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Consejo de Desarrollo Hispano.
Boletin 36. Diciembre 11, 2020

En la primera línea

por Rodrigo Briones

En Canadá hay cerca de 450.000 personas ejerciendo en enfermería. El trabajo que han realizado ha sido arduo y ha puesto en riesgo su seguridad y salud personal, pero han perseverado.

 

La radio y la televisión pública de Canadá nos cuenta acerca del trabajo que realizaron tres enfermeras, desde la primera línea de atención de los pacientes contagiados: “Algunos trabajan en hospitales, algunos en hogares de cuidados a largo plazo, algunos son contratados de forma privada, pero todos comparten una característica común. Desde el comienzo de COVID-19, han estado al frente de una pandemia internacional, que se ha cobrado más de 1,4 millones de vidas en todo el mundo, incluidas 12.000 en este país”. (1)

 

La periodista que preparó esta investigación para el programa The National (2) comparte lo que habló con algunas de estas enfermeras en una nota que tiene un significado explícito que es crudo y contundente.

 

Clarice Shen es enfermera de cuidados intensivos en el Sunnybrook Health Sciences Centre de Toronto. En enero, apenas un año después de haber salido de la escuela de enfermería, estaba cuidando a un paciente que presentaba síntomas de un virus que aún no tenía nombre, que después resultó ser el primer paciente en dar positivo en la prueba de COVID-19 en Canadá.

 

"Había mucha incertidumbre, pero como equipo, nos unimos y nos apoyamos", dijo Shen. Cuando quedó claro que el hospital necesitaba ampliar la unidad de cuidados intensivos, Shen se ofreció como voluntaria para trabajar en la Unidad de Cuidados Intensivos, para apoyar al personal que estaba trabajando allí. Desde entonces ella ha estado en turnos de 12 horas en la UCI.

 

Ella relató un momento de su trabajo que nos muestra lo difícil de la tarea: "Estaba cuidando a un paciente con un respirador y él tenía esta cosa en la que su cuerpo se retorcía y se quedaba quieto, donde sus dientes mordían el adminículo que lo conecta con el aparato ventilador. Entonces mordió una parte de su lengua y se le estaban saliendo los dientes, y había sangre por todas partes ", dijo Shen. También ella contó que a medida que cambiaban las reglas del hospital, ella tuvo que decirles a las familias de los pacientes gravemente enfermos que ya no podían ir a visitarlos”.

 

Muchos de nosotros hemos sido testigos desde la pantalla del televisor de este tipo de acciones que se han repetido a lo largo de todo nuestro país, pero no solamente aquí. Imaginar la misma situación del Hospital Sunnybrook pero en un barrio cualquiera de los países de los cuales nosotros hemos venido, nos eriza la piel.

 

En un reporte de la Radio Nacional de España, que en casa solemos escuchar cada tanto para aprender de realidades diversas, un enfermero contaba cómo es que desde hace nueve meses la rutina del trabajo en el área de cuidados intensivos se repite “pero ahora al salir nadie nos canta desde los balcones, ni nadie nos aplaude en fila” refiriendo a lo que sucedía, allá en el principio de la pandemia. Ese honrar a uno de los trabajos más difíciles.

 

Ayer recibí en mi cuenta de WhatsApp un video de un joven que didácticamente habla sobre aquel estudio que demostró que, si uno pone una rana en agua en ebullición, la rana saltará rápidamente fuera de la olla, salvando su vida. Mientras que si uno pone la rana en agua fría sobre el fuego mientras el agua se va calentando la rana se queda allí tranquila y cuando llega a hervir, la rana no reacciona y, evidentemente fallece.

 

Esto pone en evidencia, dice el video, el efecto de acostumbramiento, tan peligroso en la rana, como en nosotros en tiempo de pandemia.

No sólo porque perdemos de vista el esfuerzo que otros hacen para cuidar de nuestra salud, sino también porque nosotros perdemos la perspectiva de lo que nos toca en este momento.

 

El relator del video cuenta que los lapsos de siete días que separan las tradicionales, en algunos países de Latinoamérica las reuniones previas de Navidad -las novenas-  luego la cena de Navidad, el Festejo del Fin de Año y la fiesta de Los Reyes Magos actúan como multiplicadores de la infección en caso de que alguno sea portador del virus.

 

Seguramente que nos hemos aflojamos en nuestro cuidado de contagio, vemos la vacuna como una instancia que pondrá fin a nueve meses que se nos han hecho muy difíciles. Esto es lo que nos dicen muchos de los medios de comunicación, una gran cantidad de especialistas y los proveedores de vacunas.

 

Ya de por sí las fiestas de fin del año son generadoras de ansiedad, y el nivel de contagio presente en la comunidad podría sumar estrés.

 

Debiéramos tener en cuenta algunos elementos para a estas fechas. En primer lugar, poner en práctica la gratitud al interactuar con los demás, no solo decir “gracias” cuando recibimos un servicio o cuando alguien hace algo por nosotros, sino que ser más específicos: “Gracias por ayudarme con esto… porque…”. Hacerlo explícito cambia la forma en que la gratitud nos beneficia haciéndonos sentir mejor a nosotros y a quienes estamos agradeciendo. Hay una sensación de cercanía que se puede entregar, incluso a través de un texto de WhatsApp o una conferencia de Zoom.

 

Los especialistas nos recuerdan que respirar de manera consciente cada vez que sintamos que la angustia o la ansiedad aparecen, nos ayudará a pasar el momento.

 

Pasar las fiestas sin estar acompañados físicamente por quienes queremos no significa que tengamos que estar emocionalmente alejados. Más allá de la tecnología, existen formas de hacer que los demás participen de nuestras celebraciones, como escribirle una carta a mano o enviarles por correo un regalo hecho por nosotros mismos que simbolice que, aunque estemos lejos, estamos pensando en ellos.

 

Seguramente estaremos privados en estas fiestas de hacer lo que nuestra tradición nos indica y que lo hemos venido haciendo desde que tenemos uso de razón. Podemos incorporar e inventar tradiciones nuevas como cocinar la cena navideña compartiendo una video llamada con la familia, inventar juegos a través de Zoom, o hacer el juego del Amigo Secreto a distancia. Eso nos ayudará a darle un nuevo sentido a la celebración.

 

Pero solamente si somos capaces de incorporar a quienes están trabajando por nosotros, a quienes no podrán siquiera tener el espacio y el tiempo para para estar con sus familias, si nos proponemos como objetivo el ejercer conscientemente la empatía.  Si podemos salirnos de nosotros mismos, es así entonces que, cualquiera sea la cultura de la que vengamos, le estaremos dando un sentido de esperanza y de cierre de un ciclo a las fiestas de Fin de Año.

 

 


Notas:  

(
1 )    CBC:   Fear, frustration, compassion and shame: What nurses are dealing with during the pandemic     >> LINK HERE
Perlita Stroh is a producer with The National at CBC News. She works on news and current affairs stories and is based in Toronto.