Viñetas Número 77

Reflexiones, diálogo y comunidad
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Boletín No 77, Toronto, Deciembre 31 de 2021
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Viñetas Número 77

Boletín Línea Uno 77 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
30 December 2021

por Luis Carrillos

Muy buenas amigas y amigos. Una semana más, otras viñetas nuevas. Dado que este es un tiempo especial del año y la última semana del 2021, en esta ocasión, las estoy orientando en varios rumbos, aunque lo central son dos temas: el arte original y las historias del tren subterráneo.  La intención de énfasis la relacionaré en lo visual, lo musical y en lo de servir a los demás.

Arte original

Bring home original art for the holidays” -Traiga a casa arte original durante las vacaciones, decía el encabezado del artículo en el periódico del sábado. Lo voy a leer más tarde pensé. Era temprano por la mañana y me preparaba para hacer una serie de cosas, entre ellas terminar los crucigramas, que como les he contado en números anteriores, no puedo comenzar mi sábado sin por lo menos hacer una buena parte de estos.
¿Qué quiere decir arte original?, me pregunto, mientras continúo leyendo el artículo. Atrajo mi atención porque habla de cómo la autora describe una pintura -de un oso barrigón panza arriba-, que se compró y que ahora está colgada en la pared arriba de su escritorio, de tal forma que los ojos del oso siempre están presentes, “supervisando” sus reuniones de trabajo en el Zoom. También dice, que en lugar de traer piezas de arte en los viajes prepandemia que hacía a otros países, hoy en día explora a través de Instagram. Que así es como pudo comprar “los más lindos aretes de semillas de las Primeras Naciones del Norte de Canadá”
Esto de los aretes me recuerda a los que yo traía de El Salvador prepandemia, los que hace mi sobrina Nena.  Los de ella son de granos de café, semillas de conacaste, de copinol (ambos árboles de madera dura), semilla de pacun (sapindus saponaria), cuya madera se usa para leña y también para carpintería de interior o mangos de herramientas, entre otros (1) Esto explica lo de arte original, donde la creatividad y, por qué no, el espíritu emprendedor de las personas locales que, mientras se ganan la vida, hacen uso adecuado de lo que la madre naturaleza ofrece y, como resultado final, promueven un arte original.

Flores y colores

Pero regresemos a la intención del principio. Esto me trae a recuerdo una agradable y sorpresiva instancia que sucedió en la oficina de mi estimado paisano Juan Carranza, en una de esas conversaciones semanales que hemos venido sosteniendo en los últimos dos años. Al sentarme en el lugar acostumbrado del sillón, fijé la vista en el cuadro en lienzo que había venido viendo por días. Esta vez decidí ir a verlo de cerca. Estaba sobre una mesita, arrimado a la pared y empaquetado como para ser enviado a entrega con sus esquineras protectoras y forrado de plástico transparente.  Es un cuadro que de cerca pude apreciarlo mejor. Un florero transparente de vidrio con flores muy atractivas que parecen rosas en colores rojo, amarillo y blanco, en fondo café claro manchado. Al estar cerca me dio por contarlas, eran veintiuna flores.

Mientras admiraba el trabajo de arte, le comento a Juan lo mucho que me gusta el cuadro.  “Compañero, me alegra que le guste. Ese es su regalo de Navidad,” me dice Juan. Al acercarme para apreciar mejor la obra, como es costumbre quiero ver cuál es el nombre del artista y el año cuando fue pintado el cuadro. Para mi agradable sorpresa leo que dice Roberto Martínez. Roberto es otro salvadoreño con quien también hemos ‘caminado’ (como decimos allá en El Salvador), Juan y yo en otras etapas de nuestras vidas. Una como activistas en la solidaridad con el pueblo salvadoreño desde los años 80. Y lo otro, en el trabajo social-comunitario con la diáspora por más de veinticinco años.
El cuadro me fue entregado el martes 21 de diciembre y ahora adorna un lugar especial: la pared de una sala junto a otro trabajo de arte, regalado por otro amigo, también especial, hace cuarenta y cinco años. Gracias a Juan y a Fred, donde quiera que estes.  A estas dos obras la acompaña el mensaje L O V E.

