despierte sus neuronas.

En enero del 2020 se extrajo el virus del Covid-19 de un paciente infectado y se secuenció su información genética (ARN) (3). Esta información le permite al virus atacar las células y replicarse dentro de nuestro organismo. Luego los científicos pudieron identificar las unidades que contienen la información para fabricar las proteínas de la espícula del virus, o sea la puerta de entrada a las células del cuerpo humano. Esas instrucciones para crear las proteínas del virus son la base de todas las vacunas en consideración, pero con métodos distintos.

El ARN mensajero es la molécula de ácido nucleico cuya traducción transfiere información del genoma a las proteínas (4). En la biología molecular de nuestro organismo el ARN mensajero es leído por un ribosoma en el proceso de síntesis de una proteína (5). Este proceso natural permite darles instrucciones a nuestras células de qué proteínas crear para mantenernos vivos y saludables. Lo innovador de estas vacunas en que nunca se había probado en tantos humanos un mensajero de ARN sintético, es decir una molécula artificial que esencialmente ordena la instrucción del ADN de las células.

En las vacunas de Pfizer y Moderna el mensaje que se codificará en una molécula de ARN artificial viene encapsulado en una membrana lipídica para que pueda entrar en las células y
estas fabriquen proteínas de la espícula del coronavirus. Así, la espícula del Covid-19 es localizada por las células dendríticas, causando la respuesta inmune que activa a los dos tipos de glóbulos blancos, linfocitos B que crean los anticuerpos que bloquean el virus y los linfocitos T que destruyen las células infectadas (6).

El ADN, o ácido desoxirribonucleico, es la molécula que contiene la información genética de todos los seres vivos, incluso algunos virus. 

He aquí el punto central de la biología molecular: en el ADN hay genes que generan ARNs mensajeros, y estos generan proteínas. Por ejemplo, esto es lo que da las diferentes características físicas que observamos en individuos, como el color de ojos, o la altura (
7). 

El uso de esta biotecnología implica una manipulación a escala global de un proceso natural que en nuestra especie nunca había sido modificado artificialmente, hasta ahora.
Durante décadas, los científicos han soñado con las posibilidades aparentemente infinitas del ARN mensajero o ARNm personalizado. En teoría, secuestrando este proceso de fabricación de proteínas se podría no solamente fabricar anticuerpos para vacunar contra infecciones, pero también enzimas para revertir una enfermedad rara o células que puedan reparar algún tejido dañado (8).

Para resumir,
a diferencia de las vacunas que se conocían hasta ahora en la humanidad, esta nueva vacuna no contiene un virus atenuado, sino una molécula sintética de ARN mensajero que el virus usa para formar proteínas.

¿Y la vacuna de Oxford?

Como cuando usted fue a comprar un auto, seguro pensó en la marca. Entonces, le resultará probablemente importante tener en claro las diferencias entre las vacunas que están en competencia.  A diferencia de las vacunas de Pfizer y Moderna, la realizada por la Universidad de Oxford y la compañía farmacéutica de capitales ingleses y suecos AstraZeneca, no manipula al mensajero ARN, sino que nos introduce un mensaje en lenguaje genético de ADN, por medio del adenovirus del resfriado de los chimpancés (
9).  Este ADN de la espícula del virus junto a los genes inactivados del adenovirus activa la respuesta del sistema inmunológico, proceso ya explicado en el párrafo de más arriba donde probablemente casi se duerme.

Por último, en cuanto a la posibilidad de efectos secundarios de estas vacunas, es imposible saberlo aún (
10). La única garantía que estas compañías dan es que antes de obtener aprobación, la mitad de los participantes de las pruebas serán observados de cerca por dos meses, ya que los probables efectos se observarían durante ese periodo. El estudio de Pfizer inscribió a más de 43.000 personas en los Estados Unidos, Argentina, Brasil, Alemania, Sudáfrica y Turquía. El estudio de Moderna inscribió a 30.000 en los EE. UU.

Para no abusar de su tiempo, le prometo en el próximo número de Línea Uno retomar con la segunda parte de Tiempo de Vacunas. No se lo pierda.