A rio revuelto

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Boletín No 140 Toronto, 17 de Marzo de 2023
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A rio revuelto

Boletín Línea Uno 140 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
17 March 2023

por Sandra Farias

El 2023 arrancó con violentos ataques a las democracias en Perú y en Brasil. Se habla de la fragilidad de la democracia, pero en general poco se dice de quienes la causan y del cómo o el modus operandi, como se dice en la jerga policial que tanto le gusta utilizar al mundo mediático.

El diario
El País de España, uno de los medios más reconocidos del mundo hispano hablante presentó una nueva explicación. En un editorial reciente describió cuáles son las amenazas que sufren las democracias, y no sólo las de América Latina. Me sorprendió leer esto en El País, un periódico que suele ser bastante conservador en sus visiones del mundo que nos toca vivir.

La proliferación internacional de golpes de Estado y el deseo deliberado de líderes iliberales de debilitar o incluso romper las reglas del juego democrático son una advertencia sobre la amenaza que la extrema derecha representa hoy para la democracia. Y conviene recordarlo: banalizar esta amenaza es otro síntoma de deterioro democrático”. (1)
Este párrafo aparece tal como es citado aquí en un comentario editorial para describir lo acontecido en Brasilia el 8 de enero pasado, cuando hordas de extrema derecha bolsonaristas ocuparon a la fuerza los principales centros de poder federal en Brasil para intentar derrocar al presidente Lula Da Silva, que había asumido el primero de enero, luego de triunfar en elecciones democráticas, algo que ni el ex presidente Jair Bolsonaro -hoy vecino de Trump en Florida-, ni sus seguidores están dispuestos a aceptar.

Fue lamentable ver que los atacantes del Planalto usaran el mismo modus operandi que el 6 de enero del 2020 utilizaron las hordas de trumpistas cuando se aventuraron a ocupar el Capitolio. Por suerte, las semejanzas con aquel triste episodio en Estados Unidos fueron tan evidentes, que la prensa internacional no tuvo más remedio que condenar el ataque en Brasil como un asalto a la democracia. Otras hubieran sido las lecturas si el libreto no hubiera sido copiado tan burdamente. Así, gracias a Trump todo quedó mucho más claro y Lula logró conjurar esta vez el intento de golpe de Estado.

Según El País el modus operandi de los grupos de extrema derecha pone en marcha lógicas muy similares y se mencionan cuatro acciones concretas que se desencadenan articuladamente:
  1. La manipulación de los seguidores con realidades alternativas a través de las redes sociales.
  2. La inoculación en la opinión pública de la sospecha de elecciones robadas.
  3. La deslegitimación del adversario político a través de medios de comunicación o incluso de tribunales.
  4. El desprestigio sistemático de las instancias electorales que se pronuncian sobre los resultados de los comicios. (2)

¿Cómo llegamos hasta acá?

Desde principios del siglo XX, los golpes de Estado de carácter militar con colaboración civil han sido el camino utilizado para resolver las ambiciones o las necesidades de recursos estratégicos en América Latina. Los golpes militares fueron la herramienta preferida de las alianzas de la clase dominante para imponer el orden continental, cuando la intervención armada directa no era posible.

A partir de la década de 1970, el objetivo también fue instaurar un experimento económico neoliberal monetarista, ideado por Milton Friedman, cuyo primer ensayo tuvo lugar en Chile en 1973 con el derrocamiento y asesinato del presidente constitucional Salvador Allende.

Inmediatamente después, Argentina fue víctima de la misma fórmula, al igual que vastas regiones de América Latina en lo sucesivo. Los ataques a los procesos democráticos siempre han tenido un origen común: violar la voluntad popular e imponer políticas que sólo pueden estar vigentes cuando la población es sometida al terror.

La Doctrina del Choque (The Shock Doctrine) de la pensadora canadiense Naomi Klein describe este experimento social en profundidad. “Es un estudio de la historia de la terapia de choque económico, cuyo objetivo es mejorar rápidamente la economía de un país a través de una rápida privatización, desregulación y severos recortes en el gasto público. También describe cómo dio lugar al capitalismo del desastre: un sistema privatizado de destrucción y reconstrucción que canaliza miles de millones de dólares a las corporaciones. El libro analiza el daño increíble que la terapia de choque económico y el capitalismo del desastre han causado a millones de personas en todo el mundo”.

