Apocalípticos y desintegrados
24 June 2022
por Alberto Juan Barrientos
La
recién concluida Cumbre de las Américas, celebrada en esta ocasión
en la ciudad de Los Ángeles, ha marcado sin dudas un hito en la
dinámica de las relaciones políticas continentales. Y no sólo por
la polarización a ultranza que representa la exclusión de tres
países con un denominador común en términos político-ideológicos,
sino también por la reacción generalizada de una mayoría diversa
que, más allá de sus diferencias, repudió, directa o
indirectamente, la acción del anfitrión.
La
justificación de la administración de Joe Biden fue la tesis de que
estos tres países no practican la democracia y que sus gobernantes,
por tanto, no han sido elegidos democráticamente.
En
su visión, los Estados Unidos vieron el evento con un enfoque
político y no socioeconómico, e impusieron su criterio selectivo de
antemano, desconociendo que más allá de modelos de gobierno, los
problemas de la región involucran también a estos países y sus
habitantes. La reacción latinoamericana, condicionó las
perspectivas de éxito del foro, incluso antes de comenzar.
Una
historia de desencuentros
Este
foro regional, que se celebra cíclicamente cada tres o cuatro años,
fue iniciado en 1994 con la intención de fortalecer una cierta
integración económica continental y potenciar, progresivamente,
mecanismos de cooperación centrados en intereses comunes como la
gobernabilidad, la democracia y el desarrollo.
Los
antecedentes históricos se remontan al año 1956, cuando se celebró
una cumbre regional en Ciudad de Panamá auspiciada por la OEA, cuyos
objetivos apuntaban al mejoramiento socioeconómico de un Sur por
entonces muy empobrecido. Salvo por haberse sentado las bases de la
creación del Banco Interamericano de Desarrollo, poco o nada avanzó
el continente en la consecución de aquella meta.
Un
segundo intento ocurrió en Punta del Este, Uruguay, donde en 1967 se
reunieron 19 jefes de estado latinoamericanos otra vez bajo el
auspicio de la OEA y la tutela de los Estados Unidos. Allí, en el
cono sur continental y a la sombra estratégica de la Alianza para el
Progreso soñada por John F. Kennedy, se firmó una declaración
conjunta donde se perfilaba la futura cooperación multilateral en
temas de agricultura, infraestructura, educación y la creación de
un Mercado Común para América Latina. El proyecto fracasó
nuevamente al estar marcado por una época de polarización, Guerra
Fría y dominación geopolítica, donde, además, sólo las élites
locales gozaban de alguna integración con los capitales del Norte
poderoso y desarrollado.
No
fue hasta la década de los noventa, tras la reestructuración del
orden mundial como consecuencia de la caída del Muro de Berlín, que
las Américas se reunieron nuevamente. Esta vez, el objetivo era
discutir las alternativas de desarrollo socioeconómico del Sur a
través de la integración y el libre comercio con el Norte, así
como la erradicación de la pobreza, la discriminación, la
sostenibilidad y la protección del medio ambiente.
En
Miami, el 11 de diciembre de 1994, treinta y cuatro jefes de estado y
gobierno firmaron una Declaración de Principios y un Plan de Acción
que apuntaban hacia las metas enunciadas. Por primera vez participaba
Canadá en este foro hemisférico, y habiendo desaparecido las
dictaduras de derecha que azotaron a varias naciones latinoamericanas
en décadas anteriores, esta vez había consenso en el basamento
democrático que servía de sostén a los acuerdos. La promesa más
esperanzadora era el proyecto de creación del Área de Libre
Comercio de las Américas (ALCA), una especie de Comunidad Económica
Europea adaptada al hemisferio americano. Se suponía que ahora sí
funcionaría el proyecto, pero la realidad demostró lo contrario.
Cabe
preguntarse entonces por qué estas cumbres fracasan, por qué no ha
habido un cambio real en el continente y qué tiene de especial esta
última cumbre.
Para
empezar, debe entenderse que hay factores comunes que no han cambiado
en los numerosos intentos de integración hemisférica ya
mencionados. El papel preponderante de los Estados Unidos, cuya
economía no es solo la más grande de la región sino del mundo,
dicta las pautas políticas de cualquier intento negociador en última
instancia.
Todo
el proceso gira en torno al acceso de las economías del sur a la
gran economía del norte. Hoy más que nunca la tecnología y el know
how, privativo
de las grandes corporaciones norteñas marcan el rumbo. La visión
ancestral de un mundo al sur de Rio Bravo, destinado a ser proveedor
de materias primas, y la de los Estados Unidos (y por decantación
Canadá) destinados a procesarla y venderla de vuelta, elaborada, a
los proveedores originales, no ha cambiado un ápice.
Aun
cuando el ALCA sugería la eliminación de aranceles, facilidades de
transporte mercantil, precios protegidos, etc., estas ventajas eran
medibles sólo en comparación con estados de otras regiones.
