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Consejo de Desarrollo Hispano
Boletín 42. Febrero 12, 2021

Día de la Familia en Canadá

por Rodrigo Briones

El Día de la Familia se celebra el tercer lunes de febrero, este año es el 15 de febrero. No es un feriado legal nacional. Sólo se observa en algunas provincias, entre ellas Ontario. El mismo día de febrero es feriado en otras provincias, pero por motivos totalmente distintos.

 

Dado que este no es un feriado establecido por el gobierno federal, todos los trabajadores federales trabajan en el Día de la Familia, incluidos los empleados de la oficina de correos y los servidores públicos. Es interesante cómo los servidores públicos no se quejan de esto de la misma manera que lo hacen los trabajadores del sector privado, quienes se quejan de tener que trabajar el lunes de Pascua cuando los servidores públicos tienen el día libre.

Como no todos tienen libre el Día de la Familia esto lo convierte en un día festivo discutible en muchas provincias. ¿Por qué no puede todo el país ponerse de acuerdo en 9 ó 10 días festivos legales estándar? Sigue siendo un misterio y un buen indicador de cuán complicadas son nuestras leyes para encajar nuestras diferencias en una legalidad uniforme para todos en Canadá.

 

Mas allá de estas consideraciones, lo cierto es que se festeja el día de la familia en Ontario. Y como decía mi madre que “…donde fueres, haz lo que vieres”, nosotros hemos incorporado este día en el calendario de celebraciones con la familia extendida, esa que supimos conseguir en el nuevo país. Incluso incorporamos un menú especial para ese día, así como el “turkey” lo es para el Día de Acción de Gracias. Ese día nos juntamos en una mesa larga, cada uno aporta un poco para sumar a la mesa… y lo de siempre, las bromas esperables, las anécdotas que se repiten, las risas, el quejarse por comer mucho, incluso hay quien se excede con los brindis.

 

Es que los brindis son el momento de agradecer, como siempre el estar vivos, el estar juntos, el construir futuro, los hijos con sus hijos, los nuevos nietos y la reproducción de las tradiciones, en este caso, el festejo de la familia. Quizás en cincuenta años podamos seguir reunidos alrededor de la mesa con el mismo menú y recordar como fue que en Ontario decidieron fijar el tercer lunes de febrero como el Día de la Familia.

A lo mejor dentro de cincuenta años, ojalá sea antes, para que pueda alcanzar a vivirlo, logremos recuperar lo que entregamos en algún momento de la historia. Me refiero a que le entregamos al Estado, como la protección de la familia, el abrigo los días de frio, el cuidado en los momentos de enfermedad, la compañía cuando nos sentimos solos.

En algún momento de la historia, aceptamos el ofrecimiento de las corporaciones económicas proveedoras de trabajo y viajar lejos, a otra ciudad u otro país y dejar la familia. Abandonamos el ancestral rol de contenedor de las necesidades humanas a cambio de: vivienda en las cercanías del trabajo, seguro social y atención médica, solaz esparcimiento y entretenimiento para mitigar la soledad.

 

Ahora, atravesados por esta pandemia, tenemos que reconvertir el festejo, la celebración y acomodarlo a lo virtual. Llamaré a mi familia de acá el día antes para ver si la receta la estoy siguiendo bien, y me sentaré a la mesa con un monitor de la computadora, abriré mi cuenta de Zoom y con mi mejor onda para compartir el almuerzo que se estira hasta la cena con las anécdotas, las bromas y el dibujo compartido del futuro.

 

También en este Día de la Familia sería bueno que cada uno de nosotros se tomara el tiempo de poner sobre la mesa y francamente exponer lo que cada uno siente respecto de esos ciertos temas de los que no se habla. Por ejemplo, como haremos para cuidar a nuestros adultos mayores cuando ellos ya no puedan por si solos, esto a la luz de la vergüenza que ha sido la atención en los L.T.C.H (Hogares de Cuidado a Largo Plazo).

Como haremos con los niños y la escuela en el próximo turno de quedarnos todos encerrados, porque es probable que esto que aprendimos, en este casi año de pandemia, tengamos que ponerlo en práctica. Nuevamente.

 

Estos temas se resuelven en la familia. Entonces celebremos, pero también tracemos los caminos del futuro con algo más que suposiciones o ilusiones. Si no hablamos con franqueza y asumimos, conjuntamente, las resoluciones de los desafíos comunes, habrá damnificados. Como siempre los vulnerables. O como dice un amigo los vulnerados, es decir los niños, las mujeres y los adultos mayores.

 

Desde mi lugar, por la deuda pendiente del Estado y de las corporaciones seguiré golpeando las puertas pertinentes para que me cancelen la cuenta, me devuelvan el depósito que hice. Al que habrá que sumarle lo que pusieron mis padres, mis abuelos y mis bisabuelos. A lo mejor con ese dinero podemos poner bancos en el parque, al lado de mi casa, para que cuando salimos a caminar, podamos sentarnos cada tanto a descansar los huesos viejos.

 

 

Este espacio está abierto para hacer pública su historia. Esperamos su testimonio o comentario. Puede escribirnos al correo:  lineaunohdc@gmail.com