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Boletín de información comunitaria

Consejo de Desarrollo Hispano
Boletín 54. Junio 18, 2021

215, 319, 500, 4100, 10.000

por Rodrigo Briones


En la ciudad capital de la isla del Príncipe Eduardo en 2008 se votó para erigir una estatua que conmemorara la creación de la Confederación. El artista que ganó el concurso dijo “que en todas las lecturas que hizo sobre Sir John A. antes de comenzar a trabajar, no se encontró con la historia de racismo de Macdonald, ni su participación en la creación de escuelas residenciales. Las personas con las que trabajaba en Charlottetown tampoco le dijeron nada parecido.

 

A fines de mayo, poco antes que saliera a la luz el descubrimiento de los cuerpos de 215 niños indígenas en los antiguos terrenos de la Escuela Residencial Indígena Kamloops, el Concejo Deliberante de esa ciudad había votado por balancear el homenaje. Darle un giro a la figura de Macdonald sentado solo en un banco. Es que las quejas nunca cesaron por parte de quienes se han sentido ofendidos por esa imagen, y han realizado protestas permanentes en ese lugar. La idea fue morigerar el efecto, sentando a su lado a un adulto mayor de las primeras naciones, en un eterno e imaginario diálogo conciliador.

 

Ahora la escultura en bronce del inaugural primer ministro de Canadá, John A. Macdonald, sentado en un banco del parque con el asiento a su izquierda vacío, fue retirada del paseo Victoria Row en Charlottetown, el lugar de nacimiento de la Confederación y fue arrumbada en un lugar incierto.

 

Es probable que a ese mismo sitio muchos desearían poner la tremenda controversia que se ha instalado en Canadá desde la aparición de los 215. Otros no. Por ejemplo, Cindy Blackstock, quien ha estado luchando contra el gobierno federal en nombre de los niños de las Primeras Naciones y sus familias durante más de 14 años.

En los próximos días, Blackstock y la First Nations Child and Family Care Society of Canada, junto con la Asamblea de las Primeras Naciones y otros grupos interesados, estarán de regreso en la Corte. Allí, el gobierno está tratando de revocar una decisión del Tribunal Canadiense de Derechos Humanos que ordena a Canadá compensar a los niños de las Primeras Naciones por los daños que sufrieron como resultado de la discriminación "deliberada e imprudente" del gobierno.

Blackstock presentó su queja de derechos humanos contra el gobierno en 2007, alegando que Canadá estaba discriminando a los niños de las Primeras Naciones al no financiar sistemáticamente el bienestar infantil y otros servicios sociales.

 

El clamor por las atrocidades que quedaron expuestas a la vista de todos llegó hasta el Vaticano y hay muchos que se preguntan que dirá el Santo Padre, ahora que le están degollando a sus palomas. Cuánto ha de pasar para que el pedido de perdón salga de los labios de Francisco, el Papa argentino, quien ha mantenido una actitud prudente frente a este doloroso suceso.

 

Se estima que 150.000 niños indígenas pasaron por las escuelas entre su apertura, alrededor de 1883 y su cierre en 1996. Desde que asumió el cargo en 2015, el primer ministro Justin Trudeau ha priorizado la creación de una lista de 94 acciones para conmemorar a los estudiantes y mejorar la vida de los pueblos originarios. Pero los líderes indígenas creen que el gobierno aún tiene un largo camino por recorrer.

 

Según estimaciones conservadoras de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, aproximadamente 6,000 niños murieron en medio de abuso y negligencia mientras estaban en el sistema de escuelas residenciales. La cifra oficial, sin embargo, quedó en 4.100.

 

Una de las tareas más agotadoras de la Comisión que trabajó por más de siete años fue intentar determinar cuál era el número total de vidas perdidas en el sistema escolar residencial. Murray Sinclair, un exjuez y senador que encabezó la comisión, dijo en un correo electrónico la semana pasada que ahora creía que la cifra iba "mucho más allá de los 10,000".

 

Durante un debate especial en la Cámara de los Comunes, el primer ministro dijo que Canadá le había fallado a los 215 niños cuyos restos fueron descubiertos, así como a los otros niños que nunca regresaron a sus comunidades de las escuelas residenciales.