En lo que va del siglo hemos visto muchos de estos atentados contra la voluntad de las mayorías para llevar adelante estas metas:
(2009) Honduras: Golpe de Estado contra Manuel Zelaya.
(2010) Ecuador: Intento de golpe de estado contra Rafael Correa en 2010 (luego prohibido en 2020).
(2012) Paraguay: golpe a Fernando Lugo
(2017) Brasil: Destitución de Dilma Roussef.
(2019) Brasil: Lula da Silva es encarcelado por el lawfare (ataques judiciales)
(2019) Bolivia: Golpe a Evo Morales.
(2020) Asalto al Capitolio en 2021 por militantes del derrotado Donald Trump.
(2022) Argentina: Intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner.
(2022) Perú: Pedro Castillo es destituido y encarcelado.
(2023) Brasil: Asalto a edificios gubernamentales e intento de golpe de Estado

Es claro, entonces, que hay fuerzas antidemocráticas operando dentro de los partidos de la derecha tradicional que han encontrado en el golpe “blando” reemplazar al antiguo sistema de dictaduras militares. Ahora actúan con civiles, representantes de corporaciones y medios de comunicación hegemónicos encargados de disciplinar, imponer y dictar decisiones ya tomadas a las mayorías mirando en sus pantallas.
Las herramientas, que tan bien describe el editorial de El País, están funcionando exitosamente, ya que basta una campaña de prensa en las redes sociales para convencer a muchos ciudadanos a ocupar la sede de un parlamento, de votar en contra, mantenernos sumisos a la hora de tolerar la entrega de recursos nacionales o para salir a destruir el propio sistema democrático.

El golpe en Perú

La democracia en Perú también cayó por un golpe de Estado, claro que en este caso no hubo hordas tomando el Congreso desde afuera, sino que fueron los mismos congresistas los que le tendieron una trampa al presidente. Pedro Castillo hoy está en prisión preventiva acusado de rebelión y conspiración, por disolver por sorpresa el legislativo y decretar un Gobierno de emergencia tras sucesivos intentos del Congreso por destituirlo desde su ascenso al poder, adonde llegó por la vía democrática.

El maestro rural representante del campesinado peruano fue destituido sin juicio político por el Parlamento y su número dos, Dina Boluarte, asumió como presidenta.
El malestar de las comunidades aymara, de los estudiantes, el campesinado y los sindicatos no se hizo esperar. Detrás de las protestas no está solo la indignación por el destino de Castillo, quien pese a sufrir una enorme impopularidad contaba aún con apoyo en los sectores rurales.

El motor principal de la movilización es la cuestionada gestión de la crisis por parte de la actual mandataria y su gabinete junto a unos congresistas de dudosa credibilidad, que avalando una brutal represión han provocado un caldo de cultivo y una escalada de violencia en todo el país. El 71% de los peruanos rechaza la gestión de Boluarte, un 83% no se siente representado por ella y un 63% quiere un adelanto electoral. Las concesiones mineras del país están en la mira y esto será un punto central de conflicto para los futuros meses.

Tanto en Brasil como en Perú la convivencia pacífica entre adversarios políticos está en grave peligro, pero en el resto del continente la tolerancia a las ideas distintas o a los diferentes modelos de país decrecen día tras día. Esto beneficia los intereses exteriores y como bien dice el dicho popular: a rio revuelto, ganancia de pescadores.

En circunstancias tan difíciles como las que atraviesa el mundo, con escasez de granos y fertilizantes, desequilibrio en la oferta de petróleo, inflación creciente y proteccionismo extremo de la moneda norteamericana, los nuevos líderes de América Latina tienen que unirse más que nunca y encontrar el diálogo democrático en sus países que les permita neutralizar los próximos y constantes ataques a sus mandatos. Y ya que contamos con recursos estratégicos como el agua, el petróleo, los granos, los minerales, la Amazonía y el más importante para el futuro del mundo: el litio, será cuestión de tiempo que nuestros países sean el escenario donde se resuelvan las luchas de poder de actores internacionales de mayor peso.







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