Fragmentos de cine en pandemia

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Boletín No 87, Toronto, Marzo 11 de 2022
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Fragmentos de cine en pandemia

Boletín Línea Uno 87 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
11 March 2022
por Vanesa Berenstein
(Publicación de Inspirad@s con el apoyo del
Consulado Argentino en Toronto)

Transcurrieron dos años desde el comienzo de la pandemia de Covid-19 y el mundo del cine, en el que muchos encontramos refugio, reaccionó con agilidad.

Los cambios en las formas de producción, distribución y circulación que ya venían ocurriendo en los últimos años se aceleraron y consolidaron. Entre ellos, la aparición de nuevas plataformas digitales, el crecimiento de las ya existentes y el acceso virtual a festivales de cine. Si bien muchas películas y series han sido realizadas y estrenadas en distintos formatos durante estos tiempos singulares, algunas de ellas tienen una particularidad: la de dar cuenta de la situación de pandemia.

Las tres diversas obras a las que nos referimos a continuación se destacan por su calidad y originalidad, y fueron realizadas en el ámbito íntimo familiar durante la convivencia en cuarentena.

Terminal Norte
es un mediometraje documental dirigido por la reconocida Lucrecia Martel en su primer estreno después de Zama (2017). El trailer se puede ver aquí: https://youtu.be/xbgZAEyztoc


“En el año que asoló la peste, una cantora del Río de la Plata se refugió en el Norte del país. Tenía que preparar un gran show, pero fue cancelado.” Estas palabras sobreimpresas nos introducen en situación mientras escuchamos la voz en off de la cantora Julieta Laso entonando el vals “La sombra” de Lucio Mantel. Antes de lanzarse como solista, Laso, supo ser la voz de la Orquesta Fernández Fierro que nos visitó en Toronto con motivo de los Juegos Panamericanos de 2015 en una presentación a todo tango reo en la explanada del City Hall.

Rodada en Salta, Martel nos invita a participar a través de su cámara de un encuentro de mujeres músicas que representan parte de la diversidad de la música actual. A la cantora Julieta, se suman la notable coplera Mariana Carrizo y su hija, la Michu; Lorena Carpanchay, primera coplera trans de los valles calchaquíes; la trapera feminista BYami;  Las Whisky, dúo conformado por Maka Fuentes y Mar Pérez; Noelia Sinkunas, pianista y compositora. Dos hombres son convidados al festejo: el guitarrista y compositor Bubu Ríos y Miguel Moreira, “amansador y gran bailarín”.

El documental se hace eco de los movimientos feministas que han tomado cada vez más visibilidad en los últimos tiempos. Va a contramano de aquellos documentales musicales for export, a los que estamos quizá más acostumbrados. Las artistas celebran el encuentro a través de la música y el movimiento de sus cuerpos. Se apropian de géneros musicales tradicionales, para poblarlos de un contenido que represente sus necesidades expresivas, principalmente las luchas de las mujeres y disidencias. Distintas generaciones están invitadas, aportando a la fusión con géneros musicales más nuevos. Los planos recorren del desborde de la fiesta y la entrega de estas mujeres empoderadas a los momentos de encuentro más intimista de la cantora Julieta con sus invitadas.

El minucioso trabajo con el sonido es habitual en el cine de Martel. El bailarín Moreira y la Michu danzan una zamba en la que la música apenas se escucha. El aparente silencio es habitado por los aplausos marcando el tempo, las pisadas rítmicas del zapateo y los repiques del bombo. El sonido de una mano arrancando unos yuyos es suavemente reemplazado por el de las aves de fondo que a su vez se fusiona con el compás de una copla.

Soplaré, soplaré, la casita tiraré
es un corto basado en la obra teatral de Federico León, “1500 metros sobre el nivel de Jack”, en función de una premisa del programa “Archivo Vivo” del Centro Cultural Kirchner. En este enlace se puede encontrar: https://youtu.be/debuuQolOO4


Una madre soltera y su hijo pequeño se encuentran atravesando el confinamiento obligatorio en un departamento en algún lugar de la Ciudad de Buenos Aires. La historia se desarrolla en todos los ambientes: desde la cocina hasta el baño, pasando por las habitaciones y el living. Se enriquece además del afuera a través de las ventanas.

