Hablemos del machismo

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Boletín No 112, Toronto, 2 de Septiembre de 2022
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Hablemos del machismo

Boletín Línea Uno 112 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
2 September 2022

por
Carmen Delia Cruz
 
Los padres de una amiga llevaban casados 51 años, hasta que un día la madre de mi amiga dijo basta, no aguanto más ser la sirvienta, la que tiene que hacer todos los trabajos en el hogar, como si fuera un objeto más en la casa.

Ese día el esposo sobrepasó la “delgada línea roja entre violencia psicológica y física”. Había tomado ron, como todos los días y se molestó porque la sopa que le sirvió no estaba caliente como él la quería. Su reacción fue tirarle el plato al TV y romper un regalo que sus hijos le habían hecho para que el matrimonio tuviera una forma de entretenimiento en el hogar.

Yo llevaba tiempo sin visitar a mi amiga y al reencontrarnos me cuenta que su padre está viendo a un psicólogo y participando en terapias de grupo después de que la madre lo dejó. Me contó que el padre se siente muy triste y no supera la separación y partida de su esposa. Esta amiga me describe todo lo que había pasado entre sus padres, sobre cómo una relación de varias décadas se fue apagando y como ha llorado su padre, quien no acepta ni entiende la reacción de su compañera de casi toda la vida.  

Al poco rato, llegó su padre luego de regresar de su terapia con el psicólogo.  Se le veía receptivo y con deseos de entender que está pasando, eso fue lo que pensé, hasta que comenzó a quejarse como un sauce llorón: “Ella no me puede hacer esto, no puede dejarme aquí sin ayuda, ¿quién me va a hacer mi comida, quien va a ir a comprarla, son más de 50 años juntos, ella tiene que estar aquí en la casa, este es su hogar y no puede dejarme,” decía desolado.

Cuando oigo estas historias que forman parte de nuestra cultura no logro aceptarlas. ¿Cuándo vamos a erradicar estos comportamientos discriminatorios hacia la mujer? En pleno siglo XXI estas conductas y actitudes que violentan injustamente la dignidad de la mujer son todavía, lamentablemente, parte del presente de muchas familias. Y muchas mujeres optan o se ven obligadas a aceptar el maltrato en silencio.

El machismo es una forma del maltrato.  El término, de uso social y académico, abarca un conjunto de actitudes, normas, comportamientos y prácticas culturales que refuerzan y preservan la estructura de dominio masculino y hetero normado sobre la sexualidad, la procreación, el trabajo y los afectos.

El comportamiento machista ha sido denunciado como una parte sustancial de la cultura patriarcal que discrimina y oprime no sólo a las mujeres, sino a las personas de la diversidad sexual. El supuesto de la autoridad masculina se expresa a través diversas manifestaciones, tales como:

  • la violencia física, psicológica y emocional;
  • el consumo de alcohol y otras sustancias psicotrópicas;
  • las expresiones vulgares, agresivas y descalificadoras contra las mujeres y personas no heterosexuales;
  • la agresividad como respuesta ante los problemas o confrontaciones;
  • la homofobia.

La inconsciencia en el comportamiento machista contribuye a la construcción de masculinidades tóxicas, que operan en contra de las personas agredidas, como en la calidad de vida de los agresores.

Hoy en día el estudio de las masculinidades, como parte de los estudios de género, ha analizado al machismo como un rasgo cultural que perpetúa el sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres.
Como construcción social que es, el machismo puede ser superado, a través de la toma de consciencia y de la educación de hombres y mujeres.

En casi todas las sociedades, a través de la historia humana, ha habido manifestaciones de machismo en mayor o menor medida. Por lo general, han sido los hombres quienes han detentado el poder a nivel social y familiar, quienes han tenido el privilegio de tomar las decisiones tanto en la política como en la economía y en el hogar. A lo largo de la historia, muchas sociedades lo han aceptado como normal y no han visto en ello una violación de los derechos de la mujer.

Aun sin ejercer violencia física, el machismo es discriminatorio, segregacionista e injusto, es violatorio de la dignidad humana que tiene cada mujer en este mundo. Y cuando las mujeres aceptan el rol de subordinadas incondicionales, están promoviendo la injusticia con las próximas generaciones femeninas.
La humanidad ha evolucionado en este sentido, pues ya no existe la división oficial del trabajo, que le asignaba a las mujeres exclusivamente el rol de las tareas domésticas en el hogar, como en la época medieval y hasta principios del siglo XX.

Incluso la Iglesia Católica, que en aquellos tiempos promovía la idea de la mujer servil al esposo y limitada a las tareas femeninas, ha ido variando su enfoque y aceptado que realicen las mismas labores que los hombres.

Pero todavía hay culturas que son demasiado tradicionalistas, la latina entre ellas. Muchos hombres ven a la esposa como su “propiedad”, por lo cual se consideran en el derecho de usarlas y maltratarlas, incluso de “castigarlas” si no cumplen con el rol esperado de fieles sirvientas.

Es típico de los machistas querer controlar la forma de vestir de la pareja, sus amistades, mensajes en el teléfono celular, censurar las fotos en las redes sociales, o exigir su ubicación y contraseñas personales, como si las mujeres fuesen sus pertenencias y los hombres sus dueños.

Si aceptamos estos patrones como normales, estamos creando las condiciones para una escalada en el maltrato, que puede llegar a ser físico, cuando la mujer se atreve a cruzar la menor de las barreras.

Cuando vemos la relación de pareja, que debe ser el conjunto formado por dos personas, que se ayudan, protegen y respetan, no cabe la idea de que exista este tipo de actitudes de dominación de uno sobre el otro.

Basándonos en historias personales que vivimos y escuchamos día a día, comprendemos que hay que poner un punto final a este tipo de relaciones tóxicas.  

Las relaciones donde prevalece el machismo, donde hay desigualdad de género y abuso psicológico o de violencia doméstica conllevan a que las mujeres nos marginemos y no podamos desarrollarnos por nosotras mismas. La igualdad es algo que la sociedad debe promover a través de la educación de las nuevas generaciones.

No dejemos que nos humillen y que sea demasiado tarde para un cambio en la vida. No nacimos para ser maltratadas, hay otras formas de vivir y ser felices. Afortunadamente, cada día más hay hombres aliados que lo entienden, rechazan el machismo y promueven la igualdad con la mujer en todos los ámbitos.


 









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