Las vacunas y el colapso hospitalario

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Boletín No 123, Toronto, 18 de Noviembre de 2022
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Las vacunas y el colapso hospitalario

Boletín Línea Uno 123 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
17 November 2022
por Fernando Rouaux

La semana pasada, la Asociación de Médicos de Ontario (Ontario Medical Association) urgió a toda la población a utilizar mascarillas en los espacios interiores. (1) La razón es que este año el flu o gripe ha llegado antes de lo previsto, y en combinación con otros dos virus (el del COVID y el del RVS, el virus respiratorio sincitial), los cuales están provocando un pico de internaciones respiratorias en la población, sobre todo en menores de 12 años y adolescentes.
  
Se estima que más de la mitad de las internaciones se da en este grupo etario, dada su mayor vulnerabilidad a los virus respiratorios en general y, posiblemente, a la falta de exposición a los virus durante los últimos dos años, como consecuencia de las medidas de prevención frente a la pandemia.

Este aumento en las enfermedades respiratorias se da en un contexto en el que el sistema de salud en general y, en particular, las salas de emergencias están en crisis. En la provincia el tiempo de espera promedio en salas de espera de hospitales es de 21 horas. (2) Pero en muchos casos es muchísimo mayor.

En Toronto, las historias de personas esperando varios días en los pasillos de las salas de emergencia hasta que le den una cama son ya moneda corriente. No es una cuestión de comodidad sino de salud de las personas. En general, una sala de emergencia se considera superpoblada cuando el tiempo de atención del paciente superas las 4 horas. Tiempos de atención más largos implican tratamientos más largos con mayores posibilidades de complicaciones, peores resultados y muertes.

Una crisis con historia

Pero esta situación de falta de camas no es nueva en Ontario. El Dr. Alan Drummond, director del departamento de emergencias del hospital Great War Memorial en Perth cuenta en un artículo en la revista Maclean´s (1), que ya en los años 80 comenzó a verse el problema de la superpoblación de las salas de emergencia en Canadá.

Para los años 90 esta superpoblación ya era grave, y de hecho en Ontario el número de camas disponibles disminuyó en la segunda mitad de la década, mientras la demanda aumentaba. En 1995, la ocupación de camas era aún aceptable. Se consideraba que había un 85.6% de ocupación (cuando un 85% o menos es considerado el porcentaje seguro). Pero para el año 2000 la ocupación de camas llegaba al 96%.

La alta ocupación de camas es la consecuencia natural de la baja cantidad de camas por habitante. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ubicó a Canadá en el puesto 31 de un total de 34 países con respecto a este indicador. Canadá tenía en ese momento menos de 2 camas por cada mil habitantes (1,97), mientras que el país mejor posicionado, Japón, tenía más de 7 camas (7,74).

Claramente, el problema es estructural. Años (décadas) de desfinanciamiento y abandono condujeron al sistema a una situación crítica. Y en esa situación llegó la pandemia. El virus COVID no hizo más que empeorar la situación y acelerar un deterioro en el servicio que ya venía de años. Según cuenta el Dr. Drummond, incluso antes de la pandemia las situaciones violentas en las salas de emergencia ya eran tan comunes, que – en 2015 - las heridas que recibieron el personal médico y las enfermeras duplicaron el total de ataques recibidos por la policía y el personal correccional juntos.

Las enfermeras, recordemos, son fundamentales en toda sala de emergencia. Ellas trabajaron durante el primer año de la pandemia, exponiéndose para salvar vidas cuando aún no existía una vacuna. Con turnos largos, de altísima intensidad y cubiertas en equipos de prevención de contagio (PPE) las condiciones de trabajo fueron extremadamente duras. Con el tiempo, muchas enfermeras fueron abandonando las salas de emergencia de los hospitales para trabajar en otros lugares menos extenuantes y seguros. Así la situación empeoró aún más.   

La tormenta perfecta

Lo que tenemos ahora es una situación nueva. A la crisis del sistema hospitalario, luego del impacto de la pandemia, se le agrega la llegada temprana de los virus del flu y el RVS, que encuentran terreno fértil para la propagación rápida, creando una ola de enfermedades respiratorias más fuerte de lo que se espera habitualmente. En condiciones normales, el flu aumenta la ocupación de camas hasta casi un 100 por ciento cada año. Ahora, muchos hospitales están trabajando por encima de su máxima capacidad.

Este es el contexto que nos toca para atravesar la temporada alta de virus respiratorios. Las soluciones estructurales, si llegan, tardarán años en recuperar la capacidad de tratamiento de los hospitales de Ontario. Un simple incremento de sueldos no va a solucionar nada si no se mejoran las condiciones generales de provisión del servicio.

En este crítico contexto entonces la prevención es más importante que nunca. Lo más importante es no tener que llegar a una sala de emergencia, es decir evitar en lo posible un contagio. Como venimos diciendo desde Línea Uno, tenemos que tomar todas las medidas preventivas al alcance de nuestras manos. En este caso, tenemos el privilegio de poder acceder a la vacuna del flu. Una vacuna que uno puede darse cada año para estar al día con la cepa viral que esté en circulación en este momento. Como con la vacuna del COVID, la del flu no necesariamente evita la enfermedad, sino que le da al cuerpo mejores herramientas y así evitar, por ejemplo, una hospitalización. Esto es particularmente importante en las poblaciones más vulnerables, como los mayores de 65 años, las embarazadas y las personas inmunodeprimidas en general.

En el Consejo de Desarrollo Hispano estamos organizando una clínica de vacunación contra el flu y el COVID para este miércoles 23 de noviembre, de 1 a 4 de la tarde. Todos aquellos mayores de 5 años pueden venir sin visita previa y sin necesidad de tener seguro de salud. Sólo se necesita una identificación personal para poder mantener el registro, pero no importa el estatus migratorio. Esperamos que la comunidad aproveche esta oportunidad. Por el bien de cada uno, el de nuestras familias y amigos, y el bien de la comunidad en general.









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