Señoras, señores, amigas, amigos. Quien iba a pensar que mi pequeña burbuja vecinal en el noroeste de Toronto y con un universo variado de una numerosa comunidad Latina/Hispana iba a quedar así de expuesta por la pandemia.
Las siguientes historias tienen que ver con la conexión de las mascarillas y las personas que pueblan esa mi burbuja. Algo de su dinámica y comportamiento en relación a la pandemia será explorado. Su uso o no, la indiferencia de unos, las demandas de otros, y su significado para todos nosotros. Entonces, tome asiento mientras les relato mis historias de la semana:
Lito no quiere usar mascarilla
Dice Raff que Lito Cuchillo se negaba a usar mascarilla. Que un día que él se lo encontró en el murito frente al supermercado ‘empinándose’ una lata de cerveza cubierta con una bolsa de papel, y que después de haber terminado no se puso mascarilla, aunque había otras personas allí cerca de él. “Ya te hartaste la cerveza, ahora ponte la mascarilla. ¿Qué pensás, que sos ‘Superman,’ que no te va a llegar el COVID? Así no te cuidas y no cuidas a los demás”. A lo que Lito Cuchillo le respondió “Yo no uso esa ….de mascarilla. Yo estoy aquí tranquilo sentado, tomándome mi ‘verchita’ ( 1 )– no metiéndome con nadie. El que se acerque a mí, es su problema.”
Lito es ‘persuadido’ a usar mascarilla
Raff tenía puesta su mascarilla y mantuvo su distancia durante el intercambio. En eso se acercan Freddy, El Chele, y Tarzán. Todos con sus debidas mascarillas puestas y lo primero que notan es a Lito Cuchillo sin mascarilla. Y de acuerdo a Raff, con frases y palabras censurables para ser escritas, y no como las cuasi “educadas y mesurables” que el usó, Tarzán le dijo que si no se ponía mascarilla no querían verlo allí sentado, y que si lo hacía otra vez, lo iban a llevar detrás de la plaza y lo iban a ¨cachimbiar.” ( 2 ) Dice Raff que Tarzán trabaja de ‘saca bolos’ en un club nocturno y esta bravo con los que no usan mascarilla porque “por culpa de ellos” está sin trabajo. Raff señala que unos días después vio al ‘amigo’ Lito Cuchillo con la mascarilla en la quijada mientras se empinaba su lata de cerveza, sentado en el mencionado murito y que, inmediatamente después, se pone la mascarilla. “No quiero que esos ‘manes’ ( 3 ) me vayan a dar mis ‘catos’,” ( 4 ) confiesa como satisfecho de su decisión.
Mascarillas: entre más…es mejor
Cierto lunes que venía de regar las plantas en mi oficina en la estación Jane and Finch West del tren subterráneo, dos oficiales de seguridad estaban regalando mascarillas en paquetes de dos. Tomando la oportunidad de equiparme con algo más de Equipo de Protección Personal (PPE)” ( 5 ) - me acerco a ellos y, antes de que yo dijera algo, uno de ellos me dio un paquetito con dos mascarillas. Yo le digo que, si me puede dar otro para mi amigo que es un adulto mayor, a lo que él accedió. Después de dar las gracias, me digo a mi mismo satisfecho: “Que bueno. Lo que abunda, no daña,” y enseguida me fui a abordar el bus rumbo a mi casa. Lo de “entre más…es mejor” tiene un mayor significado en estas historias. Es que en mi bolso de hombro llevaba dos paquetitos con cinco mascarillas cada uno que traía de la oficina. Allí tenemos una caja con una buena cantidad, que fueron obtenidas de la Municipalidad de Toronto por el diligente esfuerzo ante las Autoridades Cívicas del Director Ejecutivo del Consejo de Desarrollo Hispano, el colega Duberlis Ramos. Esas diez mascarillas eran para repartirlas entre mis clientes de consejería que vería durante la semana. Las cuatro extra tuvieron su uso adecuado y oportuno. Ya veremos por qué:
¨El Pequeño¨ Joel acepta mascarillas
Ya en el bus, en una de las paradas sube mi amigo Joel, un joven jamaiquino-canadiense sin mascarilla. A lo que yo amigable, pero firmemente, lo saludo y le pregunto por su mascarilla. La interacción por supuesto que fue en inglés. “Se me han terminado, la última que tenía se me reventó el elástico,” me respondió. Yo asumiendo mi papel de consejero le digo “Joel, este es uno de esos días afortunados para nosotros. En la estación …” y le cuento la historia de mi interacción con los oficiales de seguridad, “y ese adulto mayor resultó ser tu,” y acto seguido le doy un paquete con dos y que se ponga una inmediatamente. “Here you are, little old man you. Aquí las tienes, viejecito que sos vos-” le digo en forma jocosa. Él se dirigía a su trabajo, como vigilante de seguridad en un centro comercial en el centro de Toronto. “Yo solo tengo treinta y cuatro años, y mido 6 pies y 6 pulgadas (dos metros más o menos) y peso más de 300 libras”, me responde con su voz como de trueno a lo lejano fingiendo molestia mientras se pone la mascarilla ante las miradas de satisfacción y alivio de los otros pasajeros, especialmente de los adultos mayores.
