Apocalípticos y desintegrados

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Boletín No 102, Toronto, 24 de Junio de 2022
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Apocalípticos y desintegrados

Boletín Línea Uno 102 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
24 June 2022
por Alberto Juan Barrientos

La recién concluida Cumbre de las Américas, celebrada en esta ocasión en la ciudad de Los Ángeles, ha marcado sin dudas un hito en la dinámica de las relaciones políticas continentales. Y no sólo por la polarización a ultranza que representa la exclusión de tres países con un denominador común en términos político-ideológicos, sino también por la reacción generalizada de una mayoría diversa que, más allá de sus diferencias, repudió, directa o indirectamente, la acción del anfitrión.

La justificación de la administración de Joe Biden fue la tesis de que estos tres países no practican la democracia y que sus gobernantes, por tanto, no han sido elegidos democráticamente.

En su visión, los Estados Unidos vieron el evento con un enfoque político y no socioeconómico, e impusieron su criterio selectivo de antemano, desconociendo que más allá de modelos de gobierno, los problemas de la región involucran también a estos países y sus habitantes. La reacción latinoamericana, condicionó las perspectivas de éxito del foro, incluso antes de comenzar.

Una historia de desencuentros

Este foro regional, que se celebra cíclicamente cada tres o cuatro años, fue iniciado en 1994 con la intención de fortalecer una cierta integración económica continental y potenciar, progresivamente, mecanismos de cooperación centrados en intereses comunes como la gobernabilidad, la democracia y el desarrollo.

Los antecedentes históricos se remontan al año 1956, cuando se celebró una cumbre regional en Ciudad de Panamá auspiciada por la OEA, cuyos objetivos apuntaban al mejoramiento socioeconómico de un Sur por entonces muy empobrecido. Salvo por haberse sentado las bases de la creación del Banco Interamericano de Desarrollo, poco o nada avanzó el continente en la consecución de aquella meta.

Un segundo intento ocurrió en Punta del Este, Uruguay, donde en 1967 se reunieron 19 jefes de estado latinoamericanos otra vez bajo el auspicio de la OEA y la tutela de los Estados Unidos. Allí, en el cono sur continental y a la sombra estratégica de la Alianza para el Progreso soñada por John F. Kennedy, se firmó una declaración conjunta donde se perfilaba la futura cooperación multilateral en temas de agricultura, infraestructura, educación y la creación de un Mercado Común para América Latina. El proyecto fracasó nuevamente al estar marcado por una época de polarización, Guerra Fría y dominación geopolítica, donde, además, sólo las élites locales gozaban de alguna integración con los capitales del Norte poderoso y desarrollado.

No fue hasta la década de los noventa, tras la reestructuración del orden mundial como consecuencia de la caída del Muro de Berlín, que las Américas se reunieron nuevamente. Esta vez, el objetivo era discutir las alternativas de desarrollo socioeconómico del Sur a través de la integración y el libre comercio con el Norte, así como la erradicación de la pobreza, la discriminación, la sostenibilidad y la protección del medio ambiente.

En Miami, el 11 de diciembre de 1994, treinta y cuatro jefes de estado y gobierno firmaron una Declaración de Principios y un Plan de Acción que apuntaban hacia las metas enunciadas. Por primera vez participaba Canadá en este foro hemisférico, y habiendo desaparecido las dictaduras de derecha que azotaron a varias naciones latinoamericanas en décadas anteriores, esta vez había consenso en el basamento democrático que servía de sostén a los acuerdos. La promesa más esperanzadora era el proyecto de creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), una especie de Comunidad Económica Europea adaptada al hemisferio americano.   Se suponía que ahora sí funcionaría el proyecto, pero la realidad demostró lo contrario.

Cabe preguntarse entonces por qué estas cumbres fracasan, por qué no ha habido un cambio real en el continente y qué tiene de especial esta última cumbre.

Para empezar, debe entenderse que hay factores comunes que no han cambiado en los numerosos intentos de integración hemisférica ya mencionados.  El papel preponderante de los Estados Unidos, cuya economía no es solo la más grande de la región sino del mundo, dicta las pautas políticas de cualquier intento negociador en última instancia.  
Todo el proceso gira en torno al acceso de las economías del sur a la gran economía del norte. Hoy más que nunca la tecnología y el know how, privativo de las grandes corporaciones norteñas marcan el rumbo. La visión ancestral de un mundo al sur de Rio Bravo, destinado a ser proveedor de materias primas, y la de los Estados Unidos (y por decantación Canadá) destinados a procesarla y venderla de vuelta, elaborada, a los proveedores originales, no ha cambiado un ápice.

