América Latina a la vanguardia de la vacunación

Reflexiones, diálogo y comunidad
Línea Uno
Boletín No 80, Toronto, Enero 21 de 2022
Boletín Línea Uno, Toronto, Ontario
Consejo de Desarrollo Hispano
DESIGN
BLOG
Go to content

América Latina a la vanguardia de la vacunación

Boletín Línea Uno 80 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
21 January 2022

por Alberto Juan Barrientos
La aparición en pleno siglo XXI de una pandemia, de un virus invisible capaz de destruir a la civilización humana, ha sido a la vez un reto y una lección para nuestra especie.

No es la primera vez que la naturaleza nos muestra cuan frágiles somos. Ni se trata de la primera lección que nos indica de cuan poco sirve la arrogancia o el mal uso del raciocinio, regalo exclusivo este último que siempre damos por sentado y que tan mal, a veces, empleamos.

El problema es que ya pasaron cien años desde la prueba anterior, la Fiebre Española, y apenas si quedan testigos de aquella tragedia. Esta vez, a pesar de las repetidas advertencias de unas pocas mentes lúcidas, el planeta fue sorprendido por el ataque masivo de un microorganismo dispuesto a diezmarnos sin contemplaciones.

Sólo la ciencia y sus adelantos nos han permitido disminuir el impacto del ataque, trayendo algunos atisbos de esperanza y una creciente certeza de que ganaremos la batalla a largo plazo. Y dentro de la muestra general de resiliencia y voluntad que la humanidad ha interpuesto al virus, hoy queremos destacar la primacía de una región geográfica que, contra toda predicción lógica, se ha posicionado en la cima de los vencedores: América Latina.
Siendo la vacunación masiva la mejor, o quizás la única herramienta certera, el continente suramericano ha logrado convertirse en la zona del planeta con la mayor población local vacunada contra la Covid-19. Analicemos entonces cómo ha ocurrido este fenómeno, poco predecible tan sólo unos meses atrás.  

En el pico de la primera ola pandémica, entiéndase el primer semestre de 2020, el continente al Sur del Río Bravo fue devastado por la acción del COVID-19. A pesar de ser una región subdesarrollada, en comparación con el llamado primer mundo, existe una conexión geográfica natural que facilita los vínculos comerciales y el intercambio masivo de bienes y servicios con Norteamérica.  Lo anterior, sumado a la conexión intercontinental de los tiempos modernos, donde tanto personas como mercancías se mueven miles de kilómetros en solo horas, hizo que los brotes virulentos ocurridos en EE. UU., Canadá, Europa y Asia se reprodujeran exponencialmente en América Latina y el Caribe.
Con menos recursos financieros, infraestructura y tecnología, el impacto de la pandemia en la región situó a la misma al borde del cataclismo. Para el período mencionado, un tercio de los fallecimientos por la enfermedad en el mundo ocurrían en América Latina.

Muy pronto, Perú llegó a ser el país con más fallecidos por habitantes de todo el globo, y Brasil atesoró el segundo lugar en la cifra total de muertes por contagio del virus. Las imágenes de algunas naciones andinas recorrieron el mundo llevando un mensaje apocalíptico. Tanto en Ecuador como en Perú, en las calles de algunas ciudades se apilaban los cadáveres al estilo de la Europa medioeval bajo la Peste Negra. En las favelas de Rio de Janeiro, Brasil, donde el hacinamiento ya viene siendo consuetudinario, la muerte galopaba a su antojo exterminando barrios pobres condenados por la desigualdad social y económica. Con sistemas de salud pública bien lejanos a la quimera europea, las clases bajas de América Latina comenzaron a sobrepasar las capacidades hospitalarias, y a inundar las morgues a un ritmo imposible de mantener.

Las barreras y márgenes sociales ya no podían siquiera marcar la diferencia, los privilegiados comenzaban también a caer como moscas. Y de tan insostenible situación, surgió el inicio de una solución emergente. Forzados por la evidencia de una extinción anunciada, los países latinoamericanos supieron tomar el único rumbo correcto, aferrarse al milagro del uso de la ciencia en función de la sociedad.

Varios factores hicieron posible que América Latina se situara a la vanguardia de la estrategia de vacunación masiva. Algunos reconocen que la necesidad fue un factor determinante. Sin los recursos del primer mundo y con una tasa de desigualdad social que algunos consideran entre las más críticas del mundo, la subsistencia de la sociedad en general dependía de que se pudiese frenar la transmisibilidad galopante del virus.

Y esto solo se podía lograr con la elevación de la inmunidad colectiva, a través de vacunas, lo cual fue comprendido a tiempo por los políticos de cualquier tendencia o partido. Por otro lado, factores históricos jugaron un rol influyente. El continente suramericano posee una tradición de vacunación extensiva, como es el caso del enfrentamiento a la Fiebre Amarilla, lo cual favoreció la concientización de grandes masas a la hora de aceptar la idea de vacunarse contra el virus. En ello influyó un hecho poco difundido por los medios, la masividad del sistema médico primario e integral que algunos gobiernos latinoamericanos venían desarrollando en varios países de la región en colaboración con el sistema de salud pública cubano.

