Viñetas Número 70

Reflexiones, diálogo y comunidad
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Boletín No 70, Toronto, Noviembre 12 de 2021
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Viñetas Número 70

Boletín Línea Uno 70 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
12 November 2021

por Luis Carrillos

 En las últimas semanas viajando en el transporte público como trenes subterráneos, autobuses y tranvías he observado dos fenómenos. Primero, que en unas ocasiones todas las personas van con mascarillas y segundo que varias personas van sin ellas, mostrando una actitud de “qué me importa lo que el mundo piense”. Y, si por alguna casualidad usted cruza la mirada, le devuelven esa actitud como dice el dicho, “tirando dagas”.

El domingo 31 de octubre fui de visita donde mi hermana y en el tramo del viaje de ida tomé el tren subterráneo, viajando de este a oeste. Siendo un domingo, como las diez de la mañana, íbamos pocos pasajeros en el vagón, unos veinticinco calculé. De esta cantidad, iban cinco personas sin mascarilla: dos mujeres y tres hombres. De las mujeres, ambas de piel blanca, una persona de unos treinta años muy elegantemente vestida a lo otoñal y la otra de unos cincuenta, con indumentaria no tan vistosa como la de la joven, una ropa casual que mostraba ser de clase media.  De los hombres, un adulto mayor de piel blanca y dos hombres afro canadienses. De estos últimos, uno tendría unos cuarenta y cinco a cincuenta años y el otro entre veinticinco y treinta. En cuanto a su vestimenta, iban como decimos en mi país vestidos “con ropa de domingo.” El otro, el más joven, tenía sus ropas como las personas sintecho.

Lo ventajoso en este momento y lugar, es que cada vagón del tren tiene, de acuerdo con la Comisión de Tránsito de Toronto, una dimensión de 23 metros de largo, por 3.14m de ancho, y 3.65m de altura, dando con esto un espacio suficiente para el distanciamiento social necesario. Yo, por lo menos, traté de poner la mayor separación posible entre las dos mujeres y los tres hombres. Esto hubiera sido difícil en días de semana o en horas de mayor circulación.
Al ver esto pensé, ¿por qué será que en un sólo lugar y en un día particular, con tan poca cantidad de gente, se ve esto?, ¿será este un porcentaje representativo de las personas anti-mascarilla en la ciudad?

En un estudio publicado en septiembre del 2020 se decía que el “83% de encuestados respondieron que el gobierno debería ordenar que la gente use mascarilla en todos los lugares cerrados”. (1)  Lo alentador de este ejercicio empírico de muestreo espontáneo, es que el porcentaje de los que llevábamos las mascarillas puestas es mucho mayor. Es decir, aquellas personas que no necesitamos que se nos obligue para cumplir con esta ordenanza.

El otro incidente se dio un domingo anterior, el del 24 de octubre. Ese fue el día que participé en la limpieza de la rivera de un río, que les conté en las historias de la semana pasada. Yendo al lugar de encuentro con la colega Elsa, alrededor de las 9 de la mañana, el autobús tampoco iba repleto. Yo iba sentado en los asientos azules, que son especiales para adultos mayores o para personas con discapacidad.  Un par de personas mayores iban en los asientos de enfrente. De pronto en una parada, se sube una persona de unos veinticinco años, absorto en su celular, y se sentó a la par mía. No llevaba la mascarilla puesta. Mi reacción inmediata fue decirle o, mejor dicho, preguntarle: “No mask?”, y lo dije como decimos por allá “sin querer, queriendo,” en voz que demostraba un llamado de atención. Al mismo tiempo, me levanté del asiento para irme a la parte de atrás del bus, donde había espacio más amplio y era más fácil guardar distancia.

El muchacho, instintivamente, se agarró el cuello de la chaqueta con la mano derecha para cubrirse nariz y boca y no lo logró, pues por supuesto estas prendas no están diseñadas para eso. Sin embargo, continuó con los ojos y los dedos de la mano izquierda en el celular, haciendo caso omiso al asunto de la mascarilla o a las miradas de recriminación de las señoras sentadas enfrente.

