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Boletín de información comunitaria

Consejo de Desarrollo Hispano
Boletín 43. Febrero 19, 2021

De la mano del medio ambiente

por Rodrigo Briones

Una amiga me envió un vídeo por WhatsApp con un recuento de las cosas que nos dejó el año 2020. Hay algunos datos alentadores referidos a la población de animales en peligro de extinción, tierras que se recuperan para el bosque nativo, alguna referencia al salto que dará la medicina con los avances que supone el uso de nuevas tecnologías en la fabricación de vacunas, por ejemplo. El tono esperanzador del video, con fondo musical acorde, nos presenta una serie de datos que nos hacen pensar que estamos en un mundo maravilloso.

 

Me dispongo a verificar la veracidad de todos los datos. La tarea me entusiasma, es mejor que el sabor que nos dejan los noticieros plagados de números de contagios, nuevas cepas y segundas y terceras olas.

 

A poco de andar y sin encontrar la fuente de ese maravilloso mundo, encuentro un artículo que afirma que “… la humanidad tiene un tiempo precioso para actuar de manera drástica y uniforme a fin de reducir las emisiones de carbono y eliminar la actividad económica intensiva basada en los derivados del petróleo, antes de que se materialice el colapso ecológico”.

 

No parece una tarea simple. “… en este desafío también se requiere brindar alivio económico a los trabajadores que cobran bajos salarios o que no tienen trabajo. Hay que reconocer las contradicciones en el modelo económico imperante que creó la crisis climática y emprender una transición social histórica. Eso es algo más que una expresión de deseos”. (1)

 

Los esfuerzos de los políticos, activistas sociales, científicos que pergeñaron el término “New Green Deal” (Nuevo Acuerdo Verde) han buscado un camino de desarrollo sustentable rememorando el “New Deal” (Nuevo Acuerdo) que fue una serie de programas, proyectos de obras públicas, reformas financieras y regulaciones promulgadas por el presidente Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos entre 1933 y 1939. Es decir, fue el camino para salir de la depresión económica de 1930.

 

“La Gran Depresión fue una grave depresión económica mundial que tuvo lugar principalmente durante la década de 1930, comenzando en los Estados Unidos. El momento varió en todo el mundo; en la mayoría de los países, comenzó en 1929 y duró hasta finales de la década de 1930. Fue la más larga, profunda y extendida del siglo XX. Se usa comúnmente como un ejemplo de cuán intensamente puede declinar la economía global”. (2)

 

En este plan que se propone, la diferencia está en lo verde, por aquello de contemplar al medio ambiente, al hacer un programa de desarrollo teniendo en cuenta a todos los actores, no sólo los humanos, sino también a quienes están con ellos y el suelo sobre el que caminan, el aire que respiran y el agua que beben. Una metáfora que nos ayuda a entender de qué se trata.

 

¿Es posible este plan político-económico que fue derrotado en las primarias del partido demócrata? Que además fue demonizado por ser de izquierda durante el proceso electoral del pasado año en Estados Unidos. Y de todo este proceso salió el que hoy es presidente de uno de los países que dictan las tendencias en el mundo.

 

Por otro lado… ¿es verdad lo que afirma el videíto de WhatsApp? No estoy en condiciones de responder ninguna de las dos preguntas.

 

Pero sí puedo decir que, de acuerdo con las neurociencias, si le decimos a un niño que es un genio para las matemáticas, cuando es capaz de hacer una división, probablemente el niño deje de poner empeño en aprender las pasos sucesivos y complejos de la ciencia y termine fracasando cuando tenga que resolver una ecuación de segundo grado.

 

Si no ponemos empeño en ser cuidadosos con el medio ambiente, nos vamos a quedar sin la nave que nos lleva de paseo por el espacio por los últimos 20 o 30.000 años, más o menos. Digo como especie, como Homo Sapiens. O, mejor dicho, la nave seguirá viaje, pero nosotros ya no seremos pasajeros.

 

Entonces vamos a empujar por el New Green Deal. ¡Todos y ahora! Esta sería una buena forma de empezar a tomar contacto realmente con una necesidad de todos, como nos alertó Greta Thunberg. Aquí aparecen de nuevo los neurocientíficos para recordarnos que los humanos nos manejamos con esquemas mentales.

 

Así es que andamos por el mundo con nuestras anteojeras. Porque no podemos vivir en el modo racional y analítico en forma permanente, creamos esquemas mentales desde pequeños y con esos preconceptos analizamos la realidad y tomamos las decisiones en cada momento.

Y en esto juegan un papel importantísimo los afectos y las creencias del ámbito en que nacimos, así, por ejemplo: todos los nacidos en Argentina son egocéntricos, los nacidos en Brasil son buenos futbolistas, todos los alemanes son honestos y los automóviles suecos son duraderos.

