Línea Uno CDH

Boletín de información comunitaria

Consejo de Desarrollo Hispano
Boletín 51. Mayo 7, 2021

La formación de las ideas comienza siempre
con nuestra propia experiencia

por Duberlis Ramos

Photo CERN

 

Con la expansión de un simple átomo comenzó todo,
de acuerdo a lo conocido de las convenciones y ciencia actual.
El así llamado “big bang” marca el origen de
nuestro universo y cosmos que nos
rodea hace 13 810 millones de años…


A partir de nuestra infancia nos maravillamos al ir descubriendo el cielo y las estrellas. Particularmente observando desde el alto de la colina la redondez de la tierra y lo inmenso del océano. Como que nada tenía sentido pues  ¿Cómo era que estábamos pegados a una tierra que navegaba en la danza de los planetas, y salía el sol, salía la luna? ¿Cómo explicarnos las estaciones del año, el frio, el calor, la lluvia, el viento, los relámpagos, los terremotos y lo fantástico de los inviernos sureños…? 

 

La experiencia infantil de ir al mercado lleno de colores, en algunos tiempos del año lleno de frutas frescas de los más variados tonos y aromas. El pescado de todos tamaños y formas y para que hablar de los mariscos y moluscos de más caprichosos diseños y enigmáticas conformaciones, todos productos de un mar ricamente provisto de una diversidad y vida. Todo lo podíamos observar en exposición en los diferentes puestos de nuestros vendedores.  Otra cosa que también nos intrigaba mucho en la infancia  era la variedad de hongos, champiñones de los mas también diversos colores y formas que venían de nuestra próxima selva araucana. En la práctica diaria, esto era muy interesante pues al caminar finalmente por tal zona geográfica, con la humedad tradicional de la tierra de los grandes helechos y nuestra propia orquídea llamada copihue, siempre alrededor encontrábamos también vistosos hongos, ¡pero no! Casualmente los más llamativos e intrigantes eran los peligrosos y potencialmente venenosos que montaban  su maravillosa defensa.

 

El punto de seducción  final era el color y el capricho ecológico de lo que nos rodeaba tan rico y con su paleta de verdes. Que pintaba desde lo más pequeño de las plantas pegadas al piso, a los grandes y viejos árboles que mostraban sus años y sabiduría  con sus diferentes caparazones y alturas. Todo esto con un silencio de fondo matizado por una variedad privilegiada de pájaros. Paladines de este universo con una multitud de cantos, silbidos y llamados de atención. Algunos viviendo cerca del suelo, otros más arriba en las copas de los árboles, y los que volaban aún más arriba en el cielo por sobre las empinadas montañas. Todo esto era lo que nos rodeaba. Desde la distancia recuerdo antes del talado o corte de los bosques y antes de la pesca que casi dejó vacío de especies ese mar que tranquilo e inocente nos baña y nos alimentaba. Ese mar también generoso en algas y plantas marinas que en los inviernos se convertían en la comida que nos alimentaba casi gratuitamente. El mar que en definitiva resultaba ser nutricioso para nuestros paladares, en oportunidades demasiado exigentes como niños que preferíamos otras golosinas. El cochayuyo, Durvillaea antarctica , alga común en Chile,  era uno de esos alimentos modestos pero rico, sobre todo cuando lo cocinaban con papas, zapallo, zanahorias y maíz molido más otras simples verduras, comida conocida como charquicán… delicia ancestral…

 

¿Pero por qué hablo de este tema? Ni siquiera con gran orden¬ y solo como parte de mi eclecticismo tradicional. Esto pues quisiera comentar  como nos hemos movido hacia una realidad actual en la cual nuestra humanidad se encuentra con sus emociones en conflicto. La realidad aparece complicada y difícil de comprender y lo que para mí es más enigmático aun,  la discusión acerca de los fenómenos naturales, la vida y la ciencia.

En su efecto, creo que cada generación se relaciona con su entorno y de esta relación y su observación se desarrolla conocimiento colectivo y también sabiduría. Por supuesto que existen nuestros seres designados que se especializan en tal materia y van llevando la cuenta de que es lo que ocurre y como ocurre y se producen las cosas. Cuentistas y filósofos, estudiosos de lo que nos rodea, este ha sido su labor desde los orígenes de nuestra llamada civilización…  sumando o restando algunos miles de años. Esta labor, tiene como objetivo avanzar en esencia la calidad de la vida humana, y en su formación académica sin excepción hay un compromiso ético con tal mandato. Pero todo esto que está basado en la suma acumulada de conocimientos y en los mecanismos de corrección componentes de cada disciplina científica hoy aparece menos claro y casualmente cuestionado en muchas circunstancias por individuos o ideas que emergen de la oscuridad y cuyo único interés es generar inseguridad y desazón.

 

Frente a esta situación generada en parte por la dialógica de la tecnología cuyo lado oscuro es su utilización con propósitos nefarios lo cual acelera la circulación de información, pero también puede hacer lo opuesto. Por otra parte creo que también el otro peligro es el distanciamiento de la comunidad científica del resto de la sociedad lo cual hace que la discusión de las ideas, y la creación de conocimiento se transforme en propiedad de muy pocos mientras que la gran colectividad se transforma en un margen intelectual desconectado de la experiencia transformativa  del conocimiento. Esto último no sería sorpresa entonces si genera resistencia cuando no hay comunicación entre ambas partes de la sociedad.

 

Qué hacer?  Por ahora el llamado es a usar el pensamiento crítico y la reflexión. También de alguna manera es muy importante el ocuparnos y usar nuestras energías positivamente. Las obras, las acciones y pensar que está en nuestras manos la posibilidad de hacer de nuestra realidad algo más saludable y próspera. La curiosidad, la intuición y todo lo que cada uno de nosotros ha vivido y experimentado nos pueden ayudar siempre pues más que “seres” –estáticos-  somos un constante “devenir”. Para concluir esta historia, esa es nuestra gran oportunidad como comunidad y humanidad. Por ahora la inteligencia artificial no podrá superar nuestra inteligencia natural.