Viñetas Número 80

Reflexiones, diálogo y comunidad
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Boletín No 80, Toronto, Enero 21 de 2022
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Viñetas Número 80

Boletín Línea Uno 80 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
20 January 2022

por Luis Carrillos
 
 
Historias de Invierno

Amigas y amigos, durante los veintiún meses que hemos venido publicando el boletín, cada vez que llegamos a un número con cero como setenta y ahora ochenta, en nuestras reuniones del equipo de trabajo traemos a cuenta lo que en inglés decimos “milestone” que para nosotros por allá en mis pagos le llamaríamos “el mojón." Entonces que estas viñetas son parte de ese mojón comunitario informativo que marca el paso del nuevo normal que la pandemia nos impone a la humanidad entera. Y dado que estamos en la estación con el clima más duro del año, ¿por qué no escribir acerca de ello?

Al momento ha habido varias nevadas desde la primera nevada del año en mi calendario a finales del mes de noviembre hasta ahora, unas más grandes que las otras, como la gran nevada de este pasado lunes. Y luego seguidas de fríos inmensos. Desde la inicial en ese momento hasta ahora la nieve llega con ansiedad para quienes de nosotros que nunca aprendimos a caminar tranquila y seguramente sobre la nieve o el hielo nos pone tensos cuando lo hacemos trayendo con ello el peligro de una caída y las consecuencias que esto trae. Y en cambio estos elementos el de color blanco y el liso, traen alegría y gozo para otros, especialmente las familias con niños.
Lo que la nieve esconde


Hablando de la ansiedad y sus consecuencias quiero contarles una corta historia. Una de esas mañanas que fui a caminar y que las aceras estaban aun cubiertas de una nieve rala no tan alta como el primer día, pues la más alta ya se había esfumado dejando esos charcos que con el frío profundo se convierten en capas de hielo. La nieve de la noche anterior los había cubierto, al grado que la persona caminante solo veía nieve, sin sospechar que peligro había debajo. En cambio, yo, ya teniendo experiencia, caminaba sobre lo engramado, que, aunque los zapatos se mojaran no existe peligro de un resbalón.

Al llegar a un área donde no había engramado donde caminar decidí cambiar de rumbo hacia un parqueo y evadir la acera cubierta de nieve. Esa estrategia, probó ser la más acertada. Unos minutos más tarde pasando sobre el pavimento del parqueo donde era salvo transitar, un hombre que me imagino iba camino a su trabajo venía muy tranquilo marchando campantemente sobre la acera nevada.  De pronto con los dos pies deslizándose cayó sentado e imagino golpeándose el trasero. Mi reacción fue un: “¡Hermano! está bien?,” en voz alta y tomando al mismo tiempo el impulso para ir a auxiliarlo. “Estoy bien. Ja, ja, ja...,” me respondió riéndose, levantándose instantáneamente, al mismo tiempo que se sacudía la nieve y prosiguió su camino. Sin embargo, a pesar de su demostración de resiliencia, al caminar y alejarse lo vi ladearse, como favoreciendo la pierna derecha que creo fue la que se le deslizo primero. Desde ese momento, decidí que le avisaría a los demás caminantes de lo peligroso que estaba ese trecho de acera, feliz de servir a mis semejantes.

Y es que el avisar a las demás personas transeúntes de lo peligroso del camino es una acción humanitaria que hacemos con las personas que nos encontramos en la ruta. Otro día diferente al anterior, me encontré con una señora que nos conocemos de vista y que me encuentro todas las mañanas en la caminada matinal. Ella parece ser de medio oriente y musulmana. Digo que ella es musulmana por el aspecto de su vestimenta, que va en conformidad con la forma en que se visten las mujeres de la fe islámica: vestido negro manga larga hasta las muñecas, falda holgada larga cubriéndole hasta el ojo del pie y un velo negro, cubriéndole totalmente la cabeza y amarrado a en tal forma que le cubre casi totalmente la cara. Esta vez por supuesto que llevaba puesto su abrigo.

Dado que después de habernos venido encontrando por años en el mismo tramo del camin0, que ha fuerza de costumbre, nos hemos venido saludando y que en los últimos meses ha comenzado a saludarme con la forma amigable de “Good morning siñor” (sic). Esta rutina fue interrumpida hoy por el parche de hielo al medio del camino. Cuando nos encontramos, ella en lugar del acostumbrado “Buenos Días siñor,” me dice: “Camine con cuidado que allí está liso,” señalando el mencionado parche de hielo. Le doy las gracias amablemente y prosigo mi camino. Esto como mencionamos anteriormente ‘buena acción hacia nuestros semejantes,’ fue dirigida a mí por otra persona humanitaria.  Por supuesto que la interacción entre la mujer y yo se dio en inglés. Lo único cuasi español es su palabra “siñor.”

Prosiguiendo con mis historias de la nieve les hablaré de mi caminada en la primera nevada de la temporada. Ese domingo 28 de noviembre pasado saliendo de mi edificio donde vivo me lleve una buena sorpresa. Había nevado en la noche y a las cinco de la mañana aún seguía nevando. Yo calculaba que había de tres a cuatro pulgadas acumulada de esa materia blanca y húmeda en la superficie. La caminada la encontraba dificultosa y sentía temor de deslizarme. Era la primera nevada del año y había que traer a memoria la forma de caminar con seguridad para evitar resbalones. Sin embargo, una vez pasado el ‘shock’ empecé gradualmente a sentirme seguro en mis pasos. Las aceras estaban lisas, o por lo menos eso era lo que yo pensaba; lo que hizo que me concentrara lo más posible y evitar un deslizón, con la inminente caída.

