Litio en la mira

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Boletín No 132, Toronto, 20 de Enero de 2023
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Litio en la mira

Boletín Línea Uno 132 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
20 January 2023

por Alberto Juan Barrientos

Los recursos naturales son perecederos y, por tanto, históricamente han generado conflictos entre las potencias que detentan las tecnologías para su extracción y explotación. A lo largo de la historia, tras la división social de trabajo y el fin del colectivismo, intrínseco a la comunidad primitiva, este conflicto ha sido un denominador común para la civilización humana.
  
Quienes poseen el capital financiero, el know-how y la tecnología, incluida la militar, determinan por lo general el curso de acción. Una vez el poder en manos de una clase, grupo o nación, el control sobre los recursos que hacen funcionar la sociedad se convierte así en el primer escalón de la cadena de dominación y control. Así ocurrió con la era del hierro, del cobre y otros metales preciosos en la antigüedad, con la madera de los bosques e incluso con el oro y la plata, aun cuando estos tuviesen solamente, por entonces, valor de cambio o respaldo.

En estadios más avanzados de la historia lo vemos con el petróleo, el gas natural y hasta el agua potable. Al parecer, hoy toca el turno a un raro elemento que sentará las pautas del dominio global en el futuro: el litio.
La demanda mundial del litio creció en un 400% en 2022. El número de equipos y aparatos electrónicos utilizados por la sociedad de consumo, desde teléfonos y computadoras hasta vehículos de todo tipo, paneles solares, sistemas militares y aeroespaciales, se incrementa exponencialmente cada año. Y todos estos artefactos dependen de baterías de litio para su funcionamiento.

Tal vez, producto del cambio climático y su impacto en el planeta o quizás por la certeza de que los combustibles fósiles podrían ser insuficientes en el próximo siglo, tanto gobiernos como grupos industriales han comenzado a moverse hacia economías “más verdes” no contaminantes. Y entre las soluciones más buscadas están la energía eólica y la fotovoltaica, teniendo ambas un elemento común: el almacenamiento de electricidad a través de baterías recargables.
Como principio, estas tecnologías producen más energía que la consumida en cierta unidad de tiempo, por ello aprovechar el excedente es clave para el proceso de funcionamiento futuro de la sociedad. Otros importantes sectores incluidos en este proceso son los medios de comunicación y el transporte, ya sean públicos, privados o asociados a la industria y los servicios. En todos los casos, se necesitan baterías recargables que utilizan metales muy específicos, presentes en geografías limitadas, y el más importante es el litio.

Los principales productores de litio en la actualidad son Australia, Chile, China, Argentina y Brasil, países que habían extraído 40 mil, 18 mil, 14 mil, 6200 y 1900 toneladas métricas respectivamente de sus suelos en 2020. Las mayores reservas, sin embargo, se encuentran en Bolivia, Argentina, Chile, Estados Unidos y China.

El triángulo del litio

Un análisis somero nos indica que, de los cinco principales productores, sólo Australia y China poseen tecnología avanzada y conocimiento relacionado con esta actividad. Asimismo, de los cinco países con las mayores reservas, sólo Estados Unidos y China disfrutan del adelanto científico y la infraestructura industrial. En otras palabras, son estos dos gigantes los que pueden afrontar un incremento en el autoabastecimiento del preciado mineral, o una penetración más agresiva de los mercados destinados a la exportación: Bolivia, Argentina y Chile o, como se les conoce,
el triángulo del litio.

Es, por ende, entre las dos potencias donde se librará, fundamentalmente, la próxima confrontación económica por la dominación global de la energía almacenada. Habrá actores menores, como la propia Australia o Rusia, esta última intentando escapar al inevitable declive futuro de los hidrocarburos. Al presente, ya se nota la presencia de ambas en negociaciones para posibles concesiones de explotación e inversión.