Aun cuando el ALCA sugería la eliminación de aranceles, facilidades de transporte mercantil, precios protegidos, etc., estas ventajas eran medibles sólo en comparación con estados de otras regiones.

La correlación entre el precio de la materia prima vendida y el del producto de consumo comprado seguía siendo desventajosa para los latinoamericanos. Las inversiones -aunque importantes- en infraestructura productiva que harían los desarrollados del Norte, no contemplaban el resarcimiento equitativo por igual trabajo a los obreros del Sur.
En todo caso, la mano de obra barata haría más ricos a los dueños de la inversión extranjera, mientras los trabajadores del Sur habrían de conformarse con el hecho de obtener unos puestos de trabajo anteriormente inexistentes. El beneficio, obviamente, sería mucho mayor para los estados ricos poseedores de tecnología y capital. Y en el plano interno, por su parte, las oligarquías latinoamericanas no estaban dispuestas (ni lo están hoy) a disminuir sus ganancias desproporcionadas en aras de una mejor redistribución social.

En la IV Cumbre de Mar del Plata, en el 2005, el proyecto del ALCA murió antes de su anunciado alumbramiento. El desacuerdo y la inconformidad de muchos países con el esquema presentado terminó por dividir al continente, una vez más. Surgió allí mismo, como alternativa, la propuesta de otro tratado a menor escala, el Mercosur, que comenzó a funcionar poco después con la participación de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. El hecho mostraba en sí mismo las asimetrías existentes en el continente, no sólo en términos económicos sino políticos. Posteriormente a este bloque se incorporaría Venezuela, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana y Surinam como asociados.

“Se les llenó de pobres el recibidor” (4)

Así llegamos en este 2022 a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles, con un Norte más poderoso que antes y una Latinoamérica todavía dividida, pero cansada de su rol secundario, de su papel de continente con sueños postergados una y otra vez. La agenda del evento, que incluía el medio ambiente, el cambio climático, la salud pública y el crimen organizado, se centraba sin embargo en la migración irregular, de marginados y desplazados latinoamericanos, principalmente hacia Estados Unidos.

No es casualidad que el país verdaderamente afectado por este fenómeno, una situación catalogada como masiva, creciente y peligrosa, impusiera la cardinalidad de ese punto en la agenda. Como otras veces, se pretendió atacar la consecuencia y no la causa, en tanto no se generó un debate serio sobre el origen del problema: la inequidad económica regional y la imposibilidad de desarrollo sostenido para las naciones más pobres.    

La planificación del evento fue a todas luces caótica, debido en buena medida a un debate que consumió todo el tiempo a los organizadores: la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, al no invitarse a sus jefes de estado a participar en el foro. Arrogándose un derecho que no aparece registrado en ningún estatuto, el estado sede decidió no permitir la entrada a su territorio de los mencionados mandatarios.

Los presidentes de México, Honduras, Guatemala y el Salvador declinaron la invitación a participar en la Cumbre, expresando su desacuerdo con la medida excluyente. Y varios de los mandatarios participantes mostraron de manera explícita su disconformidad durante los debates. Los líderes de Barbados, Bahamas y Antigua y Barbudas criticaron la decisión estadounidense, el último de ellos llegando incluso a condenar el embargo norteamericano a Cuba, al que calificó como “una barrera a la paz y la amistad en este hemisferio”.  

En declaraciones públicas, previas al evento, el presidente mexicano López Obrador había argumentado que: “no puede haber Cumbre de las Américas si no participan todos los países del continente”. Asimismo, había declarado que su administración no aprobaba “la vieja política de intervencionismo, de falta de respeto a las naciones y a sus pueblos”. Paradójicamente, entre los países excluidos y aquellos cuyos mandatarios no participaron en respuesta a la exclusión, se concentraba el 69 % de los inmigrantes ilegales arribados a las fronteras norteamericanas hasta el pasado mes de abril (según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de ese país).

El discurso más crítico

Quizás la crítica más cruda a las disfuncionales relaciones Norte-Sur fue la intervención del presidente argentino, Alberto Fernández. El mandatario, además de desaprobar explícitamente la exclusión de tres países de la región, expresó su rechazo a las políticas de bloqueo económico ejercidas por los Estados Unidos contra Cuba y Venezuela, argumentando que "con medidas de ese tipo se busca condicionar a gobiernos, pero en los hechos sólo se lastima a los pueblos".

