Inteligencia emocional en tiempos de pandemia

Reflexiones, diálogo y comunidad
Línea Uno
Boletín No 85, Toronto, Febrero 25 de 2022
Boletín Línea Uno, Toronto, Ontario
Consejo de Desarrollo Hispano
DESIGN
BLOG
Go to content

Inteligencia emocional en tiempos de pandemia

Boletín Línea Uno 85 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
25 February 2022
por Sofia Pazmino

Antes de empezar la pandemia, vivíamos ya en un mundo que tendía hacia la polarización, sobre todo en ámbitos políticos y sociales. En estos últimos dos años, tal polarización parece haberse exacerbado, dadas las diferentes respuestas gubernamentales a la Covid-19, la enfermedad misma y los impactos que éstas han tenido en las diferentes esferas que afectan la vida y el desarrollo humano.

Es de notar la gran influencia que han tenido los medios de comunicación mediante la cantidad y la calidad de información difundida y como ésta ha sido diseñada para generar una respuesta en el público que la recibe. Si bien uno pensaría que, una buena comunicación buscaría explorar y presentar los hechos de forma clara, transparente y objetiva, pareciera que, últimamente, los mensajes trasmitidos obedecieran más bien a las agendas propias de cada emisor, y estuviesen cargados de todo un arsenal de argumentos destinados a generar una reacción emocional más que racional. Esto se ha evidenciado en la confusión, temor, ansiedad, frustración o rabia que muchos hemos experimentado durante esta pandemia, y en la subsecuente permanencia de nuestros mecanismos de supervivencia.

Estrés crónico

Desde el punto de vista neurológico, la activación de nuestro sistema de lucha, huida o parálisis ante una amenaza es una respuesta normal. Es la reacción de nuestro cuerpo en preparación para enfrentar dicha amenaza. Es una respuesta automática, involuntaria, y que debería cesar una vez que estamos o nos sentimos a salvo. Sin embargo, en el ir y venir de cada ola de la pandemia y cada nueva variante, de cada restricción y de cada nueva política de salud, muchos hemos activado y reactivado este sistema. Sea por la percepción que nuestras necesidades no están siendo suplidas. O que nuestra salud y bienestar, nuestras libertades, nuestro estilo de vida y nuestra vida misma y la de aquellos que amamos están en riesgo. Todo esto nos ha llevado a un estado de estrés crónico.

En dicho estado, la actividad cerebral se localiza primariamente en la parte inferior y media del cerebro y se dificulta el acceso a las áreas encargadas de la razón y la lógica.

Comprender estas reacciones nos puede facilitar, a su vez, entender ciertos comportamientos o posiciones que observamos en las personas con respecto a diversos temas. Por ejemplo, una persona con temor a vacunarse podría reaccionar evadiendo cualquier actividad que le exija tomar la vacuna, o podría alejarse de quienes le ofrezcan una narrativa que no valide su temor.

Por otro lado, una persona que sienta rabia por no poder movilizarse libremente puede reaccionar de manera agresiva ante un discurso que no valide su rabia o descontento.

Lo interesante de notar es que, durante estas interacciones entre personas con posiciones distintas frente a la pandemia, hay un gran despliegue de argumentos, que principalmente se enfocan en cambiar la mentalidad, convicciones o el pensamiento de la contraparte.

Sin embargo, tal intercambio no sólo incrementa el estado de defensividad de las partes, sino que sigue dejando a los individuos en el mismo estado de vulnerabilidad, dado que es la validación emocional la que nos ayuda a regular nuestras emociones y a sentirnos seguros.

La regulación emocional, además, nos permite acceder al área de nuestro cerebro encargada de nuestras funciones ejecutivas: toma de decisiones, adaptación al entorno, resolución de problemas, integración de la información que recibimos del ambiente y de las conductas que responden a dicha información.

¿En base a esto, no se hace evidente la necesidad de priorizar la atención a nuestras emociones?