Dormitorio en el tren subterráneo

Una persona iba acostada durmiendo plácidamente arropada con una ‘quilt’, colcha elaborada con retazos de tela: “… una forma de arte que usa técnicas modernas y tradicionales para crear objetos de arte. Personas que practican este arte crean, basándose en sus experiencias, en imágenes e ideas en lugar de usar patrones tradicionales.” (2)
Por su apariencia, la colcha era de un buen precio y estaba en buen estado. También a su lado llevaba un par de camisas guindadas con ganchos, en las barras de donde uno se agarra mientras viaja parado. Ese detalle parecía indicar que esta persona más que indigente era alguien que venía viajando de fuera de Toronto y venía con cansancio. A los indigentes generalmente se les ve con ropa sucia, barbados, el pelo desgreñado y, a menudo, con olor corporal desagradable. Esta persona se veía arreglada y tenía el cabello corto y bien mantenido.

Cantando en el tren

Una persona afrocanadiense iba cantando a todo pulmón una melodía navideña. Su voz, aunque destemplada y chillona, no opacaba su entusiasmo de celebrar la época festiva del año. El que las demás personas, se alejaran de ella, para no tener que oírla, no le inmutaba ni parecía molestarle.

Un momento después paró de cantar y sacó su celular e hizo como que estaba haciendo una llamada. Enseguida dijo “Hello, Lady Gaga. ¿cómo estás?, ¿te gusto mi canción? Continuó su ‘conversación’ como unos 5 minutos más y comenzó a cantar de nuevo. Unos minutos después hizo como que apagaba su celular y lo guardó.

Antes de cantar y conversar con ‘Lady Gaga’ traía una pelea silenciosa con las demás personas. Por lo menos conmigo. Yo entré por una puerta frente al asiento donde iba sentada e inmediatamente, con gestos desdeñosos diciéndome “muévase, no se siente allí.” Eso lo continúo haciendo con las demás personas, especialmente con otras mujeres hacia quienes hacia gestos corporales agresivos. Su hostilidad era más manifiesta hacia otras personas afro canadienses, hacia quienes lanzaba puñetazos al aire. Cuando yo me baje del tren, continuó en su viaje.

Tu comodidad es la molestia de los demás

Esperando el tren en la estación central del tren subterráneo desde donde les he relatado anteriormente historias, en esta ocasión veo a una persona que se paseaba ida y vuelta en un área estrecha de la plataforma. Yo me mantuve a distancia mientras llegaba el tren. Una vez que este arribó y lo abordamos, entró y enseguida se dirigió a una línea de asientos vacíos, procediendo a acostarse y comenzar a dormir plácidamente. Una señora asiática decidió que no quería presenciar la escena y se movió a un asiento alejado cuando éste comenzó a roncar en un profundo sopor.

El arte de servir a los demás     

Otra historia originada en el tren tiene que ver con una persona mayor que depositó un cartoncito de jugo y una barrita de avena con chocolate en el asiento, al lado de un joven que parecía estudiante y que iba profundamente dormido. La señora abordó el tren una estación después que yo y llevaba una bolsa de una conocida cadena de supermercados, repleta de compras. Se sentó en el asiento al lado donde iba el joven profundamente dormido. Lo vio, metió la mano en la bolsa, sacó las dos cosas y con un gesto de ternura las depositó al lado del muchacho y luego volvió a colocar sus manos en su regazo, pero continuó viéndolo, como una abuela mira al nieto. Unos minutos después, al llegar a la estación donde se bajaría, se levantó con mucho cuidado de no hacer ruido, tomó su bolsa de compras y se bajó del tren silenciosamente. Una parada después era mi turno. Me bajé del tren y el muchacho continuó su camino en un profundo sopor, pero con las golosinas a su lado.

La acción de esta mujer me trajo a la mente el programa Metro Morning de la cadena radial CBC, que con motivo de la estación festiva de fin de año tuvo un segmento sobre acciones benevolentes, de las que habíamos sido recipientes o donantes alguna vez. En el programa, una mujer compartió su experiencia de una ocasión cuando en un establecimiento de comida rápida al momento de pagar su orden se dio cuenta que no tenía su cartera para pagar. “De pronto, dice ella, “una mujer que estaba pagando a otra cajera al lado le dijo “póngala en mi cuenta. Yo voy a pagar lo de ella”. Contó que nunca supo quién era la mujer que no la dejo que pasara hambre.

Volviendo a mis reflexiones, al ver a la señora depositar la bebida y el comestible al lado del joven durmiente y recordar el programa matutino, se me vino a la mente que el arte de servir a los demás aún sigue vigente en el universo.
Amigas y amigos, estas han sido mis historias de arte y en el camino. Muchas gracias. ¡Hasta la otra semana y que tengan un Feliz Año Nuevo!     








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