En tan solo 24 minutos observamos la conexión de madre e hijo con el mundo exterior: la actividad laboral de la mamá a través del Zoom, el contacto con los seres queridos por video llamada, la clase de gimnasia por streaming, con el niño dando vueltas alrededor. Estas actividades tan reconocibles narran el encierro, la falta de intimidad, la percepción borrosa del paso del tiempo, la exposición a las pantallas. No faltan las voces del “sentido común” que emite la radio.

Los realizadores son el cineasta y montajista Manoel Hayne y Valeria Correa, dramaturga y actriz de La flor (Mariano Llinás, 2018) y El estudiante (Santiago Mitre, 2011), entre muchas otras películas, además de integrante del legendario grupo teatral Piel de Lava.

Las escenas cotidianas de la pandemia a las que nos terminamos acostumbrando, observadas en la pantalla como espectadores, nos recuerdan la extrañeza de estas situaciones. El niño en el balcón agarrado de los barrotes, a su vez cubiertos por la red protectora habitual en los balcones y terrazas de los departamentos donde viven niños. Llama a su abuela “Abuela, ¿dónde estás?, abuela, ¿dónde estás?” gradualmente subiendo la voz, cada vez más fuerte. “A-bue-la, a-bue-la” prueba cortando con fuerza las sílabas. “Acá estoy, acá estoy” enuncia hacia el pulmón de manzana, convencido de que su abuela va a recibir el crucial mensaje.

También Clementina fue filmada en un departamento porteño. En este caso en el barrio de Chacarita.



Clementina y Guillermo, que casi siempre aparece fuera de plano, forman una pareja que decide probar la convivencia al comenzar el aislamiento obligatorio. Los realizadores y actores son Agustín Mendilaharzu, miembro de la productora independiente El Pampero Cine, aquella de La flor que agotó localidades cuando se presentó en Toronto en 2018 y Constanza Feldman, actriz, bailarina y coreógrafa. En un video “making off” que puede verse en YouTube cuentan la génesis del proyecto y que son pareja en la vida real. Este diario, tal como lo definen, podría ser un capítulo más en sí mismo, por la creatividad, frescura y ejecución.

Al suspenderse los ensayos teatrales en los que trabajaban debido al aislamiento obligatorio recién decretado, tal como ocurrió con Terminal Norte, decidieron filmar un cortometraje con los elementos disponibles. Se valieron de una cámara que lograron rescatar de las oficinas de El Pampero unos momentos antes que comenzara a regir el confinamiento. Los objetos que habitaban el departamento, la calle con su desfile de transeúntes con barbijo, las hojas del otoño y los autos estacionados alcanzados por la cámara desde el balcón fueron personajes clave de la narración.
El pasillo y la escalera que podían espiarse desde la mirilla o con la puerta entreabierta permitió incorporar en la ficción una serie de eventos reales que ocurrieron en el edificio por esos días. El corto inicial finalmente pasó a ser una serie de cinco capítulos que varían en duración y género.

La incredulidad de todos nosotros cuando comenzaron las medidas de aislamiento obligatorio aparece reflejada con inteligencia y espíritu lúdico en el absurdo de las situaciones. La falta de agua en el edificio justo cuando el mensaje era lavarse las manos exhaustivamente. La visita de plomeros y albañiles, cuando no se podía ver a los seres queridos porque había que mantener la distancia social.

En ambos trabajos, Soplaré, Soplaré y Clementina, los realizadores hacen uso de todos los rincones de un departamento donde pasan la cuarentena y del espacio que los rodea.
Los edificios circundantes con sus ventanas sugieren las miles de historias similares.
La calle que se ve desde el balcón con los peatones paseando al perro o con las bolsas de las compras.

Con pocos recursos materiales, pero con muchos en términos de creatividad, profesionalismo y talento se han logrado obras que se destacan en todos los rubros, desde los guiones, la dirección y las actuaciones, hasta la iluminación y el montaje.

Los tres films parecen ser muy diferentes por sus climas. Sin embargo, tienen múltiples coincidencias. Pensados en poco tiempo ante una situación inesperada, parten de la imposibilidad de seguir adelante con los planes previstos. En la dualidad
aislamiento-conexión, signo de época, en la búsqueda del encuentro con el otro que recorre a los tres quizás resida algo de lo necesario que nos dio el cine en pandemia.






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