Viñetas Número 64

Reflexiones, diálogo y comunidad
Línea Uno CDH
Boletín No 64, Toronto, Octubre 1 de 2021
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Viñetas Número 64

Boletín Línea Uno 64 Informativo y cultural - Cosejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
1 October 2021

por Luis Carrillos

 Casa fuera de la casa
   
Con la pandemia, la administración del centro comercial de Jane y Finch puso fuera de uso y, rodeando con cinta amarilla  las mesas y barras interiores, donde además de grupos de hombres asiáticos, surasiáticos,  afro canadienses y demás, Lito, Freddy, El Moco, Tito Tripa, Loncho y otros panas, cuates, cheros, homs, etc., se sentaban para pasar la tarde, hasta que los guardias de seguridad del establecimiento llegaban a removerlos, porque se habían pasado del tiempo permitido para quedarse más en ese lugar.

Parecían” dice Raff “como cuando de niños jugábamos el juego que íbamos a uno de los participantes y le decíamos Cuartillo de Aceite y nos respondía En la Otra Esquina. Y uno caminaba a esa esquina. Así parecían esos, andaban de esquina en esquina hasta que podían volver a la mesa. “Entonces que el mall y sus mesas era la casa fuera de la casa’ para esos batos,” concluye Raff.

Esta dinámica desapareció con la pandemia. Los muchachos tomaron la esquina de los pinitos ‘lado sur oeste de la plaza’. Allí no sólo se congregaban, sino que a diferencia del interior, consumían cervezas o licor. También de allí los desalojaron los guardias de seguridad, lo que los convirtió en indigentes. No de su casa familiar sino de su casa imaginaria-social-fraternal. Eso los hizo ir a asentarse en una zona verde municipal, donde instalaron la carpa azul que hemos mencionado en viñetas anteriores, donde decíamos que Lito Cuchillo  y su mara se instalaba en zona verde...

Lo continuado o conclusión de esta historia es que esa mara se ha vuelto a quedar sin hogar social-fraternal. La policía, de acuerdo a Raff, llegó en fuerza numérica escoltando camiones para llevarse la ‘mueblería’ que ellos habían traído para su conforte y comodidad.

Yo pase un día por allí cuando la carpa aún funcionaba y al pasar cerca de allí se me acerco uno de ellos y me dice “Que tal maestro. ¿No le gustaría una heladita? -cerveza helada- Y si no, venga en otra ocasión y dígales a estos batos, señalando a los otros muchachos que Tito El Mecánico lo invito. Ellos ya saben quién soy. Yo me las puedo aquí”.  “Gracias Tito”, le digo, “un día de estos vengo”.

Ahora lo único que queda es el espacio trillado del camino que habían formado del pavimento a la champa donde estaba empezando a reverdecer. Vale mencionar que, aunque estábamos al aire libre, Tito El Mecánico y yo cuando se acercó a hablar conmigo se puso mascarilla. Yo tenía la mía puesta. “Es importante ver que las personas, no importando las circunstancias, observen las medidas de seguridad.” Pensé.

La historia de Lito Cuchillo y los muchachos de la carpa azul (Casa fuera de la Casa) no termina con el desmantelamiento. Me cuenta Raff que dos días después de que les quitaran su albergue, para disipar el desconsuelo por la perdida, ellos decidieron darle la despedida a la champa echándose unos ‘buenos’ tragos y optaron por una botella de Johnny Walker Black Label, de cuarenta onzas que cuesta más o menos $115.00. “Hicieron la cabuda entre todos ellos, y mandaron a Loncho a traerla. Una vez que la tenían, se fueron a un lugar cerca del predio donde estaba la carpa y comenzaron con los brindis, iniciando con el de rigor derramado un chorrito en la grama ‘por los carnales que se “han ido”: El Sombreron y El Chele Aldo. Se brindó por los aun vivos, por la champa, porque se termine esta (*!!*) pandemia, etc.

Esta fue la forma única de estos amigos de despedirse de su casa social y que ahora son indigentes y que se juntan en una esquina por el edificio donde vive Chepito viendo el predio con nostalgia donde estuvo su carpa azul.

