Viñetas Número 76

Reflexiones, diálogo y comunidad
Línea Uno
Boletín No 76, Toronto, Deciembre 24 de 2021
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Viñetas Número 76

Boletín Línea Uno 76 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
17 December 2021

por Luis Carrillos

Estimadas amigas y estimados amigos, una vez más llegando a ustedes con estos retazos de mi diario vivir. En esta ocasión, les relato tres historias, la principal será sobre el crecimiento del capital social del Consejo de Desarrollo Hispano (HDC) con la infusión de energía, experiencia, talento y entusiasmo, a medida que termina el 2021. Las otras dos historias se refieren a un tema de gran relevancia: las mascarillas y la necesidad de su uso permanente y adecuado.

Construyendo camaradería   

Encontrándonos los cinco nosotros del personal Consejo de Desarrollo Hispano (HDC) Lida, Ingrid, Carmen Delia, Fernando y yo en el salón de reuniones/comedor de la oficina del HDC y, después de haber concluido la programada reunión de trabajo del personal de la agencia, nos dispusimos a tener una tertulia con café o té, acompañado de una sabrosa quesadilla salvadoreña. Los temas eran variados, hablamos como pasamos el fin de semana, la pandemia, familia, amigos, etc. En otras palabras, la socialización necesaria entre trabajadores comunitarios de la misma entidad, después de haber tenido una hora intensa de informes, consultas, planificación, etc. Es necesario mencionar que todos teníamos puestas las necesarias mascarillas como lo requiere el protocolo. Sólo nos las bajábamos cuando nos llevábamos los bocadillos o las tasas a la boca. El aparato purificador de aire también estaba encendido.   


Algo que flotaba en el ambiente es que este es el primer día de la última semana del periodo de práctica de la colega Ingrid en su jornada a graduarse como Community Social Worker -Trabajadora Social Comunitaria en Medix College y convertirse en una luchadora más por los derechos, bienestar, y avance de la comunidad Latino/Hispana en Toronto. Su pasantía fue tres meses por un total de 400 horas, comenzando octubre 12 para finalizar este 17 de diciembre.  

En adición a esto, la colega Carmen Delia, ex alumna del programa y de quien leímos una reflexión en la sección Cartas del Lector de Línea Uno. Ella está practicando a tiempo parcial lo que estudió en el colegio y aprendió en el Consejo. Esperamos que pronto lo haga como trabajadora en alguna de las agencias que le sirven a la comunidad. Su pasantía con el HDC finalizó cuando comenzó la de Ingrid.  De quien también leímos una carta en el boletín. Yo tuve la fortuna de haber supervisado y ser el mentor de ambas en su práctica comunitaria. Quiero decir que aprendí bastante de ellas, acompañándolas en su jornada los últimos seis meses.  

Socializando y leyendo

Volviendo a lo de la socialización, Carmen Delia le pregunta a Ingrid si había leído su carta en el Boletín número 75. Ingrid responde que aún no había podido hacerlo, trayendo con esto una expresión de desilusión de parte de Carmen Delia, y una de culpabilidad de Ingrid, ambas aparentes, pienso. Siguiendo mi senda de consejero y educador, viendo en la interacción una oportunidad que en educación le llamamos teachable moment -momento de educación-, le sugerí a Ingrid que buscara en la internet la carta de Carmen Delia y que nos la leyera y así, satisfacer el deseo de nuestra colega. La lectura de Ingrid fue muy buena, poniéndole el tono y las inflexiones adecuadas, trayendo con ello el interés y satisfacción de nosotros los oyentes.  

Una vez finalizada la lectura de la carta de Carmen Delia y queriendo continuar con la dinámica educativa, le pedí que, en retorno al gesto, ella leyera la carta de Ingrid en el boletín número 74. Ella procedió a hacerlo con los tonos y pausas necesarias, como en la lectura anterior que todos nos deleitamos con los acentos y entonaciones que ambas pusieron a su turno. Coincidimos al unísono con los mensajes que ambas transmiten en sus composiciones: lo de Ingrid, un llamado a cuidar del medio ambiente limpiando la ribera del río, al mismo tiempo de lo beneficioso para la salud física y mental. Lo de Carmen Delia, de lo que se goza haciendo este trabajo y de cómo, si se hace en grupo trae más acercamiento entre las y los participantes. Pienso que ese mismo sentimiento tuvimos cuando escuchábamos a las compañeras leyendo. Sentí que el efecto en el grupo fue tal que el siguiente día que iba caminando y meditando, como suele suceder en esos momentos, es que debería relatarles la historia que para mí fue un momento de educación, de compañerismo y de conexión en el grupo que sólo queda la imagen mental. Me hizo falta dejar grabado el momento con una foto.  

En cuanto a comentarios, ya que el tema del medio ambiente es tan importante y que debido al tiempo no profundizamos más. En cambio, les voy a invitar que visiten los boletines 74 y 75, lean las cartas de Ingrid y Carmen Delia y que nos envíen las suyas. Las publicaremos como ‘Cartas del Lector’ en el boletín.  

Como se ha mencionado antes, la compañera Ingrid terminaba su práctica el viernes 17 de diciembre, o sea que sería su ultimo día en la oficina a nivel oficial.  Camil, la nueva estudiante comenzaría la suya tres días después en el programa de pasantías. Decidí invitarla, lo mismo que a Carmen Delia que terminó su pasantía en octubre, días antes que comenzara Ingrid. Pensé que sería útil para el programa que este día fuera como de enlace, que las colegas le pasen la batuta a Camil, para que cuando comience ya oficialmente su práctica no se sienta como una extraña.  

