Viñetas Número 82, Historias en la nieve

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Boletín No 82, Toronto, Febrero 4 de 2022
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Viñetas Número 82, Historias en la nieve

Boletín Línea Uno 82 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
4 February 2022

por Luis Carrillos
 
 Lunes 17 de enero

32 centímetros de nieve cayeron durante la noche del 16 de enero y la mayor parte del día 17 de enero. Lo de lo profundo de la nieve lo reportó la televisión como el mayor récord de nieve caído en años. Esto lo anunció la televisión inmediatamente, sin embargo, noticias posteriores dan cuenta de números mayores: 36 centímetros a la orilla del lago y 46 en el área donde vivo.

Cuando fui a caminar, en la mañanita, vi que ya había por lo menos quince centímetros. Al inicio viendo por la ventana desde la sala de mi apartamento -estoy en el sexto piso- vi lo completamente blanco del paisaje, sin embargo, haciendo caso omiso de la blancura me fui con zapatos de caminar, en lugar de las botas de invierno adecuadas para el momento.

Allí, sí que me falló la experiencia de la que hablo en viñetas anteriores. Los zapatos no me protegieron, los pies se me helaron o, mejor dicho, se me mojaron y se me congelaron. Sin embargo, al llegar a la casa me los frote con aceite de niño, hasta que les volviera el calor. Después, todo continuó como si nada y comencé los preparativos para irme a la oficina en un par de horas.

La sorpresa que me esperaba al salir del edificio en mi intento de ir a la oficina me trajo a la realidad del momento. Cuando abrí la puerta vi que la nieve había crecido al doble de como la vi unas dos horas más temprano. La acumulación frente al edificio la calculé en unos 40 centímetros.

Involuntariamente, mi intención de ir a la oficina se me desinfló inmediatamente. Y tomé la decisión relámpago de volverme a lo tibio de mi apartamento, cambiarme a ropa casera y conectar mi computadora portátil para ponerme a trabajar, mientras en la estufa hervía chocolate que me mandaron mis hermanas de El Salvador y que degusté mientras trabajaba en estas historias. ¡Que frio!

Esperando el transporte

En mi burbuja geográfica-comunitaria el mundo comienza su movimiento a partir de las cuatro de la mañana, cuando aquellas personas con trabajos temporales son pasadas a buscar en transportes que los llevan a sus lugares de labores. Estos lugares para abordar estos vehículos son cinco: tres parqueos en plazas públicas y dos en esquinas localizadas en la calle principal y en calles secundarias. Es común ver grupos variados en número en esos lugares. El más numeroso es el que se concentra en el parqueo de una plaza donde están las oficinas de una compañía que acomoda trabajadores temporales. Ese día había pocas personas, tal vez por la nevada.

Desabrigada

Aquella mañana nevada, además de las personas esperando el transporte hacia los sitios de trabajo, me llamó la atención en la plaza donde están los negocios una joven mujer vestida con una chaqueta delgada, no muy apropiada para el clima del momento. Estaba en constante movimiento, como haciendo ejercicios para mantenerse con calor, de lo contrario se congelaba. De pronto llegó otra mujer y de su bolsa sacó algo así como un poncho y se lo puso en los hombros, al mismo tiempo que con un lenguaje asiático le lanzaba una andanada de palabras, que por el tono parecía que la estaba regañando. A los varios minutos que pasé de nuevo por el lugar estas dos mujeres y otras más estaban abordando un vehículo tipo minibús.

Perros en la nieve

A la hora que camino, además de personas que van a sus trabajos, también veo a otras caminando en parejas, o caminando sus perros, unos grandes como el rottweiler americano, el pitt bull, el husky siberiano o el labrador. Lo interesante de esto, es que los dos primeros canes los llevan hombres, y los dos segundos, mujeres. Este día de tanta nieve no fue la excepción. La mujer con el labrador iba caminando rumbo al sur y el hombre con el pitbull rumbo al norte, ambos por la calle principal. Los otros caminantes, la mujer con el husky y el hombre con el rottweiler iban en la calle transversal. Por suerte no se encuentran.  Si así fuera, imagínense lo que sucedería, ¡son todos perros de gran tamaño!

El rottweiler y el pitbull son perros que algunos dueños los entrenan para pelear. Por lo menos, eso es lo que he visto en mi área y en viñetas anteriores lo he mencionado. Y en este caso, lo interesante es que son dos hombres jóvenes. Y estos perros no son para pelea, son para estatus e imagen, por lo menos eso me decían los muchachos del parque. En el caso de estos dos perros, sus amos llevan las correas bien afianzadas con las manos y cuando viene alguna persona en dirección opuesta jalan el perro en otra dirección.

En el caso del labrador, la mujer que es un poco mayor lleva una correa especial, que se alarga o acorta de acuerdo con la distancia que ella quiera darle. Y en el caso del husky, la mujer que es joven, se ata la correa en la cintura y el animal va caminando al paso, apaciblemente a su lado.

