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Boletin 35. Diciembre 3, 2020

Tiempo de Vacunas (Segunda parte)

por Sandra Farías

La semana pasada explicamos sobre las vacunas que comenzarán a usarse próximamente en Estados Unidos y el Reino Unido y, eventualmente en Canadá. Veamos ahora globalmente cómo se reparte la torta.  Las dos vacunas que han sido aprobadas primero cuentan con una tecnología de última generación y por tanto requieren para preservarse de frigoríficos a menos 70 grados Celsius bajo cero, en el caso de Pfizer y de 20 grados bajo cero en el caso de Moderna. Por ello, sus precios son distintos. Todo un detalle para los costos de distribución.

Pfizer no puede cobrar tanto como Moderna por este problema de la temperatura y debe conformarse con vender cada dosis a sólo $ 15 dólares canadienses, mientras que Moderna puede comercializar su vacuna al precio más alto de $ 33 dólares canadienses por dosis, con costos menores de almacenaje y transporte. Entonces, redondeando y, para empezar, son dos dosis por persona, separadas por 21 días, en alrededor de 500 millones de personas. Nunca me gustaron las matemáticas, pero si ha logrado seguir esta secuencia, de seguro puede ayudarme con la multiplicación.

Canadá confirmó ya en agosto pasado que compró, pagando por adelantado, 1 billón de dólares por 20 millones de dosis a Moderna y otras 20 a Pfizer/BioNTech, con la opción de ordenar 36 millones de dosis más, cuando esté finalmente aprobada. La compra incluye preacuerdos con otras 5 empresas. Con este plan y como hacen falta dos dosis por persona, Canadá estaría en condiciones de vacunar en una primera tanda a sólo 10 millones de habitantes. Pensando en el altísimo costo de estas vacunas de nueva generación, Canadá también apuesta a crear una vacuna de similar tecnología, pero con sabor a maple syrup… Perdón, quise decir con la empresa, con sede en Toronto, Providence Therapeutics, donde ya se ha iniciado el testeo en humanos, pero aún están lejos de poder fabricarla masivamente.  

Nacionalismo de las vacunas

La histórica oportunidad de facilitar el acceso a servicios médicos y a medicamentos o a vacunas a precios más bajos ha quedado entrampada en lo que se conoce como el nacionalismo de las vacunas, donde las corporaciones tratan de acordar con los países sacar el mayor provecho sin importar los desafíos globales.

Todo este plan que vemos ahora en marcha a toda velocidad fue cocinado por la administración de Donald Trump el verano pasado. Su gobierno lanzó el programa Operation Warp Speed (Trama a velocidad) destinando 4 mil millones de dólares para que Moderna y Pfizer pudieran terminar 100 millones de dosis y entregar sus primeras partidas en Estados Unidos y Reino Unido. Por esta razón, en estos países las vacunaciones comenzarán en breve, mientras el resto del mundo, incluida Canadá, nos quedamos mirando. Este flujo de efectivo, sin precedentes en la industria biotecnológica y farmacéutica era muy esperado desde hacía décadas y ya se han comenzado a ver sus resultados en las bolsas de valores. De este modo, los países más ricos se beneficiarán primero, ya que están en condiciones de  adquirir vacunas a precios elevados y salir de la pandemia antes que el resto del mundo.

Esta decisión tomada por una administración sin consenso y cero credibilidad coincidió además con el retiro del apoyo a la COVAX, una iniciativa lanzada en abril por la Organización Mundial de la Salud (WHO) en respuesta a la pandemia, destinada a prevenir los mecanismos del sálvese quien pueda y sobre todo evitar las negociaciones bilaterales con estas corporaciones, lo cual llevó de hecho a un incremento en los precios de las vacunas, en detrimento de manufacturas más económicas y hasta más seguras, al utilizar procedimientos ya probados, y además impidiendo a la gran mayoría de países poder acceder a una vacuna segura y accesible en el corto plazo.

En junio pasado, el Reino Unido organizó la cumbre global de la vacuna (The Global Vaccine Summit), donde se recaudó $ 8.8 billones de 31 gobiernos y ocho fundaciones, incluida la de
Bill & Melinda Gates, con el objetivo de acelerar una vacuna segura para los niños y con posibilidad de distribución masiva a nivel global.  Ya era evidente que, para acabar con una pandemia, que le cuesta unos $ 375 mil millones mensuales a la economía mundial, no sólo hacen falta vacunas, sino también el poder asegurar que todos los países tengan acceso. La Universidad de Oxford y la compañía farmacéutica de capitales ingleses y suecos AstraZeneca fue la primera corporación comprometida con el COVAX, prometiendo la entrega de 300 millones de dosis tras aprobación de la WHO a un costo de menos de tres dólares por dosis.

Pese a ello, en los últimos meses, hemos visto que, en vez de buscarse una solución colectiva a un problema global, ha predominado la competencia entre países ricos para asegurarse primero los stocks de vacunas, aún con mayores riesgos de seguridad para la población y a precios exorbitantes.
El 2020 no sólo será recordado en la historia de la humanidad como el año de la pandemia, sino además como la máxima expresión de un capitalismo salvaje, desigual y nacionalista, dominado por los intereses de dos o tres corporaciones y, al menos por ahora, en control de la salud global de la población.

Tras la peor depresión global vista en los últimos 100 años, tras el shock en todos los países, finalmente a la luz de estos eventos, el 2021 llegará con vacunaciones masivas para los más ricos y más pobreza y muerte en los países de menos recursos. Precios tan altos en las vacunas conducirán a un desastre para los países de bajos ingresos, lo que se sumará a su ya deficiente atención médica. Ese es el problema en primer lugar, de ver todo con la óptica nacionalista o de los negocios. La pandemia podría ser resuelta a nivel global mucho antes y de forma más segura, de no haberse seguido un modelo ultranacionalista.


Notas:

( 1 )  CBC:  A closer look at Canada's homegrown COVID-19 vaccine candidates.  >> LINK HERE

(
2 )  GAVI.org " The Vaccine Alliance":  The COVID-19 vaccine race.  >> LINK HERE