Ellas, viendo la indiferencia del joven, optaron por seguir mi ejemplo y se fueron, a regañadientes, a sentar en los asientos posteriores. A los minutos, las demás personas sentadas en los asientos adyacentes, donde iba el muchacho, también pusieron distancia. Absorto en su celular, el joven mostró no darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Estaba quedando aislado en un amplio espacio en el frente del bus. Ahí quedó cuando me bajé del transporte.
La actitud de estas personas me hizo recordar un estudio que leí cuando investigaba el por qué las personas se niegan a usar mascarilla, a pesar de tantas y tantas recomendaciones de las autoridades de salud pública. Esto explicaba el informe:  “Una cultura colectivista es una en la cual la necesidades y los intereses del grupo son prioritarias sobre las individuales. En el contexto de usar la mascarilla, las personas en las culturas colectivistas puedan estar más inclinadas a considerar el uso de la mascarilla, en dos formas: por responsabilidad y señal de responsabilidad de que en todo el mundo estamos juntos en esta realidad (la pandemia). En contraste, una cultura individualista es una en la cual las metas e intereses individuales toman prioridad sobre el grupo. Las personas en estas culturas podrían estar más inclinadas a decir son libres de decidir no usar mascarilla, o en el caso de algunos anti-mascarillas que protestan y profesan: “Si yo me voy a enfermar de COVID-19 y me muero de eso, que así sea”. (2)

Mascarillas para compartir

Ya hablamos del lado oscuro en estas historias, sobre la mascarilla como una obligación diaria y algunas situaciones desagradables. Ahora le pondremos el lado soleado.

Esta tercera historia se trata de un día que veníamos de la oficina con la colega Lida y entramos a la estación del tren subterráneo de Finch West, donde ví a dos personas con el uniforme de la Comisión de Tránsito de Toronto, cargando una inmensa caja de cartón. De pronto, algo me dio por voltear a ver e indagar más. Ahí me di cuenta de que de la gran caja estaban extrayendo paquetes y dándoselos a las personas que pasaban por allí.

Me llené de curiosidad y fui a investigar de qué se trataba.  Estaban dando paquetes conteniendo cincuenta mascarillas cada uno. Pues ni lento ni perezoso, alargué la mano para obtener el mío. Mientras esto pasaba, veo que Lida también tenía un paquete en sus manos. “Toma, para la oficina”, me dijo mientras me lo pasaba.  

Sin embargo, la historia de los paquetes con mascarillas no termina allí. Yo iba camino a una sesión de ‘consejería ambulante’ con mi clienta Chela y cuando nos encontramos, ella también tenía un paquete con otras cincuenta mascarillas que había obtenido de la misma forma, pero en otra estación del tren subterráneo. Entonces, en el término de una hora, me encontré con 150 mascarillas en mis manos. Un paquete fue repartido entre mis vecinos y clientes. Los otros, continúan en reserva.

La acción era impulsada por la Comisión del Transporte de Toronto (TTC), como un servicio al público. Como poniendo en práctica los anuncios que aparecieron en las casetas del transporte público donde se leía: “If you forgot your mask, we will give you one.” ‘Si usted olvidó su mascarilla, nosotros le damos una”.

Eso, digo yo, les da derecho a las autoridades a mantener su constante anuncio en los altavoces de trenes, buses, y tranvías: “El uso de mascarillas o cubrimiento de la cara es obligatorio en los vehículos de la Comisión de Transporte.”

Historia de Martín

El viernes 5 de noviembre, que dicho sea de paso es la fecha celebrada en Centroamérica, por ser el Primer Grito de Independencia de Centroamérica (3), me encontré con Martín, también centroamericano.

Yo pensé que comenzaríamos la sesión recordando esas efemérides, más no fue posible. A Martín le urgía otra cosa. Es que tenía un examen médico, al cual necesitaba ir acompañado. Entonces, apenas le pregunto qué cómo está, su respuesta inmediata fue decirme la necesidad que tenía. Felizmente, una estimada colega y compatriota centroamericana -cuyo nombre no menciono porque sé que así lo prefiere- se ofreció a acompañarlo. La sonrisa de alivio de Martín iluminó el ambiente. “Don Luis, ustedes en esta oficina son bien efectivos,” opinó. A lo que respondo: ¡Qué siga alumbrando el sol!

¿Pero qué relación tiene esta anécdota con la mascarilla? Bien, pues cuando me disponía a ver a Martín, tomé un paquetito con cinco mascarillas de las que tenemos en la oficina para compartir. Otro de los servicios que el Consejo de Desarrollo Hispano le ofrece a la comunidad donde servimos. Al momento de ofrecérselas, Martín me responde: “Gracias don Luis, pero le cuento que tengo bastantes. Fíjese que el otro día en la estación de Dundas West un trabajador de la TTC se acercó a mí y me dijo ´you are the lucky man today´ (Usted es hombre de suerte hoy), dándome una caja con cincuenta mascarillas.” ¡Otra noticia soleada! pensé.



 
Notas:

(1) Global News, Majority of Canadians say wearing a mask during coronavirus pandemic is a civic duty: poll:
https://globalnews.ca/news/7350128/canadians-support-wearing-mask-coronavirus/

 
(2) Somers, Meredith, “How cultural psychology influences mask-wearing”, MIT Management Sloan School:
https://mitsloan.mit.edu/ideas-made-to-matter/how-cultural-psychology-influences-mask-wearing







contribuye   pixotronmedia
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