Credibilidad y vacunas

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Boletín No 132, Toronto, 20 de Enero de 2023
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Credibilidad y vacunas

Boletín Línea Uno 132 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
20 January 2023

por Sandra Farias

Las vacunas COVID-19 siguen siendo, lamentablemente, un tema de divisiones en la sociedad y una fuente constante de polarización.

Es común leer o ver en los medios gente opinando al respecto. Algunos con fundamento científico y otros no tanto, pero con la intención de hacer cambiar la opinión y de influenciar.


Más allá de las buenas intenciones de cada grupo, es indudable que las vacunas han venido para quedarse y que, gracias a las necesidades de todos los países de proteger a su población de los efectos devastadores del COVID, se han desarrollado más de 200 vacunas anticovídicas en los distintos continentes y países como Gran Bretaña, India, Estados Unidos, China, Cuba, Rusia y Argentina, por nombrar algunos.

Pero unas pocas farmacéuticas en condiciones de fabricar vacunas – Moderna y Pfizer – recibieron millonarios recursos de los Estados para llevar adelante sus prototipos de vacunas y de paso llenar sus arcas.

Hoy, a tres años del inicio de la pandemia, Moderna anunció su plan de cuadriplicar o quintuplicar el costo de su vacuna contra la COVID-19. El Gobierno de Estados Unidos paga actualmente alrededor de 26 dólares por dosis.
El senador Bernie Sanders criticó la medida al recordar que “los contribuyentes que aportaron dinero para la vacuna con el fin de proteger la salud y la vida del pueblo estadounidense ahora están creando multimillonarios en una industria y en una empresa que va a cuadriplicar los precios para el pueblo estadounidense. Eso es indignante. Eso es inaceptable. Y tenemos que hacer algo al respecto”.

Este afán lucrativo de las empresas contribuye a aumentar más las dudas y el descreimiento en torno a las vacunas y puede hacernos pensar equivocadamente si no se trata sólo de un buen negocio. Esta forma de pensar la coyuntura es muy riesgosa en este momento, ya que lo mismo podríamos decir de la guerra en Ucrania, propagadora de la continuidad del modelo extractivista de energías y combustibles fósiles en nuestro mundo occidental.

Hoy ya sabemos que empresas como Exxon eran plenamente conscientes de la incidencia de las emisiones de combustibles fósiles en el aumento de la temperatura global. De hecho, desde 1970, EXXON ocultó y tergiversó los datos científicos para maximizar sus ganancias.

El problema es que tanto la producción petrolera, la guerra de Ucrania como las vacunas para el COVID y gran parte de las iniciativas globales están enmarcadas en una estructura basada en las ganancias económicas.
Ante esta dinámica, bajo estos lentes meramente mercantilistas los importantes hallazgos de la ciencia de las vacunas y sus resultados positivos en la salud de la población en estos tres años corren el riesgo de verse desmerecidos o incluso negados ante los ojos de la gente.

Hoy es indiscutible que, gracias a su eficacia en frenar al coronavirus, las vacunas nos han permitido retomar las actividades normales como trabajar, estudiar y viajar, solo por mencionar las principales.  Millones de personas se vacunan a diario en todo el mundo, entre ellos cientos de miles de trabajadores de la salud que son la primera línea de atención de todas estas enfermedades respiratorias contagiosas. Las vacunas han demostrado ampliamente que son seguras y que previenen de mortalidad asociada a la enfermedad.

Ante estas evidencias se hace necesario ahora más que nunca que los estados lleven adelante modelos de inversión en salud donde las vacunas puedan producirse masivamente en los propios países y que las patentes de las vacunas dejen de ser un negocio de pocos, cuando está en riesgo la continuidad de la especie humana.

Es tiempo de realizar más esfuerzos para defender la vida humana con vacunas de bajo costo, para que los países más pobres tengan acceso a la salud que sus poblaciones requieren, para que los países más ricos y desarrollados ayuden a realizar los cambios tecnológicos y científicos que demanda la era del cambio climático.   

Las vacunas no pueden ser más un bien para usufructuar. Llevó décadas el que Latinoamérica pudiera brindar vacunas masivamente a su población y sólo gracias a estas campañas se lograron superar las enfermedades endémicas como el tifus o la polio, que por siglos postraron a las economías y al desarrollo.

Los coronavirus seguirán siendo una amenaza para estas nuevas generaciones mientras se impida el libre acceso a las vacunas de última generación y los países tengan que seguirse endeudando para realizar vacunaciones masivas, mientras las farmacéuticas con sus patentes privatizadas sigan controlando la producción y el mercado de las vacunas.
El contexto del lucro detrás de las vacunas no debe impedirnos ver el bosque, donde estamos todos conviviendo en un mismo planeta. Tampoco podemos estar en contra de las vacunas pensando en la propia libertad, porque precisamente el concepto de libertad está dentro del pacto social, del acuerdo para vivir en comunidad. No somos islas, aunque nos creamos que podemos aislarnos en nuestros propios paraísos terrenales o pantallas.

Es evidente que los abusos de los más poderosos y que el beneficio de sólo unos pocos dejó ya a demasiada gente afuera. Ahora los virus nos recuerdan que el planeta es uno y que nuestros modos de vida causaron un calentamiento global que ahora se expresa con la reaparición de viejas enfermedades o el desencadenamiento de nuevos virus y mutaciones.

Ante esta evidencia que nos devuelven los informes del cambio climático a diario y fenómenos extremos que vemos en cada país, con episodios que oscilan desde sequias extremas a inundaciones históricas como las ocurridas en estas primeras semanas del año en California, no podemos vacilar o quedarnos empantanados en discusiones en torno a la credibilidad en las vacunas. Pueden ser la última tabla de salvación frente a un planeta que ya colapsa por demasiados frentes.

Mientras nos encaminamos al cuarto año de pandemia con nuevas variantes por doquier y hospitales colapsados, separemos la paja del trigo de la información médica y de salud y busquemos reparo en fuentes de información creíbles y verificadas. Aquí una lista desde donde pararnos para poder ver el bosque.







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