Naciones Unidas ha declarado este 2021 el año internacional de las frutas y los vegetales. Parecería poco relevante esta proclamación de la desprestigiada Organización de las Naciones Unidas, que ha sido largamente criticada durante años por estar fuera de foco. Sin embargo, resulta útil, por el impacto que tienen estas campañas en el medio ambiente y en la salud.
Reemplazar comidas habituales por ´supervegetales´y, en lo posible, locales, que son más benéficos con el medio ambiente, fue una iniciativa que llevó a partir del 2016 a un incremento en el consumo de legumbres. En Canadá, hemos visto que, de hecho, un mayor consumo de este tipo de proteínas en un 31% durante la pandemia.
Para las frutas y verduras este año podría ayudar a destacar la importancia de las dietas saludables y las rutinas alimentarias más sostenibles.
Con Covid19, nuestra lucha colectiva pasó de mantenernos seguros a lograr la inmunidad, vía las esperadas vacunas. No obstante, la mejor medicina, con o sin virus, es acceder a una buena nutrición. Una de las principales piezas para construir un sistema inmunológico fuerte es comer más frutas y verduras.
Como sugiere la Guía de Alimentos de Canadá, las frutas y verduras son componentes vitales para lograr la calidad de vida y un sistema inmunológico más fuerte en medio de la pandemia. Declarar 2021 Año Internacional de las Frutas y Hortalizas es oportuno e importante.
A medida que más gobiernos investiguen la autonomía alimentaria como una prioridad en la era posterior a COVID19, la creación de conciencia sobre el valor de consumir productos naturales será paralela. (1)
El año pasado los canadienses compraron un 46% más frutas y verduras al por menor, pero también compraron más de otras categorías de alimentos.
Según una de las corporaciones que se dedican al análisis del consumo de alimentos, las ventas de verduras en Canadá han aumentado un siete por ciento en volumen y un 13 por ciento en dólares, desde el comienzo de la pandemia. Asimismo, las ventas de unidades de fruta aumentaron un cinco por ciento y un siete por ciento en dólares.
El volumen de las ventas en Quebec, Ontario y Columbia Británica creció un ocho por ciento en las verduras y un seis por ciento en las frutas. El aumento más bajo para ambas categorías se registró en las provincias marítimas del este, con un dos por ciento para las verduras y sólo un uno por ciento para las frutas.
La mayoría de los productos experimentaron un tremendo crecimiento en las ventas minoristas. Los tomates fueron el producto más popular en 2020, ya que las ventas crecieron casi un 28% en dólares. Dado que algunas personas todavía buscaban comodidad, las verduras en bolsas crecieron un 25,8 por ciento en las últimas 52 semanas.
En frutas, las naranjas experimentaron el mayor aumento en las ventas con un 21,9%, seguidas de las cerezas y los limones.
El retiro de la venta de productos contaminados, ampliamente difundido, también ha impactado algunas categorías en el último año, principalmente los melocotones y lechugas. La cebolla, también afectada por un retiro de mercado no sufrieron pérdidas.
Durante el encierro la gente ha cocinado más a menudo en casa y esto debiera haber requerido que se compraran más productos en el supermercado. A pesar de ello, las cifras no son impresionantemente elevadas, como sería de suponer, pese el cierre de muchos restaurantes. También hay que contabilizar que muchos mantuvieron el sistema de comidas para llevar como forma de sostener a estos establecimientos.
Las cifras indican que no estamos comprando y comiendo más productos tampoco. Desde marzo de 2020, muchos también nos hemos dedicado a hornear, picar y, de vez en cuando, cocinar algún plato original, para simplemente pasar por alto la espantosa realidad de la pandemia, aunque sólo sea por un momento.
Los precios minoristas, siempre volátiles, asustan a los consumidores todo el tiempo, razón por la cual muchos consideran que los productos agrícolas son la sección más vulnerable a cambios en las góndolas.
Desde una perspectiva logística, una de las mayores lecciones es que las largas cadenas de suministro, que se extienden por todo el mundo, pueden traer problemas. Los cierres en un centro de fabricación en Asia, o en Estados Unidos, pueden poner en peligro a todas las empresas en la cadena, al estar todo el comercio interconectado y globalizado. (2)
Otro de los factores del consumo es lo relacionado al lugar dónde compramos. Seguramente, el impacto en el sector minorista variará según las diferentes categorías, pero la crisis ha acelerado los cambios en el comportamiento de los consumidores, que ya estaba en marcha desde antes de la pandemia.
Muchos de estos cambios, como el aumento del uso y las expectativas en torno al comercio electrónico, se correlacionan fuertemente con otras tendencias, como la creciente influencia de los consumidores urbanos de la Generación Z, ósea los nacidos después del 93.
Si bien algunos consumidores volverán a comportamientos anteriores, el ritmo del cambio se acelerará, lo que requerirá que los comercios minoristas tengan en cuenta las preferencias de los clientes y vuelvan a examinar el papel de mantener una presencia física. (3)
Hay que resaltar el aval de los gobiernos frente a las demandas de las corporaciones que, de esta manera, han podido continuar e incrementar sus ventas aún en los peores momentos de restricciones a la presencia de clientes en los locales. Esta política fue, eso sí, en desmedro del comercio minorista que se vio forzado a cerrar.
En cuanto al costo de vida en Toronto, según una base de datos, con múltiples fuentes, se sostiene que para una familia de cuatro se necesitan 4,508.04C $, sin contar el costo de la vivienda mientras que para una sola persona 1,242.14C $(4) Por su parte el costo promedio de una vivienda de un cuarto en Toronto llegó a $ 2,314 en el mes en noviembre pasado, y el costo promedio de una de dos habitaciones llegó a $ 2,966. (5)
Con estos números es posible entender el porqué de las grotescas diferencias sociales que emergen en nuestra ciudad.
Un profesor universitario, a quien se le consultó por el estudio estadístico opinó ¿qué es lo que usted quiere que los números le digan?, y agregó que siempre es posible hacerle decir a las encuestas lo que queramos. Mas allá de la broma, todo lo que hemos expresado no desmiente la sensación que tenemos al salir del supermercado con la bolsa tan liviana como nuestra billetera, comparado con un año atrás.
En esto también lo subjetivo cuenta, pues a la hora de consumir habrá que tener en cuenta los productos estacionales, el lugar de procedencia, estando sobre aviso que el costo de traslado puede ser hoy un factor de incremento en el precio, por las dificultades reales o no de transporte.
Como pregunta un colega, ¿cuáles son las recomendaciones? Manejar un presupuesto y atarse a ello, o poner un valor máximo para la compra. Si algo cuesta más de, digamos dos dólares, es necesario someter la compra a una evaluación de su necesidad, oportunidad y real valía, como leí en una historia de inmigrantes la semana pasada. (6)