Este día los cuatro perros caminaban en la nieve muy tranquilamente acompañando a sus amos en su ejercicio matinal, alrededor de las 6 de la mañana. Unas horas más tarde era el turno de los pequeñitos, acompañados por personas mayores. En fin, todo el mundo canino tuvo oportunidad de gozar de la nieve.

Jóvenes trotando

Ese mismo día vi a tres personas jóvenes, una mujer y dos hombres en apariencia, que en los últimos días los he visto trotar, por supuesto que cada uno por su lado. En esta ocasión lo hacían sin ninguna dificultad como si fuera en el otoño. ¿Cómo hacen para no deslizarse?, me pregunto. La misma expresión de asombro tuvo la señora musulmana de quien hemos hablado en el pasado, cuando ella y yo vimos a la joven pasar de largo.

De todas formas, la “nevada más grande,” como le he dado en llamar, ha causado muchos estragos. Hablemos de lo que pasó con el tráfico. De acuerdo con el sindicato del transporte urbano hubo “unos 500 buses que se atascaron en todo el gran Toronto,” como por ejemplo el que se atascó a unos metros de mi edificio y el otro, a una cuadra más al este. Se tardaron varios días en removerlos. A esto se le sumó los incontables vehículos pequeños, también enterrados por varios días.

Como suele suceder, en días de nevadas de tal magnitud alguna persona conocida es afectada directamente. Sandra Cordero, una colega trabajadora de la salud del sector PSWs (personal support worker), me escribió el día después:
Buenos días, colega. Antes que todo espero que estés bien. Ayer me quedé enterrada en la nieve con el auto y me tocó llamar una grúa después de una hora de intento. No había nadie en la calle y nadie tenía una pala. Moraleja: tener una pala dentro del carro en estos casos… menos mal que tengo servicio de CAA y cubre los gastos. Llegué a casa con frio. Ya estoy bien, con buenos ánimos para un nuevo día maravilloso. Abrazos”.                                                                    

Mi respuesta: “Lo sentimos colega Sandra, aunque por el lado del ‘vaso lleno’ como profeso yo en mi consejería, la experiencia dejó rasgos positivos: el incidente se dio al final del día, que estoy seguro usted ya había terminado de ver sus pacientes y ninguno se quedó sin su atención. Lo otro es que se recibió una lección de andar una pala en el carro y lo último y más significativo es su ánimo, ese que nos menciona de ir al encuentro de “un día maravilloso.”

Nieve y más nieve

Casi 20 mil toneladas de nieve han sido removidas”. Esta noticia en la pantalla de la televisión encabezaba a otra donde se leía: limpieza y remoción de nieve continúa en Toronto. Viendo estas noticias me pregunto, ¿será que esta nieve viene del centro de la ciudad, porque acá por mi área los promontorios son tan altos como al principio y las aceras no están limpias, los transeúntes tienen que caminar por la calle, corriendo el riesgo de sufrir un daño personal. El riesgo de caminar por la acera nevada es una caída o una fractura en el ojo del pie. Este riesgo corrí yo en mi caminata. Pensé que podía cruzar la calle, caminando sobre una montaña de nieve que me llegaba a la cintura. Cuando me hundí inmediatamente, saqué la pierna, so pena que se endureciera la nieve y me quedara trabado. Esto de trabarse, lo contaremos más adelante.

Queriendo corroborar mi teoría que la mayor parte de la nieve removida fue en el centro de la ciudad, en efecto pude ver que en el distrito comercial y de entretenimiento, aunque no completamente limpio, buena parte de las aceras ya estaban transitables. Lo cierto es que la nieve se limpió antes en el centro de la ciudad. Allá por el este de la ciudad es la misma historia que en mi burbuja.

El niño samaritano y el adulto mayor

Otra historia que quiero relatar es la que escuché en el programa radial matutino Metro Morning Toronto de CBC -La Mañana en Toronto Metropolitano. Se trata de un niño de 8 años que avisó a sus padres que un hombre mayor estaba atrapado en un banco de nieve y que no podía moverse. Pareciera que el pequeño vio al adulto mayor desde su ventana. Los padres inmediatamente fueron a auxiliar al señor.

El niño le relató al locutor de la radio que llamó a sus padres porque vio que el señor se había caído en el banco de nieve y que no se movía. Los padres fueron a ayudar al señor y lo llevaron al interior de la casa para reconfortarlo y que se calentara. Mientras el adulto mayor se recuperaba, el niño le ofreció una taza de chocolate caliente, bebida acostumbrada en este tiempo de frio. De acuerdo con el padre, el hombre la recibió muy agradecido y el niño, como todo niño, inmediatamente puso atención a sus juguetes, dejando a los adultos en conversación.
 







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