Por su parte, los agraciados propietarios del famoso “triángulo” han comenzado su propia carrera por el control del mineral ubicado en sus tierras, asegurando legalmente la propiedad estatal sobre este recurso e intentando adquirir o desarrollar, tecnologías para su extracción.

Estos tres países suramericanos tienen, además, una gran ventaja con respecto a los mayores extractores actuales del producto: el suyo se obtiene por decantación de los salares o salmuera, un proceso cuatro veces más barato que el aplicado para separar el litio de la roca.

La experiencia de Bolivia

En el contexto latinoamericano se aprecia una tendencia hacia el control gubernamental, iniciado por Bolivia en 2009, al nacionalizar la explotación de varios minerales incluyendo el litio y refrendado en la nueva Constitución del país andino. Ya el año anterior, los bolivianos habían comenzado un experimento de explotación construyendo una planta extractora, en el marco del
Proyecto de Desarrollo Integral de Salmueras del Salar Uyuni.

El objetivo a largo plazo era convertir a Bolivia en productor de baterías, en exportador de ese producto terminado y no de la materia prima solamente, pero la triste realidad del monopolio ejercido sobre la tecnología por los países desarrollados impidió la consecución de dicha meta. El gobierno boliviano, finalmente, tuvo que permitir la entrada del capital privado extranjero firmando un convenio con la empresa alemana ACI Systems, según el cual esta trasnacional se convertía en accionista minoritario, pero presente en la producción de materiales catódicos. Los resultados han sido modestos: la planta actualmente negocia la posible ampliación de inversiones en el sector incluyendo a empresas chinas y rusas.

La llegada de capitales

Argentina, por su parte, había comenzado la explotación del litio en la década de 1980, pero sólo a partir del 2010 se aceleró radicalmente el proceso, tras dispararse la demanda internacional de este preciado recurso. Según la Constitución del país austral, son las provincias quienes ejercen el dominio de los recursos existentes en su territorio, considerándose estos como públicos y sujetos a la soberanía del estado. Pero tal como ocurrió en Bolivia, fueron las trasnacionales poseedoras de la tecnología que aportaron el capital y la tecnología para hacer funcionar la industria.
Hoy en día, la explotación y prospección es compartida por el estado argentino con Livent Corp (Estados Unidos), Orocobre y Pepinnini Lithium Limited (Australia), Jiangxi Ganfeng Lithium Co (China) y Toyota Tsusho Corp (Japón), entre otras muchas empresas foráneas.

Entre 2015 y 2020, con la inyección de capitales locales o globales y la tecnología traída a suelo argentino por los inversionistas extranjeros, la producción de litio se incrementó en un 72 %. Sin dudas un logro, pero tal como sucede en todo el tercer mundo, los dividendos de la explotación de los recursos naturales deben ser compartidos con los dueños extranjeros de la tecnología, quienes además controlan el acceso a los mercados internacionales.

Empresa nacional del litio

En el caso de Chile, segundo productor mundial en el 2020, la situación tampoco varía considerablemente. Aplicando un modelo mixto, participan en la prospección y extracción las empresas del estado, varias transnacionales extranjeras y en menor medida empresas privadas nacionales. Aunque este mineral ha sido declarado como de interés para el estado y posteriormente como no sujeto a futuras concesiones, su explotación es libre para los concesionarios anteriores a 1979.

El actual de gobierno, encabezado por Gabriel Boric, lleva meses trabajando en un proyecto de ley que se someterá al senado este año, según el cual se crearía una empresa nacional del litio chilena, como ente controlador de la actividad minera relacionada y la misma (o el sector estatal en general) debería poseer una mayoría de las acciones en el sector. No obstante, el aporte más avanzado proviene de las transnacionales foráneas que, en asociación con organismos locales, explotan el preciado mineral. La corporación estadounidense Albemarle y la chilena SQM son los principales extractores del litio en Chile, habiendo invertido la primera unos 100 millones de dólares en un evaporador térmico en 2022.

