Seis olas después

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Boletín No 100, Toronto, 10 de Junio de 2022
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Seis olas después

Boletín Línea Uno 100 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
10 June 2022
por Fernando Rouaux

Los números redondos son siempre una ocasión para hacer un repaso de dónde estamos y hacia dónde vamos. Hoy, mientras Línea Uno cumple su número 100, la pandemia transita su sexta ola, habiendo cumplido ya más de dos años. En efecto, el 11 de marzo de 2020 se declaraba la pandemia de COVID-19, luego de que se recibieran en todo el mundo noticias terroríficas de los estragos que estaba haciendo, sobre todo, en Italia y España.

El 14 de marzo de 2020, en Ontario se habían reportado apenas 100 casos de la variante Alfa. Sin embargo, seis días más tarde ya había mil. En todo el país, mientras tanto, ya se reportaban un mes más tarde 10 mil casos y 500 muertes.
El impacto en la economía no se hizo esperar. En abril del 2020 el GDP canadiense cayó un 18%, una cifra inimaginable hasta ese momento. Los arribos en los aeropuertos bajaron un 92%, es decir prácticamente se detuvieron los vuelos. Lo mismo ocurrió en Toronto con el transporte público (el TTC), que en ese mes despidió a 1200 trabajadores debido a la caída de los viajes en un 85%. Para mayo se habían perdido 2 millones de puestos de trabajo, lo que llevó a la tasa de desocupación al 13%. A eso hay que sumarle el desabastecimiento de muchos productos por diversas razones, incluyendo la compra compulsiva motivada por el pánico.

Una de las primeras medidas que se tomaron fue que los chicos no volvieran a clases luego del March break y pasaran a la forma de clases virtuales. Esto fue un factor determinante en cómo la pandemia afectó la salud mental de los niños, adolescentes y también de los adultos cuidadores. La presencia de los chicos en la casa cuando deberían estar en la escuela altera completamente la vida familiar (algo muy conocido y siempre recordado por los gobiernos durante los paros docentes).

Pasó Alfa, y la escuela volvió a ser presencial, justo a tiempo para que llegara Beta a generar la segunda ola. Se hablaba, sí, de una carrera contra el tiempo para desarrollar vacunas que, se creía, serían la solución definitiva. Cuando llegaran las esperadas vacunas, nos la daríamos y el virus sería erradicado.

La primera dosis en Ontario se dio el 14 de diciembre de 2020. Todavía no había lockdown en la provincia, aunque muchos sectores lo pedían. Llegó recién el 26 de diciembre, justo a tiempo para que la gente pudiera reunirse a festejar la Navidad.

Y llegó Gamma, la tercera ola entre marzo y abril del 2021 cuando cumplíamos un año de pandemia. Para ese momento ya estábamos aprendiendo a convivir con el virus, pero sobre todo estábamos esperanzados por el avance de la vacunación. Los países intentaban acaparar la mayor cantidad de dosis posibles, sin ningún miramiento a la realidad de otros países. Poco caso se les hizo a los llamamientos de la Organización Mundial de la Salud llamados a coordinar colaborativamente un sistema más equitativo de distribución internacional de las dosis. Como siempre, los países ricos ignoraron las necesidades de los países más pobres. Los laboratorios se negaron a liberar las patentes de las vacunas para que pudieran ser desarrolladas y distribuidas a menores costos. La pandemia mostraba la verdadera cara de cada quién.

Aquellos también fueron tiempos marcados por la desinformación, la confusión de mensajes en las redes sociales y las campañas antivacunas que frenaban los esfuerzos de vacunación global.

A nivel local, la pandemia también mostraba de forma cruda la realidad de la que diariamente no se habla. En Toronto, los barrios más diversos (es decir, los barrios con más inmigrantes) eran los más impactados. Cuanto más diverso era un barrio, más casos de COVID tenía. Esa sigue siendo la realidad hoy.

En el caso particular de la comunidad hispana, la cosa era peor aún: según datos de la Ciudad de Toronto, en julio de 2021 la comunidad hispana tenía 7 veces más casos de COVID que la comunidad blanca/angloparlante. Mientras algunos trabajaban seguros desde casa, los inmigrantes y en particular los latinos trabajaban en puestos de trabajo esenciales, procesando alimentos, cultivando, trabajando en limpieza y en supermercados. Para eso debían viajar en el transporte público (cuando no hacinados en camiones). Y por esa misma razón en caso de enfermarse resultaba difícil aislarse en una casa con familias numerosas, viviendo en espacios reducidos. Pandemia y pobreza, era claro, se daban la mano.

Cuando llegó la cuarta ola con la variante Delta ya el 80% de la población del país estaba vacunada. Eso no impidió que se llegara a un promedio de cerca de 8 mil casos diarios y hubiera una alta tasa de mortalidad y hospitalizaciones. Las vacunas probaron ser efectivas en un 90% o más para evitar muertes y casos graves, pero aún una parte importante de la población estaba sin vacunar. Además, las vacunas no estaban aprobadas para los niños y adolescentes, con lo cual los contagios seguían siendo muy altos en esos grupos.

Así nos encontró la quinta ola, la ola de Ómicron, que sorprendió a todo el mundo con su capacidad increíble de propagación. En Canadá pasamos de tener 2500 casos en promedio a fines de noviembre de 2021 a 40 mil para principios de enero. Por suerte, como sabemos, Ómicron demostró ser menos virulenta que Delta, y llegó cuando gran parte de la población estaba vacunada. Esto hizo que el número de muertes, en proporción, fuera mucho menor que con las variantes anteriores. Otra característica de Ómicron que sorprendió a todo el mundo fue que, así como aumentaba y se propagaba con una rapidez descomunal, también bajaba, sin que nadie entendiera del todo por qué, luego de un período de aproximadamente un mes.

En Canadá, Ómicron llegó a hacer pico la primera semana de enero del 2022, como dijimos, con 40 mil casos diarios, y para mediados de marzo el número había bajado a los 3 mil. Pero la gran capacidad de multiplicación de Ómicron probablemente facilitó la aparición de las subvariantes, las que provocaron la llegada de la sexta ola, que es la que estamos viviendo ahora, en etapa de retirada.

En total, hay en Canadá hasta el momento 41 mil muertos confirmados por COVID. Es difícil tomar dimensión de un número así. Pero para comparar, en toda la segunda guerra mundial murieron 44 mil soldados canadienses. Ya no son noticia, ya no nos conmueve, pero ayer, por ejemplo, 7 de junio, murieron 12 personas por COVID en Canadá.

La sexta ola aún no se terminó. En este momento hay unos 300 mil casos activos en todo el país. Mañana habrá, lamentablemente, nuevas muertes. Esperemos que la sexta ola sea la última. Pero sobre todo esperemos que después de esta pandemia hayamos aprendido algo. Que la próxima crisis nos encuentre mejor preparados y con suficiente educación para la prevención y respuesta.









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