 

Con este tipo de marco conceptual tomamos decisiones. Entonces, valoramos o no, las huelgas de estudiantes secundarios los viernes y cada viernes en un nuevo país, hasta que fueron una protesta mundial de una determinada manera. Y entonces llegó Greta a las Naciones Unidas, luego de viajar en un pequeño velero por el Océano Atlántico y habló y nos dio vergüenza a todos, o no. Y cuando iba rumbo a Chile, a una conferencia sobre medio ambiente, justo en medio de una protesta que paralizó el corazón de los chilenos, y un poco mas allá también, o no.

 

Y llegó el Coronavirus, y todo quedó en suspenso.

 

Súbitamente, desde mediados de marzo pasado hay que hacer foco en el Covid19, las vacunas, el encierro y llegar a derrotar esta amenaza. Y ahí está la trampa, en la formulación de la estrategia repetida por políticos, epidemiólogos y responsables de salud pública, a lo largo y ancho del planeta. Vamos a derrotar esta amenaza. Quizás debiéramos empezar a ver las cosas desde otro ángulo. Con otra mirada. Con otra intención.

 

Si vamos a la batalla contra la amenaza a la vida, por si no lo sabía, esa es una batalla perdida. Porque si bien no hemos encontrado aún la fecha de vencimiento en el envase de nuestra vida, lo que sí es seguro es que un día, no se sabe cuando, iremos a completar el ciclo que empezamos cuando salimos del vientre de nuestra madre.

 

Mejor es que vayamos acomodando las cargas para poder convivir con este tipo de desafíos, que por otro lado nosotros solitos nos hemos puesto en el camino, cuando no hemos sido cuidadosos con el medio ambiente. Cuando rompimos el ecosistema donde estaba el coronavirus contenido por, probablemente los murciélagos. Nos metimos allí y lo dejamos traspasar nuestras agotadas fronteras.

 

Ahora empezamos a escuchar sobre la necesidad de vacunarse, porque el sistema inmune de cada uno de nosotros aprenderá cómo hacer para lidiar con una enfermedad que viene encontrando el camino para seguir estando presente en nuestra vida. Y se insiste sobre la necesidad de mantener la protección y el cuidado, la distancia física y la higiene. Y un estado de estrés bajo, una buena alimentación, un ejercicio moderado pero constante y bien se podría agregar, mantener un estado de equilibrio con el medio ambiente.

 

Me decía un amigo que se tentó en el supermercado y compró mandarinas. Una buena fruta, con contenido de Vitamina C, muy acorde con la prevención y fortalecimiento del sistema inmune. Pero, reflexionaba “…vienen de Pakistán. Es decir que, para llegar a la góndola del supermercado del mall, han tenido que viajar miles de kilómetros y por tanto gastar mucho combustible…”, que como dijimos degrada el medio ambiente al limite de poner en riesgo la vida.

 

Mis gatos me miran, dos de ellos se han subido a la mesa. Son las 9:45 de la noche y ellos comen a las 10pm. Me están diciendo que es la hora de comer. Que me toca a mí abrir el refrigerador y sacar de un frasco con su comida y servirles en su plato. Ellos saben que los “tupper” están allí. Nos han visto guardarlos el día que elaboramos su compleja dieta balanceada. Está lista la comida, pero ellos aún no la tienen. Es nuestra obligación darles de comer. Nosotros los sacamos de la naturaleza para que vivan dentro de la casa. Uno de ellos podría sobrevivir cazando animales pequeños y no tanto. Los otros dos no. Cuando coman, se irán despacio a darse una ducha de gatos, corretearse por un rato por debajo de las camas y después dormirán a nuestro lado hasta las 6 am en que nos recordarán que les toca el desayuno. Ese ritmo no puede ser obviado.

 

Veo las ardillas hociquear en la tierra de las macetas congeladas del patio buscando alguna raíz que llevarse a su cueva. Estoy tentado de darles comida. De hacerlo rompería el equilibrio, ese animal vendría todos los días a mi ventana. ¿Y si no les proveo de comida, le pasaría lo que al niño que es coronado genio por el padre porque resolvió una división, fracasaría en su supervivencia?

 

Un amigo rescató una planta de las garras de un gato y le hizo un espacio entre sus macetas. La planta recuperó vigor y el otro día le regaló una flor, agradeciendo la luz y el agua que le brindó. Ese gesto de la flor despertó más que una sonrisa en mi amigo. Este simple ejemplo nos habla de la consonancia con el medio ambiente, la planta creciendo firme le regala una flor, que en su colorido reduce el estrés de mi amigo por la alegría de ver la expresión de la naturaleza pegadito a su sillón mientras trabaja en un reporte.

 

Si no estamos en correspondencia y no vivimos de conformidad con el medio ambiente que nos rodea, hemos perdido la consonancia. En el coro de la naturaleza estamos dando una nota desafinada, podría asegurar que unas cuantas octavas más abajo de la sinfonía planetaria.