La primera caída de nieve no solamente tuvo un efecto en mí, sino también en el joven tendero donde los fines de semana compro mi periódico. Esta mañana su ánimo estaba diferente. Su semblante usualmente contento, hoy se le veía un poco vago y con aprehensión. Su mirada concentrada, viendo a través de ventana la nieve acumulada en el suelo, además de la que caía sin cesar que desde adentro parecía como una cortina blanca. “Este muchacho debe estar preocupado como va a irse a casa” me dije yo. Las calles no estaban limpias constituyendo un peligro vehicular. Lo mismo que las aceras, como mencionado antes.

Después de haber comprado el periódico se me vino al recuerdo el campamento de Lito Cuchillo y los muchachos. Esto se dio, porque la tienda está cerca del campamento o viceversa. Y en un impulso mental, decidí ir a investigar y satisfacer mi curiosidad. ¿Cómo estará ese campamento?, pensé. A mi llegada al lugar pude ver que los ‘muebles’ como el sillón negro de tres asientos que era la cama de alguno de ellos en el verano estaba lleno de nieve. Yo solía ver un ‘bulto’ allí cuando pasaba temprano por la mañana. Ahora ese bulto es la acumulación de nieve que lo mantiene cubierto. Lo mismo para con la mesa redonda y las dos sillas de jardín. En otras palabras, es un campamento fantasma con otras sillas tumbadas cubiertas de hielo y una que otra camisa o chaqueta abandonada, también petrificadas.

Esto blanco o congelado con aspecto de vidrio, es un cambio de escena de los árboles coloridos y los arbustos floridos, a árboles y arbustos color plateado cubiertos de copos blancos que es lo que pude ver allí en esta primera nevada del año; lo mismo que después de haber observado lo que queda del campamento de Lito Cuchillo, Chepito, Tito el mecánico y los demás muchachos. De haber caminado de regreso a mi edificio y haber dejado rastros profundos en el engramado y en las aceras, pensé de nuevo ¡qué cambio de escena!

Esto primero parece que tiene tono apesarado, lo que cambió más tarde cuando en el lado este de la ciudad adonde fui de visita, vi familias enteras deslizándose en toboganes en los empinados del parque gozando de la nieve. Otras esquiando en el campo de pelota, otras patinando en la pista de hielo. En fin, era toda una fiesta estacional. Lo anterior y esto me trajeron a la mente una historia que comencé a escribir a mediados del mes de noviembre cuando el otoño estaba en su apogeo. Lo menos que uno piensa es en el invierno. Ahora no queriendo parecer nostálgico se las quiero compartir trayendo a recuerdo detalles. Buenos recuerdos aquellos.

Paseo de otoño

Aquel día domingo de noviembre 2021 comenzó con un hermoso sol, pero inmediatamente después del mediodía se nubló por completo, con la inminente amenaza de comenzar a llover.  Después de haber trabajado toda la mañana tratando de terminar las viñetas de la semana para el boletín y deseando retomar las caminatas en el parque a la orilla del arroyo, constantemente mencionado en historias anteriores, decidí dar un paseo de media tarde y para darle, a mi manera, una revisión a como el otoño estaba tratando al bosque. Las señales estacionales no se hicieron esperar: caminantes en grupo, diligentes ardillas buscando su sustento y uno que otro pájaro volando entre los árboles. Lo que si pude ver con extrañeza fue una columna de gansos volando sobre el bosque. Digo con extrañeza porque este es el tiempo que estas aves están pasando la época en climas tropicales. Ausentes están los cardenales con su rojo encendido, los pájaros negros y con alas rojas con su chillido agudo, advirtiéndole al caminante que cuidado, que se está aproximando a su territorio.

Peligro en el aire     

Lo que estaba presente era un par de halcones que volaban y planeaban perezosamente allá en las alturas.  Me imagino estaban buscando su buena y satisfactoria única comida del día,  que los expertos sostienen que “la mayor parte del tiempo, los depredadores no necesitan comer tan a menudo como los pájaros pequeños…una buena comida puede ser suficiente para todo el día, o aún más…los halcones comen una gran cantidad de presas”. (1)                                                                                                                                                    
Sobre este espectáculo aéreo, lo único que puedo decir es que las ardillas andaban corriendo de árbol en árbol, inquietas ya que me imagino percibían el peligro. En más de una ocasión he visto una de esas aves depredadoras descender vertiginosamente y elevarse con una de esas criaturas atrapadas en sus garras y estas retorciéndose para escaparse.  La desesperación de las ardillas era imitada por los pájaros.  Aquellos que aún quedaban acá en el norte. Estos volaban también en círculos como en forma de pánico. La muerte rondaba en las alturas.  Así terminó mi tarde de otoño ese día.

Hoy enero 14 2021 que termino estas historias el termómetro lee 18 grados centígrados bajo cero y con el factor viento dice a 32 grados centígrados bajo cero. ¡Brr, que frío! Yo, en mi autocuidado personal trato de darme calorcito mental recordando historias de otoño cuando generalmente el clima es el mejor del año. Ni muy caliente ni muy frio.            
Y con esto, les digo muchas gracias y hasta el número 81.




Nota

(1) Hawk Dietary Habits - Bird Watcher's General Store


 






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