Asimismo, Fernández definió a las claras cuán erradas e injustas son las políticas financieras impuestas al tercer mundo por los bancos e instituciones crediticias, y explicó la desigualdad lacerante entre regiones o entre una minoría muy rica donde se concentra la riqueza y una masa inmensa predestinada a la pobreza sistémica.

El presidente argentino calificó a la OEA de “gendarme” de intereses ajenos y facilitador de un golpe de estado en Bolivia, finalizando con un recordatorio al país organizador de que las islas Malvinas, reclamadas por Argentina, no aparecían siquiera en el mapa de fondo del evento.

Quizás sus coterráneos recordaron con estas palabras la posición de Estados Unidos durante la guerra de 1983, cuando el gigante del Norte apoyó logísticamente al ejército británico en su lucha contra los argentinos, renegando implícitamente de su pertenencia a este hemisferio.  

Otra guerra fría

El fenómeno de la exclusión en foros internacionales, promovido siempre por los estados poderosos, no es nuevo. Cuba fue expulsada de la OEA en 1962, en plena Guerra Fría, por su alineación con el bloque comunista de entonces, mientras países que sufrían dictaduras de derecha o gobiernos de dudosa moral pública mantenían su membresía.
Las organizaciones cubanas fueron excluidas del Foro de la Sociedad Civil durante la VIII Cumbre de las Américas en 2018 y en otros similares, mientras el gobierno de Venezuela ha sido marginado de eventos internacionales a los cuales se ha invitado a su oposición política, cuyos representantes se encuentran incluso fuera de la nación.  

La gran paradoja, en todos los casos, es que se pretende hacer cambiar a quien no comparte un modelo político a través de la incomunicación y el ostracismo. En contraposición con los esquemas impositivos o de fuerza, los que la historia se ha encargado de mostrar fallidos e ineficaces, el diálogo entre desiguales ha probado ser la única vía real de promoción de valores específicos.

Por ejemplo, nunca hubo más cambios en Cuba como durante el deshielo de las relaciones con Estados Unidos bajo la presidencia de Barack Obama, cuyo vicepresidente era precisamente Biden. Los beneficios de aquella política de acercamiento fueron evidentes, tanto para la población cubana como para la norteamericana.

No fue hasta que los Estados Unidos y la URSS entablaron relaciones más profundas, en la década de los ochenta del pasado siglo, que ocurrieron cambios en el gigante euroasiático. Y solo después de las conversaciones de la administración Nixon con los líderes chinos, fue que ese gigantesco país redefinió su política económica y se convirtió, con el transcurso del tiempo, en una potencia de primer rango internacional.  

Al hemisferio americano le falta un largo trecho por caminar, si de lograr homogeneidad económica, social y política se trata. Y muchos cambios serán necesarios para lograr que el Norte y el Sur se conviertan en una fuerza regional unida con impacto global. Cambios de todo tipo, en todas las subregiones y países.

No obstante, una cosa queda clara: sólo a través de la inclusión, el diálogo y el debate serio se podrá llegar a acuerdos y a definir las políticas necesarias para alcanzar esa meta. Estamos muy lejos de ello aún, mientras haya dos Américas, una al Norte y otra al Sur. Tal vez, como lo explicaba Umberto Eco en su novela Apocalípticos e Integrados, (7) al analizar el rol clave de los medios masivos en la sociedad, vemos como la comunicación honesta y desinteresada de todas las partes es siempre la gran ausente en estas cumbres.



Fuentes:
(1) Responsible Statecraft, Biden’s ‘Summit of the Americas’ showcases failed Cold War worldview by William Leo Grande: https://responsiblestatecraft.org/2022/06/10/bidens-summit-of-the-americas-showcases-failed-cold-war-style-worldview/
(2) Infobae: Cumbre de las Américas: las razones por las que AMLO debió asistir:
https://www.infobae.com/america/mexico/2022/06/07/cumbre-de-las-americas-las-razones-por-las-que-amlo-debio-asistir/
(4) “Se les lleno de pobres el recibidor”, es la letra de la canción de Joan Manuel Serrat Disculpe el señor:
https://youtu.be/w8BnbJNP_CI
(5) El País, Latinoamérica; la prioridad olvidada de Biden: https://elpais.com/internacional/2022-06-11/latinoamerica-la-prioridad-olvidada-de-biden.html
(6) Página 12: El duro discurso de Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas. Karina Micheletto:
https://www.pagina12.com.ar/428149-el-duro-discurso-de-alberto-fernandez-en-la-cumbre-de-las-am
(7) Eco, Umberto, Apocalípticos e Integrados (1964)
https://es.wikipedia.org/wiki/Apocal%C3%ADpticos_e_integrados







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