Los riesgos escondidos de tener Covid y el rol de las vacunas
25 February 2022
por Fernando Rouaux
Un amigo mío en Argentina me dijo, el otro día: “Yo le perdí el miedo al Covid”. Creo que es una sensación generalizada, sobre todo una sensación que ha prevalecido cada vez más con la aparición de la variante Ómicron. En un comienzo, la espeluznante velocidad de transmisión de esta variante, combinada con el hecho de que tiene muchas mutaciones en su proteína de entrada, sonó las alarmas de la población en todo el mundo. Pero luego, sobre todo con la información que provenía de Sudáfrica, primer país que la reportó, se llegó a la conclusión de que la variante no producía la misma proporción de casos graves y muertes que sus predecesoras. Esto, por supuesto, era una gran noticia. Hubo optimismo generalizado y a veces desmedido. Se habló del comienzo del fin de la pandemia, se habló de endemia, de que ya comenzábamos a poder convivir con el Covid.
Sin embargo, si bien es cierto que la variante Ómicron ha ocasionado menos muertes y casos graves en proporción a los casos totales, cuando hablamos de los riesgos de padecer Covid, debemos tener en cuenta los riesgos asociados que llegan después de la fase sintomática de la enfermedad: cuando se fue la fiebre, el malestar, el dolor muscular, ¿qué produce el Covid?
Al respecto, cada vez es más abundante la evidencia de que las consecuencias a largo plazo son muy variadas, y muy frecuentes. Uno de los problemas más importantes es el de las enfermedades cardiovasculares. Estudios recientes en los EE.UU. indican que durante el año siguiente a tener Covid, el riesgo de insuficiencia cardíaca aumenta un 72% mientras que el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (stroke en inglés) aumenta un 52%. (1)
Lo interesante es que estas consecuencias del Covid de largo plazo no distinguen entre personas de mayor o menor riesgo. Es decir, estos problemas no se limitan a aquellas personas mayores de 65 años, o a personas que tienen otras condiciones como obesidad y diabetes.
Sin duda, cuando la pandemia haya terminado, el Covid no dejará de poner presión a los sistemas de salud, los cuales en muchos casos están al límite. Cada país o provincia está en una situación diferente, pero las consecuencias de largo plazo se harán sentir, traducidas en millones de visitas a los hospitales, camas ocupadas, medicamentos recetados, horas de personal médico, etc.
Estos datos echan por tierra las teorías que dicen que mejor enfermarse de Covid, pasar la enfermedad de manera leve, para no tener que correr riesgos con la vacuna. Aún teniendo la suerte de pasar la enfermedad de la manera más leve, como si fuera un resfrío fuerte, las posibilidades de problemas cardiovasculares y otros aumentan muchísimo luego de tener la enfermedad.
El rol de las vacunas
Si bien está muy claro el rol de prevención de las vacunas, lo que no está del todo claro es si las mismas tienen un impacto en el desarrollo del Covid largo. Por supuesto, es evidente que si las vacunas son efectivas para la prevención del Covid, evitan de esta manera el Covid largo, ya que cada persona que no se infecta por estar vacunada es una persona que no sufrirá las consecuencias del Covid a largo plazo tampoco.
Pero, más allá de eso, hay discrepancia entre los investigadores. Algunos indican que el riesgo de Covid largo para las personas vacunadas es aproximadamente la mitad que para los no vacunados. Otros, sin embargo, aseguran que no hay ninguna diferencia. (2) El tiempo y los estudios subsecuentes que se hagan, nos aclararán esta duda.
Las vacunas y la variante Ómicron
Con respecto al nivel de protección que dan las vacunas contra la variante Ómicron, se ha demostrado que, si bien la respuesta inmune con respecto a los anticuerpos puede ser menor (las varias mutaciones que tiene esta variante “engañan” a los anticuerpos), la vacuna ayuda de otra manera.
Una de las defensas que tiene el cuerpo, además de la generación de anticuerpos, es la producción de células T. (3) Las células T tienen un rol muy importante en la respuesta inmune, que es mucho más compleja que la simple producción de anticuerpos. Las células T coordinan la respuesta del cuerpo a agentes extraños y matan a las células infectadas con virus, impidiendo indirectamente la reproducción del mismo.
Así, se cree que el rol de las vacunas en el caso de la variante Ómicron es la de fomentar la proliferación de células T. Éste podría ser el mecanismo por el cual las vacunas protegen parcialmente contra esta variante. Es decir, explicaría por qué la gente vacunada adquiere la enfermedad, pero no llega casi nunca a tener una enfermedad grave.
Como se dijo, los efectos del Covid largo se dan tanto en personas que sufrieron una enfermedad grave como aquellos que sufrieron síntomas leves. El optimismo frente a la levedad de los casos de la variante Ómicron entonces debe ser matizado. Es como si Ómicron tuviera una estrategia diferente: priorizar el contagio a la mayor cantidad posible de personas, aunque se enfermen levemente. De esa manera se generan en el futuro millones de personas que tendrán otras enfermedades como las cardiovasculares.
Es claro que mientras haya variantes circulando, es fundamental que hagamos todo lo posible por no contraer la enfermedad. No podemos jugar a juegos de azar, apostando a la posibilidad de que no nos enfermemos de forma grave y que no nos alcance el Covid largo. No importa nuestra edad, ni si tenemos o no otras condiciones que nos ponen a riesgo o no. Lo más seguro es ser prudentes y evitar la enfermedad. Una de las herramientas más eficaces son las vacunas. Pero tampoco podemos confiar 100% en ellas. Respetar el distanciamiento, los protocolos de prevención, el lavado de manos y el uso de mascarilla siguen siendo importantes, y lo serán, al menos, por un tiempo más.
Notas:
