Convivir en pandemia: la próxima ola

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Boletín No 90, Toronto, Abril 1 de 2022
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Convivir en pandemia: la próxima ola

Boletín Línea Uno 90 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
1 April 2022
por Sandra Farias

Hemos comenzado a retomar el ritmo de la normalidad tras 24 largos e impredecibles meses en pandemia. Como se ha tratado de una experiencia existencial para toda la población resulta significativo hacer un balance, ya que nos encontramos en una bisagra de la historia. Es cierto, una vez que esta etapa haya culminado nada cambiará sustancialmente, pero nada seguirá siendo exactamente igual tampoco.

"La etapa que se ha iniciado ahora es la de la convivencia con el virus."

Lo más importante de esta etapa es no bajar completamente la guardia y mantener la prudencia. ¿Por qué? Si de golpe hacemos como si el virus hubiera desaparecido sería desconocer que esta enfermedad seguirá existiendo. Es cierto, antes no vivíamos la gripe como una amenaza a nuestra salud constante, pero ya sabemos que contagiarse de COVID no es lo mismo que la gripe y la evidencia ha sido lo suficientemente indiscutible y dramática en estos dos años como para haber olvidado la lección.

Hemos logrado salir de la crisis de hospitalizaciones gracias a que las vacunas crearon una barrera entre vacunados y no vacunados. La mayoría de las personas que terminan necesitando cuidado en hospitales no se han vacunado completamente. Sin las vacunas aún no habríamos podido salir de la pandemia y la mortalidad hubiera sido catastrófica. Cientos de miles hubieran muerto en cada comunidad y de los sobrevivientes millones quedarían con secuelas por el efecto de la COVID en el largo plazo.

Esta penosa experiencia nos indica que el mejor enfoque debe centrarse ahora en continuar protegiendo a las personas más vulnerables: los no vacunados, los ancianos, los inmunocomprometidos, aquellos con exposiciones intensas o frecuentes al virus, todos los cuales probablemente se beneficiarían de más dosis de vacunas y medidas adicionales enfocadas en el uso de mascarillas, distanciamiento, pruebas y tratamientos.

Ahora entramos en un proceso de transición que estará en vigor alrededor de un año en la mayoría de los países. Luego se pasará a una red de vigilancia centinela, que funcionará como la de la influenza. (1)

Es probable que en esta etapa de convivencia sin restricciones en los contactos sigan apareciendo nuevos brotes en nuestras comunidades y los cierres sean aplicados parcialmente dependiendo de la cantidad de casos. Aun así, las respuestas permanecerían aisladas en estos grupos o sectores de la comunidad, como una escuela, un hospital o una residencia de cuidado a largo plazo. “Probablemente nos tomaría un tiempo volver a imponer restricciones a la población en general”, sostuvo la Dra. Crystal Watson, del Centro de Seguridad de la Salud Johns Hopkins, la principal fuente de recomendaciones para Norteamérica.

La mejor manera de cuidarse y seguir protegiendo a las personas más vulnerables es seguir usando la mascarilla en todos aquellos lugares públicos en que la distancia social no está permitida, por ejemplo, cuando uno va de compras, toma un transporte público, va al cine o algún espectáculo con muchas personas en interiores.

“Con el tiempo, las máscaras podrían convertirse en una cortesía normalizada en nuestra cultura”. “Si tengo un resfriado y sé que no es COVID y tengo que salir, usaré una mascarilla,” opinó Jennifer Nuzzo, líder de epidemiología en el Centro de Recursos de Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins. “Me imagino que muchas personas querrán usar sus tapabocas mientras viajan, incluso si no es obligatorio. Me imagino que la gente las usará en el invierno porque no quiere contraer la gripe ni nada más”, dijo la especialista en salud pública. (2)

Además, la experiencia de esta pandemia ha permitido crear recomendaciones en el largo plazo. La comunidad de especialistas en epidemiología ya ha anticipado cuál puede ser el peor escenario de este 2022: Una nueva variante que sea más transmisible y que cause mayor mortalidad en los no vacunados. (3)

