Cómo se monitorean las vacunas

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Boletín No 114, Toronto, 16 de Septiembre de 2022
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Cómo se monitorean las vacunas

Boletín Línea Uno 114 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
16 September 2022

por Rodrigo Briones
 
Miles de millones de dosis de las vacunas anticovídicas se han administrado en todo el mundo, salvando millones de vidas. A esta altura, muchos países han monitoreado de cerca los efectos adversos para la salud que, según quienes lo estudian si bien existen, son extremadamente una rareza.  

Canadá se encuentra entre los países que publican informes sobre los efectos secundarios.  A partir de estos datos verídicos se construye una serie de mensajes que las personas activistas antivacunas pueden seleccionar para realizar afirmaciones falsas.

Algunos profesionales de la salud del mundo en distintas especialidades han difundido opiniones en las redes sociales sobre los efectos secundarios de las vacunas para argumentar que las inyecciones son menos seguras de lo que realmente son.

Vemos así que la información que circula por las redes está construida con muchos fragmentos de información errónea y si bien esto comenzó con una estadística de la vida real, muchos datos se podrían haber malinterpretado o exagerado.

La Agencia de Salud Pública de Canadá (Health Canada) enumera en su sitio web todos los informes de reacciones adversas posteriores a la vacunación. Hasta el 22 de julio, hubo 366 informes de muerte después de la vacunación. (1)

Pero aquí hay que hacer una diferenciación: una muerte después de la vacunación no es lo mismo que una muerte como resultado de la vacunación. En otras palabras, se determinó que la mayoría de esas muertes no estaban directamente relacionadas con la vacuna, o no había suficiente información para establecer un vínculo.

Una persona que trabaja en el ámbito forense en Ontario incluyó un coágulo de sangre relacionado con la vacunación en la causa de muerte de una persona. Al momento, 50 muertes siguen bajo investigación a nivel federal.

A modo de comparación, se han administrado 88 millones de dosis de vacunas en Canadá y más de 43.000 personas han muerto por contagiarse con COVID-19. Desde el inicio de la campaña de vacunación, aproximadamente la mitad de las muertes por el coronavirus se han producido entre quienes no están vacunados, a pesar de que este grupo es una pequeña minoría de la población.

Seguimiento de vacunas

Canadá tiene dos sistemas diseñados para realizar un seguimiento de las reacciones adversas a las vacunas. La base de datos de Vigilancia de Canadá recopila informes de fabricantes, profesionales de la salud y personas que han sido vacunadas. Mientras tanto, el Sistema Canadiense de Vigilancia de Eventos Adversos Después de la Inmunización, o CAEFISS, recopila números de todas las provincias, territorios y departamentos federales. Todos esos informes se agrupan y se publican en un sitio web disponible al público.

No hay límite de tiempo para informar de eventos adversos, dice Health Canada, pero el 95 por ciento se reporta dentro de los primeros 42 días. Una evaluación de causalidad generalmente se completa dentro de una semana o dos, pero puede llevar más tiempo si se debe recopilar más información.

Las personas que trabajan en estos ámbitos y aquellas expertas en vacunas quieren que se informen los eventos graves para poder aprender tanto como sea posible.

La Dra. Karina Top, profesora asociada de pediatría y salud comunitaria y epidemiología en la Universidad de Dalhousie en Halifax, que se especializa en la seguridad de las vacunas, solicita “que la gente reporte para que esos informes puedan ser analizados. Eso es tener una red amplia para asegurarnos de que no nos perdemos nada que pueda ser importante”.

De los 50 casos de muerte bajo investigación en Canadá, los más destacados son las seis muertes relacionadas con coágulos de sangre en personas que recibieron la vacuna de AstraZeneca.

Según Health Canada, se informó que 64 personas tuvieron coágulos de sangre con niveles bajos de plaquetas. De los diagnosticados, la edad promedio fue de 57 años, un poco más eran hombres y la mayoría fueron diagnosticados después de su primera dosis. La vacuna de AstraZeneca ya no se usa en Canadá, posiblemente por esta razón.

Julie Bettinger, profesora de pediatría y científica de seguridad de vacunas en el Centro de Evaluación de Vacunas en Vancouver ejecuta otro programa de monitoreo conocido como la Red Nacional Canadiense de Seguridad de Vacunas (CANVAS). Normalmente, es difícil monitorear el lanzamiento de las vacunas contra la influenza, pero cuando llegó la COVID, se le pidió que cambiara.

