En la historia de la humanidad existen momentos que afectan directamente tal historia y, en cuanto son públicos, nos llevan a establecer normas y reglas de lo que es la condición humana y cuáles son sus fronteras. Con respecto a tales normas, existen diferentes tradiciones desde las estructuras jurídicas hasta las normas y principios éticos y morales. Traigo esto a este diálogo recurrente, pues en un día como hoy, enero 27, conmemoramos el Día Internacional del Holocausto, que tuvo lugar entre 1941 y 1945 durante la Segunda Guerra Mundial.
Por alguna razón, en nuestra bitácora de recuerdos para la humanidad, en opinión muy personal de quien escribe estas notas, en cuanto a la historia vista por los latinoamericanos, este hecho dramático no ha sido claramente enfrentado, ni su contexto geopolítico humano ha sido estudiado con la profundidad que merece. En otras palabras, el exterminio masivo, planeado y ejecutado de seis millones de judíos y otras minorías en Europa, dentro de nuestra cultura latina hispánica no ha tenido la atención que merece, ni ha sido integrado en lo que son nuestros estudios más elementales. El resultado y la razón de estos olvidos son muy problemáticos en la medida de que nos privan de entender con más profundidad la historia, aunque quizás no se refiera directamente a nosotros. Ya hoy en 2021 cabe preguntarse si esto es importante para nuestras vidas y nuestros futuros o es sólo uno acto maquinal de buen espíritu o simple gesto.
En otro contexto, quizás esta pregunta formulada, casi banalmente, nos lleva a una historia compleja dentro de la cual se encuentran aspectos de los más trágicos y ruines del ser humano, junto a una humanidad avasallada y atormentada sólo por existir… por respirar, por un credo, por ser diferente. ¡Toda la violencia vejatoria y macabra concentrada en un largo momento histórico del pleno siglo veinte reinventa la barbarie y asesina y asesina… Oh! La imagen de Guernica revisita la humanidad y una vez más mata, y mata humanidad frágil e indefensa. Una vez más, a la luz de la historia, vemos con los ojos de Goya nuestros muertos sin importar su edad ni su condición. Por eso es importante no olvidar.
Ni la distancia geográfica, ni la distancia del tiempo nos puede permitir olvidar ciertas cosas. Son precisamente estas circunstancias y momentos que nos recuerdan de nuestra condición de personas y derechos compartidos con todos quienes habitamos esta madre tierra. No olvidemos, pues hemos recibido este privilegio de ser, no para avasallar a otros ni erigirnos para dominar nuestra ecología. Estamos aquí para que colectivamente podamos compartir la vida sin temor ni ultraje. Más aún, celebremos la vida y todas nuestras historias y orígenes, credos y culturas, tal hermano… Nuestros pasados y sus memorias serán siempre parte de nuestras alforjas de viaje hacia la próxima estación.
Sube conmigo, amor americano.
Besa conmigo las piedras secretas.
La plata torrencial del Urubamba
hace volar el polen a su copa amarilla.
Vuela el vacío de la enredadera,
la planta pétrea, la guirnalda dura
sobre el silencio del cajón serrano.
Ven, minúscula vida, entre las alas
de la tierra, mientras -cristal y frío, aire golpeado -
apartando esmeraldas combatidas,
oh agua salvaje, bajas de la nieve.
(Neruda, Alturas de Machu Pichu)