Matices de la tercera edad
17 February 2023
por Carmen Delia Cruz
Las personas adultas mayores enfrentan retos comunes. Nadie puede evitar el envejecimiento, pues se trata de un proceso natural, irremediable e irreversible por el que cada persona atraviesa con el paso del tiempo. Pero hay una concepción errónea sobre los padecimientos comunes en la tercera edad, creyendo que son originados por la vejez en sí misma, cuando en realidad, el proceso tiene particularidades y matices que varían de una persona a otra.
La genética, las experiencias y estilos de vida influyen en cómo se manifiesta el envejecimiento, de ahí que personas de una misma edad, etnia, grupo social o zona geográfica no manifiesten los cambios biológicos y psicológicos de igual manera. En una misma persona, además, todos los órganos no envejecen de la misma forma, mientras algunas personas se deterioran menos que otras y hay diferencias en su vida útil.
El deterioro físico, el desgaste, es consecuencia del envejecimiento de las células y eso es inevitable, ya que genera la aparición de enfermedades que, en casos extremos, llevan a no poder realizar por sí mismo muchas actividades cotidianas, elementales, que son imprescindibles para vivir con cierta calidad.
Como ejemplos de actividades cotidianas que comúnmente se tornan difíciles y a veces imposibles de realizar para un adulto mayor podemos citar las siguientes: dificultad al subir y bajar escaleras, el aseo personal, la limpieza del hogar, cocinar alimentos, lavar la ropa, vestirse, pasear, organizar objetos dentro de la casa, acostarse o levantarse de la cama, la toma de medicamentos, el monitoreo de su salud, usar teléfonos y equipos electrónicos o digitales, etc.
Debe tenerse en cuenta que la disminución de la movilidad, de la elasticidad y eficiencia muscular u ósea, de la calidad de la visión y la audición, son muy comunes en personas de avanzada edad. Este fenómeno, relacionado con el aspecto biológico del deterioro, obviamente, limita la calidad de vida de la persona y afecta, especialmente, la capacidad de interacción social, en tanto para ella se necesita el uso de estos sentidos o habilidades. Ejemplos claros son las dificultades para seguir la trama de una simple película o sostener una conversación con personas más jóvenes, que generalmente se comunican con mayor velocidad verbal.
El segundo aspecto es el psicológico o cognitivo. Sin llegar a constituir trastornos cognitivos de base fisiológica, hay una serie de limitaciones en esta área que pueden aparecer durante la edad más avanzada. Aun estando con buena salud se pueden presentar cambios notables en la concentración, comprensión del lenguaje, la atención, la capacidad de análisis compleja, las representaciones y cálculos abstractos, etc. Una manifestación clara podría ser un fenómeno común, lo difícil que le resulta a un anciano por ejemplo aprender el manejo de nuevas tecnologías.
Tanto la disminución de capacidades, sea física o psíquica, muchas veces provocan frustración, baja autoestima, depresión y descontento en general a la persona mayor. En estos estadios, es común que la persona de edad avanzada necesite de la ayuda y compañía de familiares o personal de soporte para realizar sus actividades diarias.
Todos estos trastornos son tratados por la ciencia médica como síndromes geriátricos, siempre y cuando no se agraven derivando en enfermedades limitantes más agudas. Este es el caso de la arterioesclerosis, la demencia, el Alzheimer, el Parkinson, los accidentes vasculares o cerebrovasculares y sus secuelas, etc. Ya con estos padecimientos, la dependencia puede llegar a necesitar de atención especializada e incluso la hospitalización en hogares de cuidado a largo plazo.
La atención de las personas mayores involucra para sus cuidadores un gran esfuerzo físico, empleo de tiempo y desgaste emocional. Para quienes están motivados por razones de parentesco familiar, las tareas del cuidado casi siempre generan un cambio en el estilo de vida. Como generalmente se trata de una actividad fuera de lo laboral, lo que se sacrifica es el tiempo libre o de descanso. Y ello puede afectar o modificar la dinámica de sus relaciones con su propia familia cercana (hijos o cónyuges, pero ejemplo). En los casos de cuidadores profesionales, al igual que con los familiares, se produce a menudo deterioro físico e incluso enfermedades, como consecuencia colateral. En ambos casos el estrés continuado pueden generar trastornos psíquicos temporales o permanentes.
Consejos para la persona cuidadora
• En las conversaciones o cuando se le ayuda en la comunicación con terceros, utilizar frases breves y concretas.• Establecer contacto físico sin invadir el espacio personal, para lograr comunicación y que se sientan seguros, comprendidos.• Tener paciencia, estar dispuesto a repetir preguntas y-o respuestas varias veces hasta lograr la comprensión por parte de la persona adulta mayor.• Mostrar afecto de acuerdo con la personalidad de la persona, ya sea con un abrazo, una sonrisa, una palmada leve en el hombro.• Mostrar respeto y reconocimiento por todo lo que aportaron durante su vida.• Hablarle con voz suave y de frente, tratando de ser lo más expresivo posible y utilizar la mímica si es necesario, llamarle por su nombre, despacio.• Conocer los requerimientos y tratamientos médicos, organizando una agenda de medicación y actividades si es necesario.• Ser conciente de las propias limitaciones y realizar tareas de autocuidado, para evitar enfermarse por la sobrecarga de trabajo que el cuidado implica.
Llegar, pero con salud
Ya está comprobado que las personas que han tenido una vida activa físicamente tienen mayor chance de ser saludables en la tercera edad. La práctica de deportes, o simplemente caminar diariamente unos kilómetros, ayuda a desarrollar un sistema circulatorio cardiovascular eficiente y resistente.
Evitar el cigarrillo y el alcohol es otra premisa para convertirse en un adulto mayor saludable, ya que ambas sustancias deterioran no solo algunos órganos, sino que afectan las neuronas y su capacidad de regeneración.
La interacción social y la actividad intelectual ejercitan el cerebro, disminuyendo las posibilidades de enfermedades como la demencia o el Alzheimer. Se recomienda por tanto que las personas mayores, retiradas, por ejemplo, continúen leyendo y aprendiendo.
Una sociedad donde se cuida, se respeta y se ayuda a las personas mayores para que tengan mejor calidad de vida, es una sociedad más justa y civilizada. Es tarea de todos lograr ese tipo de sociedad, y para ello los más jóvenes solo deben entender una idea: Todos, inevitablemente, llegaremos a ese estadio. Es ley de la vida y del ciclo de la naturaleza. La vejez no es una enfermedad, es una etapa de la vida.
Fuentes: