La época de las sombras largas

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Boletín No 77, Toronto, Deciembre 31 de 2021
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La época de las sombras largas

Boletín Línea Uno 77 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
30 December 2021

por Rodrigo Briones
 
Winter blues, como es denominada la tristeza invernal, es algo muy común, muchos de nosotros la hemos experimentado alguna vez, o siempre. Es un cambio de humor durante los días de menos sol del invierno, que son generalmente los más fríos. En esos días se tiene la percepción de andar más lento, aletargado, incluso la apreciación subjetiva de la felicidad se ve como acotada.  
 
Según algunos expertos que visitan los medios de comunicación durante esta época, dicen que este año, en particular, los síntomas podrían empeorar por la pandemia que nos toca vivir por segunda vez.
 
En una nota de CBC se afirma que “alrededor del 15 por ciento de los canadienses experimentan síntomas leves del trastorno afectivo estacional (TAE), que incluyen un estado de ánimo desinflado, sentirse desmotivado, quedarse dormido, comer en exceso o sentir fatiga extrema, y hasta un cinco por ciento experimenta síntomas graves que afectan la capacidad para realizar las tareas diarias” (1)
 
Pero antes de la pandemia, una encuesta de la Asociación Americana de Psicología presentó algunos datos interesantes sobre la tristeza que se manifiesta durante la época de las fiestas. Si bien la mayoría de las personas en la encuesta informaron sentimientos de felicidad, esas emociones a menudo iban acompañadas de sentimientos de fatiga, estrés, irritabilidad y tristeza.
 
Casi un 40 por ciento de las personas encuestadas dijo que su nivel de estrés aumentó durante la temporada de vacaciones de invierno. Los participantes enumeraron los principales factores estresantes: falta de tiempo, falta de dinero, la intensidad de los comercios, las presiones de los regalos y las reuniones familiares. (2)
 
Hace unos años atrás desde la Coalición por la Salud Mental, organizamos en el Centro para Gente de Habla Hispana un taller para hablar sobre este trastorno afectivo estacional – TAE o SAD, por sus siglas en inglés. Allí pudimos saber que se trata de un tipo de depresión que se relaciona con los cambios en las estaciones: el SAD comienza y termina, aproximadamente, en las mismas épocas todos los años.  
 
De acuerdo con la Clínica Mayo, “la mayoría de las personas con TAE, tiene síntomas que comienzan en el otoño y continúan durante los meses de invierno. Estos síntomas agotan su energía y lo hace sentir de mal humor. Síntomas que suelen desaparecer durante los meses de primavera y verano. Con menos frecuencia, el TAE causa depresión en la primavera o principios del verano y se resuelve durante los meses de otoño o invierno. El tratamiento para el TAE puede incluir terapia de luz (fototerapia), psicoterapia y medicamentos. (3)
 
En aquel taller, se hizo una buena descripción de la influencia de la falta de exposición a la luz solar, por ende, a una menor producción de la hormona llamada melatonina. Este déficit químico se puede contrarrestar consumiendo vitamina D y también usando luces que “imitan” la luz solar. Recordemos que el sol facilita la segregación de esa hormona encargada de regular el ciclo sueño-vigilia. Los niveles de melatonina en sangre aumentan durante la noche contribuyendo a conciliar el sueño y disfrutar de un descanso reparador.
 
Me gustaría retomar la aparición entre Navidad y Año Nuevo de ese “estado medio depre” que es fácil encontrar en uno o en cada persona, pero también en quienes le rodean. Imagino el peso de las expectativas de “pasar unas felices fiestas”, que “seas muy feliz”, “felicidades” y este tipo de manifestaciones que vienen a ser como una imposición de felicidad. Al momento de la celebración de Navidad, no aparece la felicidad por ningún lado. Muchas veces todo lo contrario, ya que la acumulación de gente extraña a nuestro alrededor puede terminar siendo un factor de irritación. El mejor refugio es beber dos copas de más, mezclar el Martini del aperitivo, con el vino de la cena, el champan a las doce y el whiskey del final. Imaginar al hígado que ya está teniendo dificultades para procesar un tipo de alcohol con todo el trabajo de la comida y ahora, ¿una bebida distinta? ¡Es demasiado!
 
Como si esto fuera poco, y como se anticipa que será todo un desafío el encuentro familiar, se busca refugio en los regalos. Si es por comparación con otros, que sean más y mejores. Si se trata de impresionar a la familia, que sean los deseados, aunque costosos. Cuando pasa el momento, la satisfacción buscada se diluye como el fuego de una hoja de papel de diario en la brisa de la tarde.
 
Como si esto fuera poco, queda una semana para la fiesta de fin de año. Generalmente, sin la carga intensa del trabajo. Poco espacio para la distracción, muchas horas para la meditación: lo primero que aparece son esas resoluciones de año nuevo. Adelgazar, hacer ejercicio, estar más tiempo con la familia, no gastar por encima del presupuesto, hacer un presupuesto, buscar un nuevo trabajo, empezar a trabajar en serio, visitar a los padres antes que se vayan. Podría seguir, pero lo dejo aquí. A fin de año se hace el balance. Lo que sí y lo que no, el debe y el haber (en términos contables). En fin, difícil aprobar el examen. Entonces aquí tenemos un elemento que agrega una carga pesada y nos hunde cada vez más.
 
