¿Qué es el síndrome post COVID?

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Boletín No 83, Toronto, Febrero 11 de 2022
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¿Qué es el síndrome post COVID?

Boletín Línea Uno 83 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
11 February 2022

por Sandra Farias

Las noticias de Dinamarca, el primer país del mundo en levantar todas las restricciones sociales pandémicas, nos dan esperanza de que estemos en las etapas finales de lo que ha sido una larga pesadilla de dos años.

Desde que se declaró la pandemia del Covid-19, en marzo del 2020, hemos aprendido mucho de este virus. Una de las lecciones es que no se trata solamente de una enfermedad respiratoria.

Esto ha sido más evidente para personas que tras el contagio continúan enfermas en una larga convalecencia, que la ciencia ahora define como el Síndrome post-COVID.

Para comprender de qué se trata debemos aclarar primero que un síndrome es una enfermedad que se presenta con una multiplicidad de síntomas.  

En este caso, los más comunes incluyen fatiga extrema, dificultad para respirar, dolor en el pecho, palpitaciones, mala memoria, dolores en las articulaciones, dolores de cabeza, zumbidos en los oídos, depresión, ansiedad, dolor en los nervios, pérdida del sentido del olfato y del gusto, dolor abdominal y náuseas.

La COVID prolongada ha sido clasificada por la Organización Mundial de la Salud como una "condición posterior a la COVID-19, con una amplia gama de síntomas que incluyen fatiga, dificultad para respirar y disfunción cognitiva, que generalmente ocurren tres meses después de los primeros síntomas y duran al menos dos meses” (1)

La Mesa Asesora Científica COVID-19 de Ontario colocó la estimación de los habitantes de Ontario que viven con esta afección entre 57,000 y 78,000, pero podrían ser muchos más, según un reporte de septiembre del 2021. (2)

Un estudio realizado por la Universidad de Washington en Estados Unidos aumentó aún más la incidencia de COVID prolongado, mostrando que hasta el 30 por ciento de los que dieron positivo por COVID-19 tuvieron síntomas meses después. Los científicos aún están investigando por qué algunas personas desarrollan una COVID prolongada mientras que otras no.

Otro estudio realizado en Australia y publicado este mes analizó muestras de sangre de quienes dieron positivo en la ola inicial de la pandemia. Encontraron evidencia de inflamación persistente en células del cerebro en aquellos que permanecieron sintomáticos y sufrían de COVID prolongado.

Compararon las muestras de sangre con las de aquellos que no tenían COVID-19 y encontraron la presencia de niveles elevados de proteínas llamadas interferones mucho después de que el virus se hubiera eliminado.

También concluyeron que las personas no tenían por qué tener síntomas graves en la fase aguda de la infección por COVID-19 para padecer una COVID prolongada.

Entre los testimonios de pacientes documentados en Canadá se ha mencionado que algunos experimentan incapacidad mental para funcionar: “…Solía ser esto, solía ser aquello, tuve COVID, ni siquiera fue tan grave, y ahora ni siquiera puedo funcionar, tengo no tengo energía, mi mente está completamente nublada y no puedo hacer nada”. (3)
 
¿Qué dicen los estudios en Canadá?

En Toronto, investigadores médicos de Sunnybrook y de CAMH están analizando escáneres cerebrales de personas que aún están padeciendo los efectos de la enfermedad.

El Dr. Jeffrey Meyer, jefe del Programa de Imágenes Neuroquímicas en Trastornos del Estado de Ánimo y Ansiedad en CAMH, dirige actualmente un estudio que realiza escáneres cerebrales de personas que tienen COVID y depresión de larga duración. (3)

"Sospechamos que tienen mucha inflamación cerebral y hay algunas células en el cerebro que cuando se inflaman hacen algunos cambios", explicó el Dr. Meyer.

Simon Graham, científico sénior del Instituto de Investigación Sunnybrook, dirige un estudio de neuroimagen que examina el impacto de la COVID a largo plazo en la función cerebral.

“Sabemos que el impacto en el cerebro de COVID y la condición de larga distancia es muy complejo”, dijo. “Entonces, existen múltiples mecanismos por los cuales el cerebro podría infectarse”. (3)

Una teoría es que el virus al entrar por la nariz puede dañar el cerebro al reducir su flujo sanguíneo.
El Dr. Roger McIntyre, profesor de psiquiatría y farmacología en la Universidad de Toronto indico que “cuando las personas están deprimidas y sufren de niebla mental a menudo hay algún problema con su sistema inmunológico”. (3)

La prevención es mejor que la cura

La pregunta es si ¿las vacunas contra la COVID-19 pueden reducir el riesgo de contraer una COVID prolongada?
Hasta el momento sabemos, aunque las vacunas no eliminan por completo el riesgo de contraer el COVID-19, han demostrado ser efectivas para prevenir enfermedades graves a causa de este. Con Ómicron, estamos viendo contagios aun en personas vacunadas con dos dosis, si bien están menos enfermas de lo que habrían estado si no hubieran estado vacunadas.

En personas vacunadas hace más de tres meses la protección va bajando. Las células inmunitarias de memoria son más lentas para responder, dando tiempo para que el virus infecte algunas células antes de que se activen para matar el virus y las células infectadas. Este nivel de infección puede ser suficiente para desencadenar un COVID prolongado en algunos. De allí la recomendación de no dejar pasar más de tres meses para recibir el refuerzo, sobre todo en personas de mayor edad.

Así, en las primeras semanas después de haber sido vacunada, una persona tendrá altos niveles de anticuerpos neutralizantes, los cuales “tienden a detener el virus antes de que tenga la oportunidad de infectar muchas células, lo que reduce el riesgo de un COVID prolongado en el futuro”, explican estos especialistas en inmunología.
En síntesis, ante la posibilidad de un COVID prolongado el mejor camino es vacunarse con todas las dosis disponibles a su tiempo y evitar por todos los medios posibles el contagio.

Ser parte de la solución

No estamos viviendo tiempos normales, hemos tenido dos años de una pandemia global que ha cobrado millones de vidas en todo el mundo. Este es un hecho simple y muy triste que nos obliga a mantenernos bien informados, a tomarnos el debido tiempo para tomar decisiones prudentes para nosotros y para nuestras familias.
La realidad también nos ha demostrado que, al no estar vacunadas, las personas aumentan el riesgo entre toda su comunidad y representan un problema serio para el sistema de salud de sus países.  

Se ha demostrado que las vacunas son una herramienta eficaz para proteger contra una mayor pérdida de vidas por COVID-19. Es posible que no eviten completamente la transmisión del virus, pero reducen significativamente las enfermedades graves y, por lo tanto, la carga sobre los sistemas de atención médica.

En el punto álgido de la pandemia, como esta última ola, se ha vuelto a crear además una gran acumulación de pacientes que necesitan tratamiento para otras afecciones médicas.

Además, es necesario que la ciencia continúe con la investigación para encontrar causas, tratamientos y curas para esta consecuencia de largo plazo en la enfermedad, ya que los servicios de salud no están preparados y habrá que atender a muchas más personas que desarrollen esta condición.

Asimismo, los Estados deben enfocarse para hacer que los espacios interiores sean seguros para las personas que estudian o trabajan en sus interiores. Esto significa una inversión masiva en aire limpio en los lugares de trabajo, espacios sociales interiores, guarderías y escuelas. Hasta que estos edificios no se acondicionen para funcionar en pandemias, los filtros de aire y el uso de mascarillas siguen siendo medidas eficaces en lo que respecta a la reducción de infecciones.










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