Ante tal posibilidad, tener las dosis al día es crucial para evitar quedar paralizados como en las primeras olas sin vacunas. Por ello, este es como el mejor momento para vacunarse, ya que no hay que esperar para conseguir un refuerzo, no hay que sacar turno y cada dosis nos protege de enfermarnos gravemente por tres meses. Ahora, durante esta primavera estemos atentos a la llegada de la segunda vacuna de refuerzo para las personas mayores de 50 años.
Entonces aprovechemos el impasse, ahora que el virus se ha estabilizado antes de que esta sexta ola que ya ha comenzado nos alcance. Es ahora cuando vacunarse es la mejor y la única estrategia sostenible. No esperemos que aparezca otra variante y, mientras tanto, permanezcamos atentos a la ciencia de las vacunas para ver cómo evoluciona para defendernos de este y otros virus.

Ante la disminución de las pruebas PCR de COVID es recomendable además contar con una prueba de antígeno rápido en casa para poder acudir al trabajo o a otras citas, en caso de presentarse algún síntoma. Con la llegada de la primavera y los constantes cambios de temperaturas es frecuente resfriarse. Uno en cada 5 canadienses se ha enfermado con algún virus respiratorio durante el invierno. En las farmacias están disponibles y en algunos centros comerciales, y son de distribución gratuita. Shoppers Drug Mart tiene en su página actualizado un enlace con las farmacias donde se pueden encontrar estos test disponibles. El hacerse la prueba en casa podrá prevenir de contagiar a más personas en su comunidad. Si bien no son tan exactos y puede dar un falso negativo, un resultado positivo con dos rayitas da la certeza del contagio. Esto debe ser un deber cívico constante a partir de ahora y un objetivo colectivo para tener en cuenta a nivel comunitario.



Pese a que todas las provincias ya levantaron la mayoría de las restricciones de salud pública, los casos han continuado subiendo en las ultimas mediciones realizadas en los sistemas de cloacas, donde se continúa monitoreando el virus.  Una de las preguntas es si se verán con la nueva variante en circulación, la BA.2 muchas hospitalizaciones en las próximas semanas. La tasa de positividad es del 17,9 % actualmente en Ontario, la más alta desde que se alcanzó el 18,8 % el 25 de enero durante el apogeo de la ola Ómicron.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado el objetivo de vacunar al 70% de la población mundial para mediados de 2022. Pero mientras que los países ricos, como Estados Unidos, ya han inmunizado a más del 60% de su población, la vacunación en los países de bajos ingresos va a la zaga. En Sudáfrica sólo el 27% de la población está totalmente vacunada, mientras que, en Nigeria, Papúa Nueva Guinea y Sudán esa cifra es inferior al 3%.

Cuanto más se transmite un virus, mayor es su probabilidad de mutación, y según aumenta su capacidad de mutación, aumentan las posibilidades de encontrarnos con cepas más peligrosas. La mejor manera de evitar que surjan nuevas variantes es, por tanto, negar al virus la oportunidad de propagarse y replicarse. Esto puede hacerse mediante el distanciamiento social, el uso de máscaras y las pruebas, pero la mejor arma es la vacunación generalizada.

Las vacunas tienen dos ventajas principales: salvan vidas al evitar que la gente enferme gravemente, y ayudan a controlar la replicación del virus. Las infecciones graves en personas vacunadas tienden a ser menos, lo que significa que una persona enferma no exhalará tanto virus durante tanto tiempo como lo haría si no estuviera vacunada. Eso da al virus menos tiempo para replicarse dentro del cuerpo y menos oportunidades para multiplicarse en el resto de la población.

La comunidad internacional también puede proporcionar ayuda financiera a los países de bajos ingresos para que construyan infraestructuras sanitarias, lo que también ayudaría durante la inevitable próxima pandemia. (4) Los expertos en salud pública también han pedido a Moderna y Pfizer que ayuden a los países de bajos ingresos a producir sus propias vacunas de ARNm, lo que reduciría drásticamente la carga de adquirirlas, transportarlas y distribuirlas. Katz dice que esto requeriría que las empresas no sólo liberaran sus derechos de propiedad intelectual, sino que también compartieran su tecnología y materias primas.  En este sentido, tenemos que pedir a nuestros gobiernos que hagan más por la equidad de las vacunas.








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