También debe reconocerse que el fenómeno de la conurbación, extendido por todo el continente, había situado a grandes grupos humanos en conglomerados urbanos, disminuyendo la densidad poblacional en zonas rurales. Esto facilitó el alcance de la campaña a grandes masas que ahora se concentraban en torno a ciudades y pueblos.  Fueron sin embargo las decisiones políticas, tomadas por los gobiernos de la región, las que marcaron la diferencia.

El concepto de la colaboración regional e internacional, asumido por los países latinoamericanos, configuró e hizo posible una estrategia fructífera de vacunación masiva en el continente. Desde los inicios de la pandemia, Argentina realizó un intento de producir la vacuna AstraZeneca junto a México, con la anuencia de la corporación británica, creadora de este vial. Al fracasar el proyecto, los argentinos se aliaron con Rusia y negociaron la adquisición de millones de bulbos con la vacuna Sputnik. Finalmente, en diciembre pasado, ambas naciones consiguieron coproducir una vacuna que ya se está utilizando en la región y ha sido aprobada por la OMS. En medio de la etapa epidemiológica más crítica, varios países como Brasil, Chile, El Salvador, Perú y la propia Argentina optaron por armarse con viales producidos en Europa, China y Estados Unidos, combinando las disponibilidades y las marcas para vacunar a la mayor cantidad de población en el menor tiempo posible. En un momento dado, El Salvador llegó a donar treinta mil vacunas a la vecina Honduras, anunciando en días recientes que renunciaría a su cuota dentro del mecanismo COVAX, copatrocinado por la OMS para proporcionar vacunas a países subdesarrollados. De esta forma, el pequeño país centroamericano permitirá a sus vecinos adquirir mayores cantidades de Astra Zeneca, Pfizer, Jansen y otros viales.
En el plano interno, el caso de Chile resalta por el esfuerzo mancomunado entre estado y sector privado. Las universidades chilenas, los órganos de gobierno y el poderoso empresariado nacional con conexiones internacionales, se aliaron en la tarea de adquirir millones de vacunas en todas las regiones del mundo.

Para finalizar, debemos mencionar el milagro de la industria farmacéutica cubana.  Aun bajo el efecto de un brutal embargo económico impuesto por el gobierno de Estados Unidos, con quien sostiene un diferendo político de más de sesenta años, este pequeño país fue capaz de diseñar y producir dos vacunas efectivas contra la COVID-19: La Soberana y Abdala. Luego de haber inmunizado a la casi totalidad de su población, Cuba está ofreciendo varios miles de viales de la Abdala a sus vecinos latinoamericanos, incluido México donde ya se ha aprobado el uso de este producto médico.
Para tener una idea de la efectividad que la vacunación masiva ha tenido en el continente, analicemos ahora los datos disponibles. El 67 % de los brasileños han sido vacunados con un ciclo antiviral completo, mientras otro 11% ha recibido al menos una primera dosis. Téngase en cuenta que hablamos de una nación con poco más de 200 millones de habitantes.  

En Argentina, el 84% de la población recibió una dosis, el 72,9% se ha vacunado con dos y un 14% ha recibido la tercera dosis de refuerzo. En Chile, se estima que el 92% de los posibles receptores de vacunas han completado un ciclo de inyecciones, e iniciando el 2022 el país austral ha comenzado a administrar una cuarta dosis a su población.  

Por otro lado, en Colombia, el 75,4 % de la población ha recibido una primera dosis, el 55,7% logró completar el ciclo de vacunación y el 6,5 % ya tiene inoculada una dosis de refuerzo.  El Perú, un país que demoró más que sus vecinos en adquirir los viales, ha cerrado el 2021 con un 80% de la población mayor de 12 años inmunizada. Y Cuba, la pequeña isla aislada económicamente por el embargo estadounidense, ha logrado inmunizar usando sus propias vacunas y en un ciclo completo al 83 % de sus ciudadanos.

De acuerdo con un centro de investigación sobre la pandemia asociado a la Universidad de Oxford, el 62 % de la población latinoamericana ha recibido dos inyecciones de protección antiviral o una dosis única equivalente de Johnson & Johnson. Con ello, América Latina ha superado al 60 % de europeos, 56 % de norteamericanos y 54 % de asiáticos que recibieron dos dosis vacunales.

Las estadísticas hablan por sí solas, pero no explican la génesis del increíble resultado alcanzado por un continente que, por razones históricas, aún camina tras los pasos de las naciones más favorecidas.

Sólo el estudio minucioso de esta atípica experiencia nos podría decir el origen de la proeza. En nuestra modesta opinión, ese origen radica más que nada en una clara visión de los gobiernos regionales o, al menos de sus mayorías políticas, pues en Brasil, el presidente se opuso públicamente a la vacunación y hubo de ser presionado por los más visionarios.

Fue la unión de todas las fuerzas de la sociedad que, con una meta común y una estrategia bien definida, dieron pasos osados hacia el horizonte en medio de la tormenta. América Latina, por esta vez, ha mostrado la vía correcta. Esperemos que la humanidad sepa valorar la lección.



Fuentes:

OPS. Organizacion Panamericana de la Salud. ( https://www.paho.org/)
OMS. Organización Mundial de la Salud (WHO: https://www.who.int/es/home )












contribuye   pixotronmedia
Hispanic Development Council
Consejo de Desarrollo Hispano
1280 Finch Ave West, Suite 203
North York, Ontario, M3J 3k6
CANADA
Boletín Línea Uno
Back to content