La
correlación entre el precio de la materia prima vendida y el del
producto de consumo comprado seguía siendo desventajosa para los
latinoamericanos. Las inversiones -aunque importantes- en
infraestructura productiva que harían los desarrollados del Norte,
no contemplaban el resarcimiento equitativo por igual trabajo a los
obreros del Sur.
En
todo caso, la mano de obra barata haría más ricos a los dueños de
la inversión extranjera, mientras los trabajadores del Sur habrían
de conformarse con el hecho de obtener unos puestos de trabajo
anteriormente inexistentes. El beneficio, obviamente, sería mucho
mayor para los estados ricos poseedores de tecnología y capital. Y
en el plano interno, por su parte, las oligarquías latinoamericanas
no estaban dispuestas (ni lo están hoy) a disminuir sus ganancias
desproporcionadas en aras de una mejor redistribución social.
En
la IV Cumbre de Mar del Plata, en el 2005, el proyecto del ALCA murió
antes de su anunciado alumbramiento. El desacuerdo y la inconformidad
de muchos países con el esquema presentado terminó por dividir al
continente, una vez más. Surgió allí mismo, como alternativa, la
propuesta de otro tratado a menor escala, el Mercosur, que comenzó a
funcionar poco después con la participación de Argentina, Brasil,
Uruguay y Paraguay.
El hecho mostraba en sí mismo las asimetrías existentes en el
continente, no sólo en términos económicos sino políticos.
Posteriormente a este bloque se incorporaría Venezuela,
Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guyana y Surinam
como asociados.
“Se
les llenó de pobres el recibidor” (4)
Así
llegamos en este 2022 a la Cumbre de las Américas en Los Ángeles,
con un Norte más poderoso que antes y una Latinoamérica todavía
dividida, pero cansada de su rol secundario, de su papel de
continente con sueños postergados una y otra vez. La agenda del
evento, que incluía el medio ambiente, el cambio climático, la
salud pública y el crimen organizado, se centraba sin embargo en la
migración irregular, de marginados y desplazados latinoamericanos,
principalmente hacia Estados Unidos.
No
es casualidad que el país verdaderamente afectado por este fenómeno,
una situación catalogada como masiva, creciente y peligrosa,
impusiera la cardinalidad de ese punto en la agenda. Como otras
veces, se pretendió atacar la consecuencia y no la causa, en tanto
no se generó un debate serio sobre el origen del problema: la
inequidad económica regional y la imposibilidad de desarrollo
sostenido para las naciones más pobres.
La
planificación del evento fue a todas luces caótica, debido en buena
medida a un debate que consumió todo el tiempo a los organizadores:
la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, al no invitarse a sus
jefes de estado a participar en el foro. Arrogándose un derecho que
no aparece registrado en ningún estatuto, el estado sede decidió no
permitir la entrada a su territorio de los mencionados mandatarios.
Los
presidentes de México, Honduras, Guatemala y el Salvador declinaron
la invitación a participar en la Cumbre, expresando su desacuerdo
con la medida excluyente. Y varios de los mandatarios participantes
mostraron de manera explícita su disconformidad durante los debates.
Los líderes de Barbados, Bahamas y Antigua y Barbudas criticaron la
decisión estadounidense, el último de ellos llegando incluso a
condenar el embargo norteamericano a Cuba, al que calificó como “una
barrera a la paz y la amistad en este hemisferio”.
En
declaraciones públicas, previas al evento, el presidente mexicano
López Obrador había argumentado que: “no puede haber Cumbre de
las Américas si no participan todos los países del continente”.
Asimismo, había declarado que su administración no aprobaba
“la vieja política de intervencionismo, de falta de respeto a
las naciones y a sus pueblos”. Paradójicamente, entre los países
excluidos y aquellos cuyos mandatarios no participaron en respuesta a
la exclusión, se concentraba el 69 % de los inmigrantes ilegales
arribados a las fronteras norteamericanas hasta el pasado mes de
abril (según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza
de ese país).
El
discurso más crítico
Quizás
la crítica más cruda a las disfuncionales relaciones Norte-Sur fue
la intervención del presidente argentino, Alberto Fernández. El
mandatario, además de desaprobar explícitamente la exclusión de
tres países de la región, expresó su rechazo a las políticas de
bloqueo económico ejercidas por los Estados Unidos contra Cuba y
Venezuela, argumentando que "con medidas de ese tipo se busca
condicionar a gobiernos, pero en los hechos sólo se lastima a los
pueblos".
Asimismo,
Fernández definió a las claras cuán erradas e injustas son las
políticas financieras impuestas al tercer mundo por los bancos e
instituciones crediticias, y explicó la desigualdad lacerante entre
regiones o entre una minoría muy rica donde se concentra la riqueza
y una masa inmensa predestinada a la pobreza sistémica.
El
presidente argentino calificó a la OEA de “gendarme” de
intereses ajenos y facilitador de un golpe de estado en Bolivia,
finalizando con un recordatorio al país organizador de que las islas
Malvinas, reclamadas por Argentina, no aparecían siquiera en el mapa
de fondo del evento.