Como es mi costumbre, cuando en la mesa de reuniones del HDC y si es primer encuentro de personal, en este caso Camil, le pedí a ella que nos compartiera cuál es su interés en el trabajo comunitario social. Su respuesta fue que su mayor interés es trabajar con el tema de la mujer en general y con mujeres jóvenes recién llegadas. En especial, aquellas que no tengan el apoyo necesario y adecuado para su incorporación, adaptación, y crecimiento en el sistema canadiense.  

Esa declaración provocó entre todas las colegas, Lida que se había incorporado y Elsa, una antigua voluntaria de la Asociación de Seniors de Habla Hispana del Gran Toronto (ASHTOR) que había llegado a visitarnos, una intensa lluvia de ideas de cómo asistir y trabajar con Camil en la investigación y preparación de un estudio. El entusiasmo fue tal, que se decidió trabajar para que esté listo y pueda ser presentado en la actividad de la Celebración de La Mujer en el 2022. Camil estaría finalizando su práctica para ese entonces.  

El encuentro terminó decidiendo que para Camil, junto con Lida y conmigo, se decidiera la elaboración de su horario de trabajo y de investigación para su tema de la mujer, revisar documentos relevantes a su programa, los protocolos, etc. La compañera Lida y yo estaremos por lo menos dos días a la semana en forma presencial. El resto, como ha sido la práctica durante la pandemia, se hará desde casa.  

Mascarillas en el hospital

Un día de estos acompañe a Chela a un hospital en el Este de Toronto. Ella llevaba una mascarilla de tela, de color negro muy bonita y bien ajustadita a su cara desde la nariz hasta abajo de la barbilla. Mientras en la cola para pasar a registrarse e ir a su examen con el cardiólogo noté numerosos rótulos a lo largo de la barrera, bordeando el paso hacia la ventanilla de recepción que muestran los tipos de mascarillas no permitidas, en el hospital. Todas aquellas de tela, todas las que tienen válvula para respirar y todo otro medio para cubrir boca y nariz como bandanas, bufandas, tubos cubre garganta que pueden usarse a falta de mascarilla, etc. Enfatizando el mensaje, los avisos contenían fotos de todo lo descrito arriba.   

Cuando llegamos a la ventanilla de registro, lo primero que hace la recepcionista es preguntarle a Chela “¿No te dijeron nada por la mascarilla en la entrada? sólo se permiten mascarillas quirúrgicas”, le dice. Procediendo de inmediato a darle una de color celeste, como usamos la mayoría, instruyéndola que se quitara la que tenía y se la cambiara por la que ella le proporcionó. “Ahora entiendo porque estas son las que nos proveen la alcaldía y la comisión de transporte,” me dije satisfecho que yo andaba usando la correcta.

Mascarillas en el bus

El viernes 17 de diciembre cuando me dirigía a la oficina, en la siguiente parada de buses donde yo abordé, se subieron varios estudiantes adolescentes, de ambos géneros, en su camino a dos de las escuelas secundarias del área. Todas y todos llevaban mascarillas puestas, excepto uno de los muchachos que se fue a parar por la puerta al lado de donde yo iba sentado. Él estaba demasiado cerca, por lo que decidí moverme y preguntarle “¿tú no estás usando mascarilla qué pasa?”  

El muchacho me ve y balbucea unas palabras que yo no entendí. Sin embargo, el hizo el esfuerzo de cubrirse la boca y nariz subiendo el zíper de la chaqueta. Yo, al ver su intención de cumplir con las instrucciones de las autoridades de salud de cubrirse la boca y nariz, le digo “¿Quieres una mascarilla? Yo tengo una extra,” mientras le decía esto, busqué dentro de mi mochila, saqué un paquetito y se lo di. Para ese momento él se había sentado en el asiento que yo había dejado vacante y se le notaba ya con una actitud de calma. Al momento le doy el paquetito, del cual el joven busca en el interior y saca el contenido. “Hay dos mascarillas,” me dice sonriéndose. “Ponte una y guárdate la otra,” le digo.

Instantáneamente, se coloca una adecuadamente sobre nariz y boca y en seguida pone el paquetito con la otra mascarilla dentro de su mochila junto con sus libros. “Thank you very much, sir”, me dice mientras se aproxima a la puerta para bajarse del bus. La escuela secundaria está a unas dos cuadras.  

Al bajarse, el muchacho junto a otras y otros estudiantes, y el bus proseguir la ruta, me puse a reflexionar sobre el incidente. Quizás, comenzar por mencionar que él parecía ser Latino/Hispano y siendo yo de la misma comunidad que, aunque la interacción se produjo en inglés, él pudo reconocer que el hombre mayor que le hablaba era de su misma cultura. La voz con que se le habló fue tranquila, sin un cariz de recriminación o regaño, sino con benevolencia y respeto.  Lo que en la práctica de consejero siempre tiene que estar presente, no importando las diferencias de edades, como en este caso, o de género en otros, como lo he contado en mis historias anteriores. Lo otro es lo que en el oficio llamamos “problem solving,” -solucionar problemas-. El compartir mascarillas le solucionó el problema de no tener que llegar al centro de estudios sin su mascarilla, con ello evitándole una situación de desagrado ante profesores y semejantes.  Amigas y amigos muchas gracias y hasta la próxima.    






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