Cómo regular mis emociones

Hablar de nuestras emociones no resulta un tema sencillo. A muchos no nos enseñaron a navegar nuestros desbordes emocionales desde niños, dada la connotación peyorativa que estos cargan, culturalmente hablando. Por tanto, el trabajo de autoconocimiento, como primer paso en el viaje hacia la inteligencia emocional, se hace necesario.
Prestando atención a nuestros pensamientos, indagando más a fondo sobre nuestras reacciones y analizando las respuestas de nuestro cuerpo, podemos aprender a identificar nuestras emociones, a darles un nombre y entender en base a ellas nuestras necesidades.

En este sentido, recientemente estaba hablando con una amiga que me dijo que está firme en su decisión de no vacunarse pues escuchó a un supuesto doctor, en no sé dónde, asegurar que era peligroso. Yo, de forma tranquila, le explique lo que sé, hasta que llegué al punto en que me encontré sudorosa, y en tono de voz fuerte, le respondí que es una insensata y que por terca podría terminar en el hospital. Ella, también alterada, me repitió una y otra vez sus argumentos, de por qué no confía ni en las vacunas, ni en las farmacéuticas. Observé que ambas habíamos entrado en un espiral. Entonces, en vez de seguir, me detengo y analizo.

¿Cuáles fueron mis pensamientos?, primero, que hay evidencia científica que soporta la seguridad y eficacia de las vacunas, así no sean perfectas. Segundo, que hay cientos de miles de profesionales de la salud y científicos reconocidos que avalan su uso en todo el mundo y que entonces ella no está siendo racional basando su decisión en la opinión de un médico que ni siquiera conoce.

¿Cómo fue mi reacción? Impulsiva, agresiva y prejuiciosa. ¿Qué emoción dio paso a dicha reacción? Indignación, por su supuesta “ignorancia”.

Me detengo un instante, respiro hondo y me pregunto: Pero ¿por qué me siento así? en realidad, por el miedo, porque adoro a mi amiga y no quisiera que algo malo le pase. Por la angustia de pensar que su vida se redujo a estar encerrada y aislada de sus seres queridos. Me preocupa su bienestar.

Respiro… estas emociones no son fáciles de navegar, pero yo puedo con esto.

Al integrar mis emociones entendí que mi necesidad no es convencerla de que se vacune, lo que necesito es que entienda mi gran afecto hacia ella, cuanto aprecio su vida y cuanto extraño los momentos que compartíamos juntas. Le pido una disculpa. Pregunto por sus emociones y las valido. Nos conectamos.

Es importante entonces entender que las otras personas pueden estar en el mismo proceso de autoconocimiento y autocontrol que nosotros. Por tanto, es fundamental aprender a escuchar activamente, además de aprender a empatizar y a validar las emociones de otros, así como necesitamos que sean validadas las nuestras.

Ahora, no quiere decir que la conversación sobre temas polémicos deba omitirse. La clave es desde donde las abordamos. Si desde nuestro cerebro reaccionario o desde nuestro centro ejecutivo.  Al final, no se trata de tapar el sol con un dedo, de creer ciegamente en algo, ni de andar por la vida haciendo proselitismo. Se trata de lograr comprender que nos movemos en todo un espectro de realidades y matices, a fin de procesar, analizar y discutir la información o evidencia que nos es presentada de forma crítica, es decir, con todo y sus puntos buenos, malos y feos, mientras protegemos nuestra salud mental.



Fuentes:
Goleman, D. (1995). Emotional intelligence: Why it can matter more than IQ. New York: Bantam Books.
Siegel, Daniel J. (1999). The developing mind: toward a neurobiology of interpersonal experience. New York: Guilford Press.






contribuye   pixotronmedia
Hispanic Development Council
Consejo de Desarrollo Hispano
1280 Finch Ave West, Suite 203
North York, Ontario, M3J 3k6
CANADA
Boletín Línea Uno
Back to content