Se piensa en los dos sistemas federales de vigilancia como una especie de línea 911 para las vacunas, en el sentido de que se alienta a todo tipo de personas a informar efectos graves, lo que luego provoca una investigación completa.  El programa de la profesora Bettinger es parte del trabajo de detective en curso sobre cómo las vacunas se están desempeñando de manera más general.

Bajo CANVAS, los investigadores han reclutado a más de 1,8 millones de voluntarios que han sido vacunados y los siguen controlando a intervalos periódicos. También comparan a esas personas con un grupo de control que no ha sido vacunado, para tener una mejor idea de lo que pudo haber sido causado por la vacuna y lo que no, lo cual permite a los investigadores obtener información más detallada sobre cómo funcionan las vacunas en el largo plazo.

Sus últimos hallazgos, publicados en la revista Lancet Infectious Diseases, encontraron que las vacunas no sólo eran seguras durante el embarazo, sino que las personas embarazadas en realidad tenían tasas más bajas de eventos de salud posteriores a la vacunación que la población general.

La doctora Top señala al respecto que el último problema de seguridad importante que se detectó en todo el mundo fueron los casos raros, generalmente leves, de miocarditis (inflamación del músculo cardíaco) causados ​​por las vacunas de ARNm en algunos pacientes. “Los primeros datos estadounidenses sobre el lanzamiento de vacunas entre los niños también parecen buenos”, agrega.

Sabemos más sobre esta vacuna que de la mayoría de las otras vacunas que hemos estado usando durante mucho más tiempo solo por la gran cantidad de dosis, la intensidad de la vigilancia y la gran cantidad de investigación que se ha realizado en muchos países diferentes”, explicó.

Estas son vacunas seguras con las que ahora tenemos ya mucha experiencia”.

Reacciones adversas

Si bien la muerte es el resultado más grave, Health Canada también rastrea otros efectos secundarios.

Los datos muestran que, hasta el momento, el 0,057 % de las dosis provocaron un evento adverso, como dolor de cabeza o fiebre, mientras que el 0,012 % de las dosis provocaron un efecto adverso grave, como un coágulo de sangre o un ataque al corazón.

Antes de ser lanzadas al público, las vacunas contra el coronavirus se probaron en miles de voluntarios, cuyas quejas médicas posteriores a la vacunación fueron analizadas.

Se descubrió que algunos efectos secundarios, como fiebre y dolor muscular, estaban relacionados con la vacuna. Algunas personas fueron hospitalizadas y, como resultado, los investigadores ajustaron las dosis finales de la vacuna.

Durante el ensayo de la vacuna pediátrica de Pfizer, un niño se tragó un centavo después de ser vacunado, lo que se registró como un evento adverso. Finalmente, se descubrió que no estaba relacionado con la vacunación. Como lo explica una docente de ciencias de la escuela secundaria, la correlación no es igual a la causalidad.

Dónde está la verdad

La idea errónea de que las vacunas están vinculadas a un alto riesgo de muerte ha florecido, como era de esperar, en las redes sociales. En estos días, he recibido en mi teléfono celular un video, un recorte en realidad de una disertación en que una persona que se presenta como profesional de la salud habla vagamente, sin dar fuentes comprobables, sobre los efectos adversos de quienes recibieron la vacuna y han muerto a causa de ello. Este tipo de información puede llevar a error a quien la recibe.

Estas campañas de los llamados antivacunas han florecido desde el comienzo de la pandemia. Según se pudo rastrear en la red, apareció primero en España y después en Argentina un grupo autodenominado “Médicos por la verdad”. (2) En los videos que he venido recibiendo en los últimos dos años y medio de pandemia, se mencionaba la cantidad de países y de personas ligadas al ámbito de la ciencia que se sumaban.
No hay en este momento un sitio en la web donde verificar los contenidos.  Sí hay grupos en distintas redes sociales, en algunos son “…del Mundo”, en otros son “…Mundiales,” mientras que el logo distintivo que utilizan es el mismo.

En ellos hay infinidad de imágenes con frases rimbombantes que incitan a no vacunarse porque esto atenta contra la libertad y la vida. En un par de casos he hecho un seguimiento de estas personas que aparecen como líderes anteponiendo sus credenciales médicas. Un análisis detallado de su derrotero no muestra más que un flojo desempeño, incluso con sentencias judiciales previas a la pandemia o vinculación con sectores minoritarios del ámbito político, que encuentran en la pandemia una oportunidad de figuración y expansión de sus ideas “libertarias”.