Asimismo, esta corporación minera recaudó de socios extranjeros otros 1500 millones de dólares para ampliar la infraestructura de explotación del mineral en suelo chileno.

Entre otras muchas empresas extranjeras dedicadas a la minería, tiene presencia en chile la canadiense Wealth Minerals, la australiana Talison Lithium, la británica CleanTech Lithium y la japonesa Mitsui. Todas, sin excepción, son parte del conglomerado multinacional que controla y dicta, en cierta medida, las pautas del mercado, regulando la oferta desde su posición de grandes productores o vendedores.

Perspectivas futuras

China domina por ahora a nivel global la producción de las baterías de litio, con una cuota participativa del 70% del mercado.
Si se tiene en cuenta que incluso las corporaciones occidentales que las producen se han movido a territorio chino, debido a los costos de producción más bajos y el mayor margen de ganancia, la participación del capital chino en el proceso podría ser aún mayor.

Por otro lado, muchas de las empresas norteamericanas y europeas dedicadas a la fabricación de las baterías de litio reciben capitales de entidades bancarias chinas. La mayor demanda, obviamente, se ubica en EE. UU. y Europa, la producción se concentra en Asia, y las grandes reservas de la materia prima están en América Latina. Esta situación ha generado un desbalance que Occidente considera peligroso.

Lora Richardson, jefa del Comando Sur de EE. UU., planteó recientemente en una entrevista que su país es el cliente natural de América Latina, un subcontinente extremadamente rico en minerales. Pero también expresó su preocupación por la presencia rusa y china en la región, lo cual, según su opinión, está socavando esa relación “histórica” al poner en peligro la democracia dentro de los países latinoamericanos.

Tras el trasfondo político de sus comentarios, que se amparan en la posible influencia que sobre la región pueden tener estos poderosos actores, se aprecia el temor a perder las tradicionales esferas de influencia que su país ejerce en esta geografía. Como explicó Richardson, su país buscará por distintos medios una estrategia para lograr su prevalencia en el mercado latinoamericano.   

La tendencia proteccionista hacia la explotación del litio en América Latina, una región que posee más del 60% de las reservas mundiales parece estarse expandiendo aceleradamente. Ciertas medidas políticas recientes apuntan a una clara comprensión en los gobiernos locales de que, al fin, hay una oportunidad clara de lograr independencia económica de las trasnacionales extranjeras. Y no solo de ellas sino del capital privado local.  En abril del 2022, el senado mexicano aprobó un proyecto de ley nacionalizando este mineral, lo cual limitará a la industria privada (externa e interna) pues el control de la explotación pasará manos de una empresa estatal.

Existe una experiencia previa de nacionalización de recursos naturales de alta demanda en ese país, el petróleo, que pasó totalmente a manos del estado en 1938 durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas. El caso de los hidrocarburos mexicanos es uno de los pocos que demostró, entre otros muchos fallidos, la factibilidad de desarrollar tecnología y know-how propio.

Rusia y China parecen estar aceptando esta nueva realidad y, a pesar de todo, intentan tener participación en la explotación del preciado mineral latinoamericano. Para ello han comenzado a acercarse al triángulo del litio y sus áreas adyacentes a través de nexos políticos. La lucha por el acceso al litio ha comenzado, los contendientes y factores asociados están planteando sus agendas.

El grupo de países Euroasiático tiene la ventaja de ser un nuevo actor, con un enfoque más participativo que dominante. Occidente no puede zafarse de su rol histórico, hiper proteccionista de su tecnología y del dominio o acceso a los mercados. Y los propietarios del nuevo “oro blanco” quieren esta vez asegurarse de controlar el recurso y de obtener la mayoría (o al menos una parte justa) de los beneficios. La presente década será decisiva y nos dirá hacia dónde se inclinará la balanza, y si habrá un mundo unipolar, bipolar o tal vez multipolar.


Fuentes:




contribuye   pixotronmedia
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