 

Lo saludable de este momento es que nos permite a todos aprender, para que no nos pase como al escultor que trabajó el bronce para homenajear a uno de los artífices del sistema de las escuelas residenciales. De no hacerlo podríamos volver a encontrarnos con hechos de violencia supremacista, como el que nos enmudeció cuando la vida de una familia en London fue segada: Talat Afzaal, Salman Afzaal, Madiha Salman, Yuma Afzaal. El único que sobrevivió fue Fayez Afzaal, un niño de 9 años que acaba de salir del hospital. No puedo encontrar las palabras adecuadas para decir lo necesario frente a tanto horror. Puedo intentar explicarlo, todos sabemos muy bien que el odio existe en nuestras comunidades. Muchos de nosotros lo hemos experimentado en carne propia, misoginia, anti-Queer, anti-musulmán, anti-asiático, anti-negro o anti Latino Hispano. Cualquier forma “anti” implica odio. Sin embargo, el horrible acto cometido en London fue estremecedor. El joven que lo perpetró está siendo hoy acusado de terrorista. ¿Es este tipo de resultados el que queremos tener como sociedad?

 

Como latinoamericano no puedo menos que recordar los actos supremacistas que llevaron adelante gobiernos militares. Estaban convencidos que hacían el bien cuando denigraban, violaban y torturaban presos, los maniataban y tiraban a una fosa común o al río, o también desde un avión. A las mujeres secuestradas que estaban embarazadas, esperaban a que tuvieran sus bebes para apropiarse de ellos.  Los apropiadores uniformados y civiles los criarían en el modo de vida occidental y cristiano que los autoritarios y supremacistas mesiánicos querían preservar.

En un acto de reparación y como política de Estado, durante el mes de junio la Cancillería Argentina ha canalizado una actividad conjunta. El Consulado de Argentina junto con Abuelas de Plaza de Mayo está instalado en Toronto. Se trata de acompañar a quienes nacieron entre 1975 y 1982 que tengan dudas respecto de su origen. La tarea es proveerles de todo lo necesario para tener certeza de su identidad. Para ellos, para que recuperen su memoria tapada, negada, ocultada. Enterrada.

 

Escuché el testimonio de una ingeniera que estuvo 7 años presa en la cárcel de Devoto. Dijo que cuando salió no tenía odio, sólo pedía “ni olvido, ni perdón”.

Para que esto sea algo más que una consigna debiera haber un acto de contrición, es decir arrepentimiento de una culpa cometida. Como recordaba un trabajador social formado en la escuela de leyes, “a confesión de partes, relevo de pruebas”.

 

En esta sociedad que se moviliza detrás del resarcimiento económico, hacer frente a la culpa por haber hecho desaparecer no 500 niños, como en el caso argentino, sino los más de 10.000 de los que sospecha el juez Sinclair, la sola idea de la cifra pone a temblar más de uno.  

 

La única garantía de no poner junto a la estatua de MacDonald, en el desván del olvido, estas heridas abiertas es que seamos capaces de enfrentar sus consecuencias. Pero con todas las cartas sobre la mesa. Aceptando la cuota de responsabilidad que, como miembros de esta sociedad cada uno de nosotros tiene, deliberada o inconscientemente. No buscando culpables, para sentirnos tranquilos que los responsables están detrás de las rejas. No es demonizando a unos pocos que perpetraron el acto ominoso que vamos a lavar nuestra cuota de responsabilidad, por callar frente a la violación de los derechos humanos. Mañana no tendremos autoridad moral para defendernos de la retaliación. Y así perpetrar un ciclo de venganza interminable. Solamente la justicia restaurativa nos podrá ayudar a superar esta visión parcializada.

 

El pasado fin de semana se terminó el más largo período de un mismo gobierno en Israel. Horrorizado porque el saliente gobernante “intenta llevar a todo el país a su Masada personal”. El flamante emergente de una coalición de partidos, recordaba el suicidio colectivo de cientos de nacionalistas judíos, antes de caer derrotados por las legiones romanas en una fortaleza junto al mar Muerto, hace cerca de dos milenios. Naftalí Bennett apeló entonces a la reconciliación de los israelíes. “Me he sentado en un Gobierno con personas de distintas opiniones. Ustedes no saben sentarse con nadie” dijo Bennett abriendo la posibilidad de un diálogo de todos, para encontrar el camino juntos.

Toronto 16 de Junio 2021