Viñetas Número 86

Reflexiones, diálogo y comunidad
Línea Uno
Boletín No 86, Toronto, Marzo 4 de 2022
Boletín Línea Uno, Toronto, Ontario
Consejo de Desarrollo Hispano
DESIGN
BLOG
Go to content

Viñetas Número 86

Boletín Línea Uno 86 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
4 March 2022
por Luis Carrillos
 
Desde que comenzó el invierno, a finales de diciembre, se han visto dos grandes nevadas y algunas menores. Cuando ya comienza marzo, siento que es oportuno recordar y compartir historias de esta estación invernal que, es de esperar, irá llegando en pocas semanas a su fin. Le invito a que prepare su chocolate caliente, se siente y lea estas instantáneas, que espero le entretengan.

De viaje

Cuando camino con las aceras atestadas de nieve, voy muy vigilante, no sólo por las partes lisas o bloqueadas en la acera. Como también por los carros que bloquean el paso, o porque están por salir, o porque los dueños decidieron dejarlos allí para no tener dificultad de salir de sus garajes o cocheras.

Una mañana a la salida del parqueo de un edificio de apartamentos y escondido entre dos cerros de nieve, de más de tres metros de altura, vi la parte trasera de uno de esos que les llaman SUVs Sport Utility Vehicle -Vehículo Utilitario Deportivo-, y al aproximarme, vi a un hombre metiendo unas maletas en la parta trasera del auto.

Al pasar, a la par escucho al hombre que le dice a una mujer que venía jalando una maleta pequeña: “Apúrate que tenemos que llegar pronto al aeropuerto,” mientras continuaba trabajando en acomodar las cuatro maletas que se veían en el compartimiento. Ella levanta la maleta y le dice: “No te apures, tenemos tiempo. Me tarde porque estaba poniendo en orden los documentos que prueban que tenemos las tres vacunas reglamentarias y las pruebas negativas, con los pasaportes y los tiquetes,” le contesta mostrándole un porta documentos, al mismo tiempo que caminaba hacia el vehículo en forma perezosa y despreocupada. “Tomémonos una ‘selfie’ antes de irnos.

Cuando regresemos ya no vamos a ver todo esto.” Haciéndole gesto con el celular en la mano. Yo, por mi lado, seguí mi caminata luchando con la nieve y deseándoles mentalmente un feliz viaje.

La gran nevada del 17 de enero    

Un día que tenía que ir al centro de la ciudad y que serían alrededor de las nueve de la mañana y me dirigía hacia la parada del bus, al salir del edificio veo a la distancia a un adulto mayor que iba trabajosamente caminando sobre la nieve acumulada en la acera. Yo me apresuré por si necesitaba asistencia, sin embargo, él llegó primero que yo al paradero.

Ya hemos mencionado sobre como la gran nevada había cubierto todo con centímetros y centímetros de blancura. Las casetas de las paradas estaban completamente bloqueadas, al punto que las personas tenían que esperar a la orilla de la calle. Como digo, el adulto mayor ya estaba en la caseta, pero para abordar el bus tenía que pasar sobre el banco de nieve, esfuerzo muy trabajoso para él. Hicimos unos ensayos de cómo iba a caminar sobre el banco de nieve cuando viniera el bus. Enseguida, asegurada la forma de cómo íbamos a hacer para tomar el bus, iniciamos una conversación, que como es usual en estas circunstancias, el tema era sobre la nevada. Le digo yo, que había visto en el noticiero que habían caído 32 centímetros de nieve. “No sé qué canal viste, me dice. Lo que yo vi es que 36, o algo así cayeron en el centro de la ciudad cerca del lago. Acá en el área cayeron 46. Y a saber cuándo la van a limpiar.” Lo primero lo dijo con la satisfacción de haberme corregido, y lo segundo en forma de queja.

El hombre mayor continúo quejándose del presente alcalde municipal, que no ha mandado a limpiar la nieve, que no ha habido ninguno como el que hace veinte años llamó al ejército para que limpiara la nieve que cubría toda la ciudad. Su monologo lo terminó cuando llegó el bus, procediendo yo a asistirlo a pasar sobre el banco de nieve a que abordara el bus en forma segura. Como mencioné antes, habíamos practicado previamente como hacerlo. Ya en el bus, me senté en el primer asiento azul, el hombre mayor se fue a sentar a otro, no sin antes alargar su brazo derecho con el puño para el ‘fist bump,’ diciéndome “me llamo Bruno, y gracias por ayudarme.” Debo aclarar que la interacción se dio en inglés y que se interrumpió para ser reiniciada en el tren subterráneo. Allí cambió la dinámica, yo me convertí en consejero errante y Bruno en el ‘participante.’ Relato que presentare en retazos a futuro…

Alguien rechazó mi oferta de ayuda

Con el riesgo de cansar con la nevada voy a contarles una más que tiene que ver con otro adulto mayor que es mi vecino y que vengo viendo desde que me vine a vivir a este edificio. Le voy a llamar Bob, su nombre propio no lo conozco, viene de Grecia, y su inglés es infinitamente más limitado que el mío.  Hace unos dos años, en prepandemia, Bob tuvo un derrame cerebral que lo dejo caminando con andadera, la que dejó de usar hace unos seis meses cuando su condición se tornó a peor. Repentinamente, dejó la andadera y comenzó a caminar trabajosamente arrastrando la pierna derecha y jorobado hacia el lado izquierdo de su cuerpo. No deja de dar pesar verlo caminar cuando va a la parada de buses o viniendo de ella.