En la mesa de la celebración, las ausencias y las sillas vacías agregan más elementos. Los que partieron naturalmente y los que, repentinamente, ya no están. Este año de pandemia, muchas familias han debido nuevamente hacer uso de la reunión virtual. Y la concomitante valoración que cada cual es capaz de darle a este medio que nos permite vencer la soledad.  
 
Después llega el resumen de la tarjeta de crédito. Pasado el momento del infarto, hay que correr al banco, refinanciar la deuda, conseguir un nuevo acuerdo de hipoteca, poner todo allí, estirar el plazo y hasta obtener una cuota mensual más baja. No importa que se hayan agregado 5 años más de pago, logramos salir del atolladero.
 
Pero si la tristeza navideña desaparece después que pasan las vacaciones, nos queda atender el trastorno afectivo estacional. Este suele durar hasta que haya un cambio significativo en la cantidad de luz solar, que llegará en mayo. Como dijo Miguel Hernández, el poeta:  
 
Por fin trajo el verde mayo
correhuelas y albahacas
a la entrada de la aldea
y al umbral de las ventanas.
Campea mayo amoroso;
que el amor ronda majadas,
ronda establos y pastores,
ronda puertas, ronda camas,
ronda mozas en el baile
y en aire ronda faldas...
 
El tema es que tenemos que llegar a mayo, aquí algunas líneas de acción:
 
  • Aprovechar al máximo la luz natural. Considere cambiar las cortinas oscuras por otras más claras y no tenga miedo de abrirlas durante el día para que entre la luz del sol. También puede llevar el aire libre al interior con plantas, si está extrañando particularmente el verdor de la primavera y el verano.
 
  • Un componente importante para vencer la tristeza del invierno es mantenerse saludable de forma integral. Los meses de frío llegan con los resfriados, la gripe y otras infecciones. Nos enfermaremos cada tanto, no siempre esté bajo su control, pero si estamos sanos para empezar, lidiamos con las infecciones sin desmayar el cuerpo.
 
  • Para estar saludable manténgase activo, salga y camine. El ejercicio es un gran estímulo y la luz del sol puede ayudarle a levantar el ánimo. Algunos días puede hacer demasiado frío o nevar, aproveche la bicicleta estacional y mire por la ventana. Pero aproveche los días soleados para dar un paseo o expóngase al sol durante unos minutos.
 
  • Beber mucha agua y comer verduras. Durante el invierno, tendemos a comer alimentos reconfortantes ricos en calorías. Hay que tratar de mantener una dieta balanceada, ya que el exceso de azúcar y carbohidratos desequilibran los niveles de serotonina.
 
  • Una garantía para alejar los estados depresivos es estar rodeado de gente. Organice una reunión con personas amigas, llame a alguien o visite a una persona vecina. Si mantiene la precaución de la distancia física y el uso de barbijo, además de las vacunas esto no debiera ser un impedimento. Y si no queremos salir, el uso de las video llamadas nos ayudará.
 
  • Hacer un trabajo voluntario mantiene el nivel de socialización y genera sentimientos benéficos. Fíjese una meta para lograr grande o pequeña, pero que sea de todos los días. Si está atrapado en la casa, organice algo, reorganice los muebles o termine una manualidad. Prepararse generando un espacio de bienestar, resulta en felicidad.
 
  • Para las personas adultas mayores o aquellas que necesitan atención domiciliaria, brindar atención adicional durante los sombríos meses de invierno puede marcar una gran diferencia. Quizás un familiar o persona amiga, podría visitarle temprano cada mañana para sentarse y charlar cerca de una fuente de luz como parte de la rutina diaria.
 
  • No descarte ese sentimiento anual como un simple caso de "depresión invernal", un “winter blues” o desorden estacional que hay que superar por cuenta propia. Tomar medidas para mantener estable su estado de ánimo y motivación alta durante todo el año es una forma de evitar la aparición de esta sintomatología en invierno.
 
  • Intente recrear positivamente las ausencias manteniendo vivo el recuerdo a partir de experiencias que siguen siendo fantásticas al recordarlas.  
 
  • Trate de practicar la aceptación, a veces es mejor no tener razón y mantener una relación. Si ya es difícil controlar los acontecimientos de nuestra vida, pretender tener algún control sobre los demás es tarea perdida.
 
Y recuerde siempre es mejor prevenir que curar. No digo cambiar todas las luces de la casa, eliminando las del tipo LED de luz intensa, que daña la retina y no ayuda a la producción de melatonina. Al fin entraríamos en el túnel del consumo. La invitación es a mantenernos conscientes de las trampas del mercado que nos empujan al consumo compulsivo. Esto nos ayudará a tener la cuenta bancaria dentro de los límites. No dejarse llevar por los excesos de comida, bebida y trasnochadas, que la vida se disfruta más plenamente cuando estamos en uso de nuestras facultades. Y si avizoramos que nos pesarán las ausencias, darse el espacio para sentirse mal. Siempre se encontrará un servicio de consejería que esté disponible para superar el momento.







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