Dos experiencias mostrando certificados de vacuna

El miércoles 23 de septiembre acompañe para traducir de inglés a español y viceversa a Chela a una cita con su abogada. La hora del encuentro era a las 10am en punto. Habíamos decidido encontrarnos a las 9:30, tiempo amplio para conversar y ponernos de acuerdo. La cosa es que teníamos espacio para tomarnos un café. Nos fuimos a la zona de comida en el subsuelo de un complejo comercial y de oficinas. Compramos el café y nos fuimos a las mesas. Allí nos encontramos con que el lugar estaba rodeado con una cinta plástica amarilla vedando el paso, pero por una entrada con un rotulo prominente que decía “Proof of the two vaccines required to enter the food court” (Prueba de las dos vacunas es requerida para entrar a la zona de comidas). Chela y yo felizmente íbamos preparados con nuestras respectivas pruebas. Ambos llevábamos los dos recibos que el gobierno provincial provee cada vez que se pone la vacuna. La persona en la entrada felizmente nos dejó entrar dándonos las gracias por ir “preparados.”

Unos minutos más tarde, tres mujeres como de unos treinta años se acercaron a la entrada queriendo ir a una mesa y no pudieron entrar. No llevaban las pruebas necesarias. Se retiraron refunfuñando contra el gobierno por la medida de exigir pruebas. Chela y yo continuamos gozando de nuestro cafecito.

Tres días después, el sábado 25 fui a cortarme el pelo y pude ver como en un salón de belleza adyacente a mi barbería se estaba practicando esa medida de pedir prueba de las dos vacunas. Mi barbería no lo pedía quizá porque solo son tres barberos. En el salón de belleza son por lo menos diez operarias. La ventaja es que hay rótulos grandes y visibles en el frente anunciando que para entrar era necesario presentar las pruebas.

Estas situaciones, que de acuerdo a la media son numerosas en toda la provincia son consecuencia de que “para el día septiembre 22, 2021 todos los residentes de Ontario necesitaran estar completamente vacunados (dos dosis más 14 días) y presentar su prueba junto con un documento de identidad con su foto para tener acceso a ciertos lugares y establecimientos públicos. Este decreto se enfoca en lugares y establecimientos cerrados de más alto riesgo donde cubre caras no puedan siempre ser usados e incluyen:

  • Restaurantes y bares excluyendo patios, lo mismo que entregas de comidas y/o para llevar,
  • Clubes nocturnos incluyendo las áreas exteriores del establecimiento
  • Lugares para reuniones y eventos, tales como salones para banquetes y centros para conferencias y convenciones,
  • Lugares utilizados para deportes y actividades físicas, como las de ejercicio físico personal tales como gimnasios, lugares recreacionales con la excepción de actividades recreativas para jóvenes.
  • Clubes de baile, saunas y otras clases de clubes.

Movimiento en el vecindario

El 24 de septiembre, alrededor de la 8:30 de la mañana, yo me dirigía a la oficina que está ubicada en una zona bastante poblada y cercana a la Universidad York, la tercera universidad más grande de Canadá. En esa zona confluyen también dos escuelas secundarias, una pública y una católica, una escuela de educación media, una escuela elemental y un jardín infantil. Dentro de este universo, cuando se aborda el bus este va abarrotado y usted lo comparte con niñas y niños, adolescentes y jóvenes adultos de ambos géneros. Cada quien a su respectivo centro de estudios. La misma aglomeración sucede en las aceras de la esquina donde si va para la universidad camina hacia el norte, si va a la escuela secundaria pública, o de educación media camina hacia el sur, si a la secundaria católica hacia el este, o si va a la escuela elemental y jardín infantil hacia el oeste.

En consecuencia, a nivel personal, yo que trabajo con personas en forma personal y que el compartir el espacio, ya sea en el transporte público o en las aceras con esta multitud de gente me trae alegría y satisfacción. El ver tanta gente en movimiento me hace pensar que vamos conquistando la pandemia.  En el ambiente, podemos ver niños caminando a la escuela acompañados de sus madres empujando coches, adolescentes actuando a lo adolescente como dirían acá: With no care in the world -sin ninguna preocupación del mundo-, jóvenes adultos concentrados en sus pensamientos y, por último, personas que van a sus trabajos. “Ah, que viva la vida” termine pensando cuando me bajé del bus y comencé a caminar hacia la oficina haciendo recolección de que todo mundo llevaba puesta la mascarilla correctamente.

Una vez más, gracias por haber leído mis historias en las que quise presentar tres fases en mi universo dentro del presente nuevo normal que Covid-19 impone a la nación. ¡Hasta la próxima!   





contribuye   pixotronmedia
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1280 Finch Ave West, Suite 203
North York, Ontario, M3J 3k6
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