Un par de días después a la ‘gran nevada’ nos encontrábamos un grupo de pasajeros en la estación abordando el bus que nos llevaría a nuestras casas. La puerta se cierra para irnos. Eso no duró mucho. De pronto la puerta de enfrente se abre procediendo el bus a descender para facilitar la entrada a un pasajero. Dirijo hacia allí la mirada y veo a Bob con gran esfuerzo subiéndose al bus. Yo me moví del asiento para que él pudiera sentarse. Su condición física lo hace un pasajero “especial” que recibe atención preferencial.  Durante el viaje, decidí que al llegar a la parada donde él y yo nos bajaríamos, me adelantaría para ofrecerle asistencia al bajarse del bus y caminar a su lado hacia el edificio.

Ya hemos mencionado que las aceras no están limpias y la nieve, era peligrosa para caminar. Cuando llegamos a la parada de nuestro destino yo me adelanté, me bajé del bus y me alisté para ofrecer ayuda a Bob. Esto es, si él lo permitía. Como me lo sospechaba no me permitió tomarle el brazo. Lo mismo sucedió cuando comenzamos a caminar: “¿Are you going to be okay?” ¿Estarás bien? - le pregunto. “I am fine. Don’t worry” Estoy bien. No te preocupes,” me responde tajantemente haciendo un gesto desdeñoso con la mano, a lo que yo, respetuosamente le doy su espacio.
Bob, aunque muy lento, iba sorteando los obstáculos que se le eran más intensos debido al desafío físico. Lo de “respetuoso” lo quiero calificar a lo largo del tema de la salud mental. Para Bob es importante mantener su independencia, a pesar de las dificultades físicas, y para nosotros los demás con habilidades, respetar esas voluntades. Entonces, su rechazo de asistencia no me fue de ofensa, en cambio veo que es un riesgo bien tomado por el hombre en mantener su autoestima.

Nevando dentro del bus

La variante Ómicron nos trajo este invierno más estrés y presión de la que teníamos. Nuevos encierros, sin reuniones en grupo, pruebas QRs que estamos con la tercera vacuna, más afectados y pacientes en Unidades de Cuidados Intensivos (ICUs).

Este hecho ha causado que la Comisión de Transito de Toronto (TTC) haya tomado medidas preventivas de protección a los pasajeros en los buses como mantener ventanas abiertas para una mayor circulación del aire al interior del vehículo, como medida de prevención a la propagación.

Al sentarme y acomodarme a leer mi libro, veo que flequillos de nieve caían sobre las páginas, y que la temperatura estaba inusualmente fría para ser el interior del bus.

La nieve filtrándose dentro del bus era tal que cerré y guardé el libro. Me puse los guantes y mi gorro de nuevo como si estuviera al aire libre. Una mujer que iba frente a mí, también se arregló su abrigo y me dice “el conductor va a cerrar las ventanas.” Las ventanas no fueron cerradas y la nieve y el frio continuaron. Lo que sucedía es que el público, por lo menos la señora y yo, no habíamos oído las noticias que a partir de ese día para que hubiera aire en el interior del bus para prevenir la propagación de la pandemia, las ventanas permanecerían abiertas y que si se sentía mucho frio se iban a cerrar las ventanas. Desde ese momento, en todo bus, a veces usted siente gran frio con briza o siente que le cae nieve, pero todo sea para prevenir un contagio. Entonces, que ambos sean bienvenidos.  

Buenos samaritanos

Escuchando la radio sobre las diferentes situaciones de apuro que la tormenta de nieve causó, hubo una noticia de una pareja quedó atascada con el carro en la puerta de su casa justo cuando iban al hospital a dar a luz a su primer bebé. De acuerdo con el hombre, él aviso a sus vecinos de la situación en que se encontraban. Usando las redes sociales notificaron a sus vecinos y de pronto de todas las casas los residentes con palas y maquinas sopladoras de nieve formaron una cadena para remover la nieve para abrirles camino y facilitar la entrada de la ambulancia que los transportaría al hospital. El preocupado padre aclaró que no hubo nacimiento ahí nomás y que los mandaron de regreso a la casa, ya que no era tiempo todavía. A pesar de la falsa alarma, la joven familia tuvo una buena experiencia de la bondad colectiva de su vecindario. Así lo expreso el hombre dando las gracias en nombre de su esposa.






contribuye   pixotronmedia
Hispanic Development Council
Consejo de Desarrollo Hispano
1280 Finch Ave West, Suite 203
North York, Ontario, M3J 3k6
CANADA
Boletín Línea Uno
Back to content