Aún tengo dudas de las vacunas

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Boletín No 107, Toronto, 29 de Julio de 2022
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Aún tengo dudas de las vacunas

Boletín Línea Uno 107 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
29 July 2022
por Fernando Rouaux

Las vacunas en general han conseguido más detractores que nunca durante esta pandemia, lo cual no deja de ser una ironía, si se tiene en cuenta la elevada cifra de vidas que se han logrado salvar en todo el mundo.

Seguro que en algún momento de estos más de dos años hemos recibido variadas historias sobre las vacunas del COVID-19: sobre sus orígenes, sobre las intenciones de los fabricantes, de sus efectos, de los gobiernos, e incluso teorías conspirativas de aquellos que las promueven, como Bill Gates y otras personalidades.

La polémica por las vacunas, llevada en parte por la polarización social que produce el consumo en las redes sociales, es una historia de nunca acabar. Allí cada uno de nosotros reafirma permanentemente lo que ya pensaba, se comunica con los que piensan igual y pierde contacto con los que piensan diferente. Así, el tema de las vacunas del COVID-19 se fue transformando en un enfrentamiento abierto que luego incluyó el uso de mascarillas, las medidas preventivas de salud como las limitaciones a reuniones numerosas, entre otras medidas de prevención.

Las vacunas, como todos los medicamentos, pueden tener (y tienen) efectos adversos. Éstos pueden ser más o menos graves. En el caso de las vacunas, en su gran mayoría los efectos son leves y pasajeros, como fiebre, dolores y malestar general. También pueden tener efectos más graves, como la miocarditis o pericarditis. Veamos las estadísticas de casos con este síntoma en Canadá.

En un reporte de Salud Pública a octubre del 2021 se indicó que después de más de 56 millones de dosis de una vacuna contra el COVID-19, y más de 27 millones de personas en Canadá vacunadas con dos dosis, los efectos secundarios graves siguen siendo raros (0,008 % de todas las dosis administradas). Es decir, el riesgo es menor al 1%.

Ahora bien, en la mayoría de las cosas que hacemos a diario, el riesgo está siempre presente: cuando cruzamos la calle, cuando subimos a un automóvil o a un avión, cuando tomamos una medicación, o cuando vamos a tomar o a comer a un bar o restaurante. En todos esos casos, confiamos en quienes nos brindan el servicio y en quienes deben regularlo y controlarlo. Ni siquiera dudamos al subirnos a un auto y andar a 100 kilómetros por hora, aunque el funcionamiento de los frenos y todo lo demás dependa de una multinacional que esté haciendo mucha plata vendiendo esos autos. No nos cuestionamos que la multinacional está controlada por las regulaciones del gobierno. En cambio, esa misma lógica de confianza en los controles a un producto no se traslada a las vacunas del COVID-19.

La semana pasada, la revista The Economist publicó una nota donde se menciona un estudio que evaluó el número de vidas salvadas por las vacunas. Según el artículo, un grupo de investigadores calcularon en 20 millones las vidas salvadas por las vacunas en todo el mundo, sólo en un año (1). Eso sin contar China (por no tener acceso a sus datos) ni los países de muy pocos habitantes. Lo que no quedan dudas a esta altura es que, más allá de cualquier efecto secundario que puedan tener, las vacunas siguen salvando vidas.

Aquí en Ontario, el grupo de científicos que monitorea la situación, llamado el Ontario Science Table, muestra claramente el efecto de sólo 2 dosis de la vacuna en las hospitalizaciones. En el gráfico se pueden ver cómo las personas no vacunadas (en naranja) son la mayoría de quienes ocupan camas de hospital y en terapia intensiva.



Según los datos del Science Table, en Ontario había al 13 de julio 1508 personas internadas en los hospitales de la provincia (incluyendo terapia intensiva), lo cual representaba un aumento de 494 personas en la última semana. Este ritmo de aumento indicaría que la ocupación de camas se duplicaría cada 13 días. De esas personas ocupando camas de hospital, 126 estaban en terapia intensiva.

Como mencionamos en notas anteriores, hay hartazgo y casi que estamos acostumbrados a las noticias sobre casos y muertes por COVID, por lo que ya casi no nos llama la atención que todos los días sigan muriendo personas por esta causa. En la actualidad, por ejemplo, se mueren en promedio 9 personas por día, solamente en la provincia de Ontario.
El aumento de la ocupación de camas llega en un momento extremadamente inoportuno porque los hospitales del país están en crisis debido a la falta de financiamiento y a las renuncias de personal de salud, que se encuentra agotado luego de más de dos años de pandemia (3).

El contexto es aún más complejo porque las directivas gubernamentales no parecen estar del todo claras. El uso de mascarillas es muy variado en el transporte público, restaurantes, negocios y lugares de recreación, ya que – al no haber obligatoriedad - cada uno hace lo que le parece.

Es importante que recordemos que frente al incremento de casos que estamos viendo y que se espera seguirá – al menos – por las próximas semanas, todas las personas elegibles se den un refuerzo (ya sea su 3ra o 4ta dosis).
En Ontario, en el caso de los menores de 12 años, por ejemplo, sólo un 38% aproximadamente se han dado 2 dosis, un 15% una sola dosis, y más de la mitad están aún sin vacunar. Los adultos de más de 70 años están vacunados con 2 dosis alrededor del 90%, pero es importante que se den un refuerzo si pasaron 5 meses desde la última vacuna.

Por último, la semana pasada la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia mundial por la proliferación de la viruela del mono. (4) La viruela del mono, sin embargo, no representa un desafío igual al COVID, justamente porque ya tenemos vacunas que son altamente efectivas contra la viruela. Esta enfermedad es un claro ejemplo de la efectividad de las vacunas.

En 1967, la OMS se planteó el objetivo de erradicación de la viruela, que en ese año solamente causó 2,7 millones de muertes en todo el mundo (5). La viruela presentaba ventajas con respecto a otras enfermedades para poder ser erradicada. Así, con el esfuerzo mancomunado a nivel mundial, la enfermedad se logró erradicar en 1978.

COVID es un virus diferente y nadie habla de erradicarlo, por las características particulares (alta tasa de mutación, síntomas que no son fácilmente distinguibles o visibles, entre otras). Por eso, la viruela del mono se considera una enfermedad que puede ser controlada y no despierta las alarmas de la comunidad científica del mundo.

Como siempre, si tiene dudas o necesita cualquier información sobre vacunas, llámenos al Consejo de Desarrollo Hispano al 437.335.1859. Antes de sumarse a teorías conspirativas antivacunas, busque información verificada y sáquese las dudas. De eso depende la vida de muchas personas.



Fuentes:








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