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Boletin 34. Noviembre 26, 2020

El camino de la empatía

por Rodrigo Briones

Una amiga que suele viajar todos los años para Navidad a visitar a su familia, desde hace dos años que no lo hace. Pero la peor frustración, como nos habrá pasado a muchos, es que decidimos postergar la visita por múltiples razones y luego… es demasiado tarde. Siempre hay algo en el horizonte que nos impide ver lo que sucede a nuestro alrededor. Lo cierto es que mi amiga ahora no puede viajar. Y es tanta su desazón que se le nota en el rostro, y este sentimiento de frustración por no poder viajar está presente en todos sus actos cotidianos.

 

Hace un par de días una vecina de mi amiga, que siempre ha visto la casa vacía para Navidad, sin los adornos propios de nuestra cultura, pensó que una manera de compensar el dolor por esa falta era regalarle un árbol para que este año, al menos vistiera de Navidad el frente de su hogar.

 

Cuando mi amiga me contó este sencillo acto de empatía, no pude menos que dejar caer una lágrima de alegría. Ese simple acto sirvió para cambiar la perspectiva con la que ella y su familia mirará la próxima Navidad, sintiéndose protegida por el amor de sus vecinos, con quienes ha empezado a crear su nueva “familia en Canadá”.

 

De acuerdo con la Real Academia Española de la lengua la definición de empatía es un sentimiento de identificación con algo o alguien. Y también la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

 

Para el neurólogo Facundo Manes “la empatía es una palabra clave… es imaginar lo que piensa el otro y sentir lo que siente el otro, hay que ponerse en el lugar del otro.” Y avanza un poco más “lo que necesitamos es un sueño, necesitamos proyectos superadores e inspiradores, y empatía.” Y remata “…la empatía es una palabra clave para superar el prejuicio.”

 

Vamos a desmenuzar lo que implica la empatía. Lo primero es saber escuchar. Es una característica fundamental de la empatía. Las personas empáticas establecen relaciones ricas y constructivas. Están disponibles para escuchar al otro y suelen ser buenas para la charla. Por eso, cuando alguien está enojado o triste es bueno abrir la puerta para dar la oportunidad que el otro encuentre un canal donde expresarse.

 

La empatía supone comprender sentimientos, emociones e ideas de la otra persona. No sólo lo que el otro ha sido capaz de expresar de una u otra forma, palabras, gestos, conductas y acciones.

Quien es empático puede comprender al otro, puede sentir lo que la otra persona siente y entender sus estados mentales de manera sincera.

Con la empatía el otro se siente comprendido. Entonces cuando reconfortamos a alguien en una situación difícil, estamos teniendo una actitud empática.

La empatía es ser capaz de ponerse en el lugar del otro, entender de manera honda y sincera, lo que piensa o cree, lo que siente o le preocupa, lo que lo hace sufrir o alegrarse. Una persona empática se pone en el momento emocional del otro y entiende los sentimientos, miedos y las creencias del otro, derribando prejuicios.

 

Entonces ser empáticos implica respetar al otro en sus sentimientos, ideas, conductas, decisiones y, en suma, en su forma de ser y afrontar la vida, aunque no estemos de acuerdo ni sea de nuestro agrado.

 

Con todo lo que hemos transitado hasta aquí podemos entender que la empatía tiene que ver con la solidaridad, con el deseo de ayudar al otro, máxime cuando vivimos todos una situación de extrema necesidad.

 

Estamos transitando el final del año 2020, seguramente que miramos con esperanza el 2021. Esperamos la tan mentada vacuna en la que hemos depositado nuestro deseo de frenar el avance del novel coronavirus. Es que ya no encontramos en nosotros la capacidad de seguir padeciendo lo que la realidad nos impone.

 

Cuando empecé a escribir este artículo me asaltó la tentación de hablar sobre la longanimidad, que es la estrecha relación entre la perseverancia y constancia de ánimo frente a los obstáculos y las adversidades. Cualidad que también debemos ejercitar en este tiempo.

 

Al fin me incliné por la empatía, en vez de quedar enredados en el sufrimiento y la capacidad de soportarlo, tema que nos llevaría a discurrir en creencias arraigadas en diversas culturas, me sedujo más la posibilidad de la superación.

 

La empatía implica un salto hacia el otro. Una dirección en el sentido por el que hemos logrado nuestra condición humana. Ya que es en el contacto con el otro, con los otros humanos en que nos conformamos como tales, es que aprendemos a ser humanos. Y así entonces, seguramente, encontraremos el ancla que nos permita mantenernos a flote en la tormenta. Es en la relación con los otros, dejando de lado todos los prejuicios, y encontrando esa base común que nos permita construir un espacio donde la vida fructifique.

 

Nos espera un largo mes de encierro y de acuerdo con los modelos predictivos aún podemos esperar que en un mes aun tengamos que mantener el mismo nivel de cuidado que hoy. Entonces tenemos que empezar a construir una fiesta de fin de año, desde la cultura que sea, en la que el componente soledad será el primer invitado.

 

Tener esto en cuenta no significa abandonarse al sufrimiento, por el contrario, tenemos que ejercitar actos de empatía para detectar de qué forma podemos colaborar con los otros, los que más necesitan. Esto nos sacará del abismo.