Encuentro intencionado y el PPE
En uno de estos días que fui a visitar a mi amigo Oscar Vigil para hablar sobre los detalles de mi participación sobre el tema Violencia Intrafamiliar en su programa radial dominical Debate Radio en ondasfm, pasé por el centro comercial donde trabaja mi amigo Joel. Y como lo esperado, ahí estaba él con su debido Equipo de Protección Personal (PPE) –sus iniciales en inglés- mascarilla, careta transparente, y guantes de hule. Al vernos intercambiamos saludos con los codos y hablamos de que él estaba bien protegido. Me dice que tiene que protegerse así porque allí llegan bastantes “hombres y mujeres indigentes y la mayoría no andan con mascarillas.” Sin embargo, el reconoce que un numero grande de ellos tienen situaciones en su salud mental.
“No usar mascarilla es agresión pasiva hacia los demás,” opina Joel
Habiendo dicho esto, el también menciona que hay personas que no son indigentes y no llevan mascarilla. “Es más, lo ven a uno con desafío. Yo siento que esa es una agresión pasiva. ¿Qué piensas?” Finaliza preguntándome. Como yo iba con tiempo suficiente, allí hicimos una sesión impromptu de consejería. Yo lo noté frustrado, y molesto especialmente con las personas trabajadoras de oficina o compradores más que con los indigentes. Después de ambos observar a las personas a que él se refería y lo que vimos es que no había agresividad intencionada de parte de estas, sino una actitud de que “a mí que me importa,” o de indiferencia. Sí podía haber agresión pasiva ( 6 ) de los que se identificaran como parte del la tendencia ‘anti-máscaras’, que se está manifestando en esos grupos que hacen plantones en la plaza de la Alcaldía Municipal, y que no hay forma de confrontarles directamente, pero si trabajando con nuestros semejantes persuadiéndoles a que sigan las orientaciones de las autoridades de salud por el bienestar de toda la gente.
Como conectar con los indigentes
Lo que si logramos fue establecer la diferencia en el comportamiento de los indigentes sin mascarilla y las otras personas sin esas. Los primeros tienen desventajas en sus habilidades para la vida, y los segundos una actitud insensible, como de “a mí que me importa¨. Tal vez lo hacen por indiferencia, o con intención de rebelarse a las orientaciones gubernamentales, y que, por ser transeúntes, capaz que no volverán a pasar por allí. En cambio, los indigentes sí vuelven al lugar porque no tienen donde guarecerse de los elementos del tiempo y, por tanto, el guardia de seguridad debe entrar en contacto con ellos. “¿Y cómo lo hago?” Me pregunta, a lo que le respondo: “Si tu quieres conectar con esas personas, déjales sentir lo que tú sientes. Eso significa entablar relaciones con ellos y hacerles saber que él no usar mascarilla les pone en peligro, al mismo tiempo que pone en peligro a otros. Y, si es posible, sugerirles y darle una guía hacia centros comunitarios o agencias de servicio, donde puedan obtener este equipo protector. Por supuesto hacerlo sin hacer uso de tu estatura y voz grave para ‘persuadirles.’ Sino que como ‘The Friendly Giant’, ( 7 ) suave y amigable.” Le sugiero, antes de continuar mi camino hacia mi reunión, “lo voy a tratar señor consejero,” me dice algo en broma algo en serio al despedirnos.
Una vez más les doy las gracias por acompañarme en esta corta jornada hablando de mascarillas. En realidad, más de hablar, lo apropiado es usarlas por el bien de la salud de todas y todos. Gracias y hasta la próxima.