Lo urgente impide ver lo importante
10 June 2022
por Duberlis Ramos
“Estamos
perdiendo la batalla por la protección del planeta”, es el mensaje
del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático PICC de la
ONU. Esta es la conclusión central del último capítulo del estudio
hecho público el día 4 de abril de 2022. Este informe, el último
de tres reportes producidos por el grupo de científicos expertos en
materias del clima y sus determinantes ha trabajado para determinar,
con acabada certeza científica, cuál es el estado del planeta en
que vivimos.
En
su parte medular, el informe indica que entre los años 2010 y 2019,
las emisiones de carbono son las más altas en la historia de la
humanidad, y que de acuerdo con este hecho hoy el mundo está
dirigiéndose “aceleradamente al desastre”.
De
acuerdo con el secretario de la ONU, Antonio Guterres, es ahora o
nunca el momento de actuar. Esto en referencia a las mediciones e
indicadores en cuanto al calentamiento del planeta. En efecto, a este
paso estamos proyectando un calentamiento que apunta casi al doble
del proyectado por el acuerdo original firmado en París, que
proponía como objetivo crítico un C 1.5 de incremento máximo, para
a partir de ahí nivelar el impacto en la superficie del planeta. En
la realidad, aproximadamente para el año 2040 estaríamos pasando el
llamado punto de no retorno.
De
manera algo trágica cual visita al médico, este diagnóstico indica
que la tierra sufre consecuencias por la actividad humana que le
rinden incapaz de superar hasta ahora las prácticas abusivas que
impactan el clima, el cual como resultado cada vez es visiblemente
más errático y con resultados crecientemente más catastróficos.
A
saber, los fenómenos climáticos acontecen con más virulencia en
momentos no esperados, de acuerdo con los patrones históricos de
comportamiento documentados a través del mundo y por supuesto
también aquí en Canada. Y, a propósito, mientras transcurría el
fin de semana largo pasado dos semanas atrás, sonaron las alarmas de
emergencia y vimos con sorpresa como se anunciaba un posible evento
climático que requería atención frente al peligro de tiempo
inestable y con peligro serio para las personas. En su efecto,
vientos huracanados y tormentas causaron daños materiales y varias
muertes en Ontario y Quebec.
Esto
es, sin lugar a duda, un fenómeno natural pero el cual ya no podemos
decir que se trata solamente de una “intervención divina”. Tal
como lo plantea el informe del PICC tales eventos climáticos
contemporáneos están marcados por la intervención humana directa
en el ecosistema. Más aun, hoy día vemos a diario en las noticias
del mundo entero estas catástrofes climáticas cada vez más duras y
con daños materiales más graves. Lo visto en cada temporada, ya sea
de frio o calor, son las pruebas de lo difícil de la situación y
señalan un momento crítico para la humanidad.
Sabemos
que constantemente utilizamos estas expresiones con un cierto
carácter hiperbólico y de exageración, pero el trabajo del PICC
invita y, en voz del secretario de las Naciones Unidas Antonio
Guterres, pone en la agenda mundial como tarea urgente el salvar el
planeta.
Sin
embargo, hay que subrayar el hecho de que este es un cierto concepto
que no especifica lo más obvio: la defensa del planeta al ocaso del
día ¡es la defensa de la existencia de la propia humanidad! ¿Puede
haber algo más simple que esto? A simple observación no. Pero
¿cómo es que entonces continuamos por este camino hacia un desastre
lento sin reconocer el colapso terrenal que se acerca inexorablemente
día a día?
En
parte esto se debe al hecho que cada vez y más allá de las buenas
intenciones vivimos en un mundo con menos instancias cooperativas, en
el cual las ganancias individuales y corporativas continúan siendo
la base de la formación ética de los países más desarrollados
económicamente. El problema, entonces, es que volvemos a una
discusión histórica sobre si en términos reales existen límites
al continuar aspirando al desarrollo marcado por el consumo y no a
atender las necesidades básicas de la humanidad.
De
la misma manera que existen hoy problemas que distancian al mundo en
desarrollo con los países desarrollados, en estos últimos hoy
podemos ver con mucha facilidad como también surgen las profundas
disparidades internas marcadas por lo que es ya un problema
estructural, como lo indican el crecimiento de los bancos de comidas,
comedores populares y las personas sin albergue.
De
cierta forma podríamos concluir que tal creciente escasez causada
por el clima y su impacto debilitante en territorios de cultivo daña
la salud de grandes poblaciones en el mundo y que esto es una parte
intrínseca, resultante del daño que se hace al planeta y que a la
vez resulta en una espiral que va agotando su capacidad natural de
regeneración y sustentación, de las cuales depende la vida misma de
la población humana.