Cambio de discursos

Cabe notar que ha habido una variación en el foco de los discursos durante estos tres años. Al principio hubo negación de la enfermedad producida por el COVID-19, simplemente el coronavirus no existía o era una invención de laboratorio o era un virus más. Esta falsa idea se alimentó por la actitud de prominentes figuras públicas que incluso hablaban de una gripe leve. Otro caso paradigmático fue el de un presidente quien luego de padecer la enfermedad, se quitó el tapabocas desafiante de frente a una multitud.

Se realizaron marchas y manifestaciones públicas en diversas partes del mundo, se alentaba el uso de fórmulas químicas caseras, muchas veces mal utilizadas y falsamente crearon un clima de seguridad, cuando no lo había. Se alentaba a no usar protección y, seguramente, en cada ciudad se ha visto en el transporte público que, mientras la mayoría usaba la mascarilla, había quienes subían a cara descubierta y en forma amenazante miraban al resto desde un sitial de superioridad. Hubo incluso discusiones y epítetos denigrantes hacia quienes se protegían, siguiendo el dictado de las autoridades de salud.

Cuando aparecieron las vacunas, el acento estuvo puesto en la masa de dinero que las farmacéuticas acumulaban en sus arcas, merced a la venta y la colocación masiva de vacunas de protección. Incluso no se les llama vacunas. En ese punto las descabelladas teorías circulaban por las redes sociales con videos de celulares que se “pegaban” al brazo donde se había recibido la vacuna. No tiene sentido hacer una enumeración de las teorías porque de tan inverosímiles se me hace difícil describirlas. La clave ha sido siempre mezclar información cierta con especulaciones y mostrar el resultado final como una verdad irrefutable.

Cuando fueron cayendo una a una las mentiras con el paso del tiempo, el centro de las campañas de desinformación empezó a mostrar los efectos secundarios entre quienes cumplen con las sugerencias del sistema de salud pública, referido a las dosis y a la oportunidad de recibir la vacuna.

El miedo como herramienta

La National Public Radio en los EE. UU. hizo un análisis de estos mensajes y descubrió que los artículos que vinculan las vacunas con las muertes se encontraban entre los contenidos que atrajeron la mayor participación en línea. También calcularon que una persona estadounidense tiene tres veces más probabilidades de ser alcanzado por un rayo que de morir después de una vacuna contra la COVID.

Tucker Carlson, una personalidad de las noticias por cable en ese país, se encuentra entre las personas que lanzan la misma información errónea en Estados Unidos, afirmando en su programa durante la primavera pasada, que ‘miles de personas’ habían muerto después de la vacunación. Estaba citando una base de datos de efectos secundarios conocida como Sistema de Informe de Eventos Adversos de Vacunas, o VAERS.

Las cifras del país vecino en particular han sido citadas por los críticos de las vacunas con tanta frecuencia que la Oficina de Ciencia y Sociedad de la Universidad McGill en Montreal, que se dedica a la educación científica, escribió un artículo implorando a las personas que no “caigan en la táctica del VAERS Scare.” Aunque la base de datos juega un “papel vital” en la detección de los efectos secundarios de las vacunas, estaba siendo utilizada como arma “para aterrorizar al público”.

Un trabajo de detectives

La doctora Christine Navarro, médica de salud pública en Public Health Ontario dice que “a veces, no se pueden obtener ciertos detalles necesarios para determinar la causa de la muerte. En algunos casos, los investigadores no pueden obtenerlos a través de entrevistas o registros médicos y, en algunos casos, las pruebas no se realizaron en ese momento.

Esa investigación es fundamental para responder a la pregunta de si una muerte es el resultado de la vacunación o simplemente una coincidencia. Los científicos asignados a la tarea, que pueden incluir expertos en coágulos sanguíneos, vacunas y salud pública, utilizan un conjunto general de principios, dijo Bettinger del Centro de Evaluación de Vacunas en B.C.

La científica observa si la línea de tiempo tiene sentido y si el efecto secundario ocurrió sólo después de la vacunación, o si ocurría de nuevo si el paciente recibía una segunda dosis, por ejemplo.  La comunidad científica también observará si el mismo efecto secundario se informa en otras partes del país o en otras partes del mundo. “¿Podría esto realmente haber sido causado por la vacuna?,” se pregunta Bettinger.  



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