Quizás
sus coterráneos recordaron con estas palabras la posición de
Estados Unidos durante la guerra de 1983, cuando el gigante del Norte
apoyó logísticamente al ejército británico en su lucha contra los
argentinos, renegando implícitamente de su pertenencia a este
hemisferio.
Otra
guerra fría
El
fenómeno de la exclusión en foros internacionales, promovido
siempre por los estados poderosos, no es nuevo. Cuba fue expulsada de
la OEA en 1962, en plena Guerra Fría, por su alineación con el
bloque comunista de entonces, mientras países que sufrían
dictaduras de derecha o gobiernos de dudosa moral pública mantenían
su membresía.
Las
organizaciones cubanas fueron excluidas del Foro de la Sociedad Civil
durante la VIII Cumbre de las Américas en 2018 y en otros similares,
mientras el gobierno de Venezuela ha sido marginado de eventos
internacionales a los cuales se ha invitado a su oposición política,
cuyos representantes se encuentran incluso fuera de la nación.
La
gran paradoja, en todos los casos, es que se pretende hacer cambiar a
quien no comparte un modelo político a través de la incomunicación
y el ostracismo. En contraposición con los esquemas impositivos o de
fuerza, los que la historia se ha encargado de mostrar fallidos e
ineficaces, el diálogo entre desiguales ha probado ser la única vía
real de promoción de valores específicos.
Por
ejemplo, nunca hubo más cambios en Cuba como durante el deshielo de
las relaciones con Estados Unidos bajo la presidencia de Barack
Obama, cuyo vicepresidente era precisamente Biden. Los beneficios de
aquella política de acercamiento fueron evidentes, tanto para la
población cubana como para la norteamericana.
No
fue hasta que los Estados Unidos y la URSS entablaron relaciones más
profundas, en la década de los ochenta del pasado siglo, que
ocurrieron cambios en el gigante euroasiático. Y solo después de
las conversaciones de la administración Nixon con los líderes
chinos, fue que ese gigantesco país redefinió su política
económica y se convirtió, con el transcurso del tiempo, en una
potencia de primer rango internacional.
Al
hemisferio americano le falta un largo trecho por caminar, si de
lograr homogeneidad económica, social y política se trata. Y muchos
cambios serán necesarios para lograr que el Norte y el Sur se
conviertan en una fuerza regional unida con impacto global. Cambios
de todo tipo, en todas las subregiones y países.
No
obstante, una cosa queda clara: sólo a través de la inclusión, el
diálogo y el debate serio se podrá llegar a acuerdos y a definir
las políticas necesarias para alcanzar esa meta. Estamos muy lejos
de ello aún, mientras haya dos Américas, una al Norte y otra al
Sur. Tal vez, como lo explicaba Umberto Eco en su novela
Apocalípticos
e Integrados,
(7)
al analizar el rol clave de los medios masivos en la sociedad, vemos
como la comunicación honesta y desinteresada de todas las partes es
siempre la gran ausente en estas cumbres.
Fuentes:
(1) Responsible Statecraft, Biden’s ‘Summit of the Americas’ showcases failed Cold War worldview by William Leo Grande: https://responsiblestatecraft.org/2022/06/10/bidens-summit-of-the-americas-showcases-failed-cold-war-style-worldview/
(1) Responsible Statecraft, Biden’s ‘Summit of the Americas’ showcases failed Cold War worldview by William Leo Grande: https://responsiblestatecraft.org/2022/06/10/bidens-summit-of-the-americas-showcases-failed-cold-war-style-worldview/
(2)
Infobae: Cumbre de las Américas: las razones por las que AMLO debió
asistir:
https://www.infobae.com/america/mexico/2022/06/07/cumbre-de-las-americas-las-razones-por-las-que-amlo-debio-asistir/
https://www.infobae.com/america/mexico/2022/06/07/cumbre-de-las-americas-las-razones-por-las-que-amlo-debio-asistir/
(4)
“Se les lleno de pobres el recibidor”, es la letra de la canción
de Joan Manuel Serrat Disculpe
el señor:
https://youtu.be/w8BnbJNP_CI
(5) El País, Latinoamérica; la prioridad olvidada de Biden: https://elpais.com/internacional/2022-06-11/latinoamerica-la-prioridad-olvidada-de-biden.html
https://youtu.be/w8BnbJNP_CI
(5) El País, Latinoamérica; la prioridad olvidada de Biden: https://elpais.com/internacional/2022-06-11/latinoamerica-la-prioridad-olvidada-de-biden.html
(6)
Página 12: El duro discurso de Alberto Fernández en la Cumbre de
las Américas. Karina
Micheletto:
https://www.pagina12.com.ar/428149-el-duro-discurso-de-alberto-fernandez-en-la-cumbre-de-las-am
https://www.pagina12.com.ar/428149-el-duro-discurso-de-alberto-fernandez-en-la-cumbre-de-las-am
(7)
Eco, Umberto, Apocalípticos e Integrados
(1964)
https://es.wikipedia.org/wiki/Apocal%C3%ADpticos_e_integrados
https://es.wikipedia.org/wiki/Apocal%C3%ADpticos_e_integrados